Algo está mal, algo está muy podrido… Educación, ¿para qué?
COMPARTIR
TEMAS
¿Cuándo se jodió la educación? No lo sé. ¿Toda la juventud está perdida hoy? No, no toda pero sí un 99.9 por ciento. Soy dramático lo sé, pero hay mucho de cierto en lo anterior. La educación no sólo es ir a la escuela. Todo mundo lo sabemos. La educación es cosa diaria en nuestra familia, en nuestro entorno vital, en el rol de amistades que tenemos, en los clubs de servicio, en los clubs de lectura y sí, la educación es diaria o debería de ser cosa diaria y seria en la escuela. En cualquier grado académico. Por eso la lectura es fundamental, por eso la lectura nos hace libres. Y la libertad, usted lo sabe, lector, es un atributo divino el cual siempre se ha peleado a muerte. La libertad cuesta sangre, pero hoy nadie la quiere. En fin.
“He aquí que yo promulgo libertad, dice Jehová”, se lee en Jeremías (34: 18). Y se practica (y se disfruta) la libertad con todas sus letras y consecuencias, cuando hay educación. Es decir, raíz de origen, buena semilla, simiente de fuego, piedra edificante. Y junto con la educación, debemos de ser “astutos como serpientes y humildes como palomas”, como lo dice el maestro Jesucristo en sus Evangelios. Dos virtudes que habrán de sacarnos adelante. Al parecer, todo esto es letra muerta al día de hoy. Me puse muy bíblico, pero igual le pude haber citado a Miguel de Cervantes, al gran Michel de Montaigne, a Emerson, a William Shakespeare. La libertad es una divisa la cual con el tiempo no cambia. Es única.
Educación y libertad, ¡qué combinación! Sólo que hay pequeño problema: nadie o pocos creen en ambos lados de la moneda. A los jóvenes con la pandemia y las leyes punitivas de Andrés Manuel López Obrador les arrebataron sus antros, sus cantinas, los bares, los reventones, las cervezas e incluso, los obligaron a confinarse en su casa… y nadie protestó. De hecho, no saben para qué sirve la libertad. Arrebáteles usted como padre de familia su celular y conexión a internet y eso sí les afecta: se suicidarían. No es broma, hay muchos ejemplos. Varios al azar: la niña Kimberly de 11 años se colgó (11 de junio). Un menor de edad en Atlampa, CDMX, se suicidó. Kevin de 8 años se suicidó por el mismo motivo (octubre 2019)…
Hay muchas maneras de ver y sentir el termómetro del fracaso de la educación en México. En días pasados, una mujer de 23 años, Paloma “N”, fue consignada ante las autoridades y se le sigue causa penal (1032) por haberle quemado las manos en un comal ardiente, a su hija Goretti Yamileth, de cuatro años apenas. Al ser revisada la niña, presenta huellas de maltrato en 80 por ciento de su cuerpo. Y ojo, la señora (es un decir) de 23 años tiene, amén de la niña masacrada, a otros dos niños. Puf. Una señora limpiaparabrisas que tiene tres niños maltratados sin futuro alguno. Ni ella ni sus hijos. Pero sigue teniendo niños (el sexo es gratis y entretenido). ¿Y la educación en línea de AMLO y Hugo López-Gatell?
ESQUINA-BAJAN
En estos mismos días de la tortura en contra de la niña (fin de semana del 12 al 15 de junio), en Arteaga, un tipo (Octavio “N”) mató a golpes a un perro. Acto bestial. En la ciudad, ese hecho provocó que más de 50 ciudadanos con pancartas y voz en cuello, exigieran castigo al agresor y claro, un freno a la “violencia animal”. ¿Ya lo notó? Una mujer (una niña, pues) harta de mantener a sus tres hijos, le quema las manos a una de ellas de apenas 4 años. Sale libre con brazalete para seguir el juicio en libertad, nadie ha protestado ni ha dicho: “pobre niñita”. Un tipo mata a palos a un perro, fue detenido; hay y protestas ciudadanas, la gente grita enardecida y exclama, “pobre animalito”. Resumen: vale más la vida de un pinche perro que la vida y salud de una niñita desvalida de cuatro años.
¿No sería conveniente que la mujer, la madre desalmada con sus propios hijos, esté en la cárcel y el tipejo que mató al perro enfrente un juicio con brazalete en libertad? ¿No es sentido común? Aquí es donde entra de lleno eso llamado educación, ponderación, leyes, academia, sentido común, valores humanos. Por eso es sintomático y harto importante que las próximas elecciones para director en la Facultad de Jurisprudencia, sean justipreciadas en su tremenda dimensión. Se necesita y urge un relevo generacional en todos los aspectos. Muchachos que tengan en internet una herramienta avanzada de consulta, pero no que sea su panacea de conocimiento y conducta. Muchachos que obtengan la visión de cambiar las cosas y actualizar las anquilosadas leyes y que de verdad cuestionen a las autoridades por sus acciones.
Y en Jurisprudencia se van a enfrentar dos maneras muy opuestas de ver el mundo, a Coahuila y su futuro. Por un lado, Raúl Felipe Garza Serna, quien forma parte de esa vieja, viejísima guardia de exfuncionarios en su momento todopoderosos que lo recibían a uno con las patas (así se dice, no pies) sobre su escritorio cuando éste era Procurador de Justicia de Coahuila. Insisto, el editor José Guadalupe Robledo tiene anécdotas de sobra (lo padeció, puf) sobre este turbulento periodo de Garza Serna y su accionar de amenazas, represión y hostigamiento a la prensa libre. La otra manera de accionar es la del maestro Alfonso Yáñez Arreola (Saltillo, 1976), quien tiene alrededor de 20 años impartiendo cátedra en “Derecho Fiscal”, “Derecho Romano”, “Sistemas Jurídicos Contemporáneos” y un manojo de materias más. ¿Vale más la vida de un “pobre torito”, un “pobre perrito” a la vida de una niña, de un niño, o de un ser humano así sea un anciano?
LETRAS MINÚSCULAS
Algo está mal, algo está muy podrido ya para que haya manifestaciones por un “perrito” y nadie se preocupe por niños violados y asesinados. ¿Y los murales de la beata Jackie Campbell y el protagonismo del monje Raúl Vera López?