‘No podrán detener la primavera’, la voz de Neruda sigue hablando a través de su poesía
Sombríos y difíciles días vivió el mundo en 1973, año en que nos dejaron los tres grandes Pablos: Casals, Picasso y Neruda. Cincuenta años después, sus recuerdos permanecen inmunes al paso del tiempo. Y es que ¿quién no se ha conmovido al ver el “Guernica” de Picasso en el Museo Reina Sofía, o no se estremeció al escuchar tocar a Casals “El Pesebre” o al leer el “Poema 15” de Neruda (“Me gustas cuando callas...”)?
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, nació un 12 de julio de 1904 en Parral, Chile, y a los 13 años inició su carrera literaria en el diario La Mañana de Temuco. El temor de contrariar a su familia en desacuerdo con sus ambiciones literarias, lo obligó a utilizar el seudónimo de Pablo Neruda, que asume en honor del poeta checo Jan Neruda.
Yo, siendo apenas un joven, descubrí que en la biblioteca de mi madre estaba presente buena parte de la obra del chileno: “Confieso Que He Vivido”, “Para Nacer He Nacido”, “Canción de Gesta”, “Los Versos del Capitán” y “Veinte Poemas de Amor y Una Canción Desesperada”, cuyo célebre “Poema 20” dice: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: ‘La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos’. (...) Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como está la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque este sea el último dolor que ella me causa, y estos sean los últimos versos que yo le escribo”.
Pero la vida de Neruda fue mucho más que poesía pues, como muchos escritores, eligió el camino del activismo político y al estallar la Guerra Civil española describe su brutalidad en la ejecución de Federico García Lorca, un hecho que lo llevó a escribir “Explico Algunas Cosas”, un poema donde condena al generalísimo y califica a sus fuerzas de “bandidos”. La muerte del escritor granadino lo indignó de tal forma que su poema termina con una frase lapidaria: “Venid a ver la sangre por las calles”.
Diplomático, poeta y comunista, Neruda fue acosado por el régimen opresor de Gabriel González Videla que ordenó su arresto. Un amigo lo escondió en el sótano de su casa y, luego de una travesía épica, huyó de Chile, país al que retorna cuando el Gobierno deja de perseguir a las figuras de izquierda. Sólo las revelaciones de Kruschev, condenando el régimen criminal de Stalin, lograron sacudir un poco su fe comunista.
En 1971, la Academia Sueca le concede el Premio Nobel de Literatura “por una poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida al destino y los sueños de un continente”. De 113 ganadores, sólo seis escritores latinoamericanos lo han obtenido: Mistral, Asturias, Neruda, García Márquez, Paz y Vargas Llosa.
Neruda, que en sus “versos más tristes” utilizaba tinta color verde, alguna vez escribió: “Llegamos de calles diferentes, de idiomas desiguales, al silencio”. Su muerte siempre fue un misterio. La versión oficial dice que fue víctima del maldito cáncer de próstata, pero su familia sospechaba que había sido envenenado por órdenes del usurpador Augusto Pinochet.
Por eso, en el año 2013 se formó un panel legal y científico que ordenó se exhumaran sus restos ubicados en Isla Negra, cerca de su amado Valparaíso. Hace apenas unos días, a ya diez años de esa investigación, la revista científica Nature abordó el caso diciendo que identificaron entre sus restos un gen responsable de producir toxina botulínica, lo que podría significar que el poeta pudo haber sido envenenado. Neruda murió un 23 de septiembre de 1973, pocos días después del sacrificio de Salvador Allende, su amigo personal, y del asesinato del cantautor Víctor Jara.
Y es que, tras la caída de Allende, con Santiago y Chile ensangrentados, al régimen le preocupaba lo peligrosa que resultaba la poesía de Neruda porque, como afirmara el escritor inglés Edward Bulwer-Lytton, “La pluma es más poderosa que la espada” y Pablo, dueño de una poderosa y respetada voz mundialmente, se volvía incómodo para Pinochet. Lo único cierto es que, sin importar el resultado, su voz silenciada sigue y seguirá hablando a través de su poesía y por eso hoy se vuelve más vigente que nunca lo escrito por el mismo Neruda: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.
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