No sabía que necesitaba un abrazo, y sin embargo llegó. Una necesidad reconocida al recibirla.
COMPARTIR
Anoche estuve de cenita y vinito con una amiga. Entre lo que nos une está la lectura de tarot. Me mostró parte de su colección de mazos y decidimos “jugar” un rato. Entre las cartas que salieron, una traía un mensaje inconfundible: Busca compañía de personas de tu propio sexo. En mi caso eso significa buscar la compañía de otras mujeres. Más temprano en el día, en un grupo de mujeres enviaron una entrevista con Jane Fonda. Le preguntaron porque era importante que las mujeres tuviéramos fuertes lazos de amistad con otras mujeres. Ella respondió que las mujeres, cuando hablamos, nos miramos a los ojos y nos descubrimos los corazones. Lo pienso y sonrío. ¡Con razón he evadido la sororidad! Eso de estar mostrándome tanto no tiende a ser cómodo.
Cómodo no será, pero nutritivo sí. No siempre deseo abrir mi mirada a otras mujeres, especialmente a las que sé que ven. Una mujer que ve es un tesoro. Particularmente una mujer que ve y que no habla. No habla sin que la mujer siendo vista abra esa opción, o a veces, sin hablar, se acerca y con un gesto acompaña aquello que está sucediendo en la otra.
Me pasó hace días. Una reunión de unos cuantos amigos muy cercanos en mi patio, con fogata. Todos tomamos un poquito – poquito más de la cuenta. De pronto una de las mujeres se levantó a atender la fogata y de regreso a la mesa se quedó parada detrás de mí. Puso sus manos en mis hombros y se acercó lo suficiente para invitarme a recargarme en su pecho. Acepté el gesto y me relajé contra su cuerpo. De pronto sentí lo que tal vez sienten algunos niños que tienen mamás o abuelas cariñosas que se aportan para sostenerlos en momentos difíciles. Me vino al cuerpo la necesidad de cariño de mamá. No recuerdo a mi madre como una mujer de abrazos ni de contacto físico.
Lo que dijo Jane Fonda sobre la mirada de las mujeres tiene sentido. Lo he sentido de parte de algunas mujeres cercanas, y seguramente lo he aportado, y no solo la mirada sino el contacto. A veces las necesidades desconocidas surgen solitas en el momento de ser satisfechas.
Encuesta Vanguardia
$urlImage