El poeta amaba a su musa.
La musa no correspondía a su amor.
El poeta, entonces, escribía hermosos poemas llenos de sentimiento y emoción.
¡Cuán bellos eran sus versos! Quienes los leían quedaban conmovidos, y aun algunos –sobre todo algunas– derramaban lágrimas.
El poeta, halagado por el éxito que tenían sus poemas, se dejó crecer la melena y adoptó una actitud melancólica a fin de parecer poeta.
Su musa, al verlo así, se prendó de él y correspondió a su amor.
Entonces el poeta dejó de escribir poemas.
Se cortó la melena, y su actitud melancólica se tornó plácida.
Correspondido por la mujer amada dejó de ser poeta.
Ojalá su musa, al verlo ya sin melena y sin melancolía, se desenamore de él y lo abandone.
Entonces el poeta volverá a escribir hermosos versos. Volverá a ser poeta.
¡Hasta mañana!...