Antonio, Porfirio... ¿Y ahora usted, Andrés Manuel?

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Por décadas el mexicano se ha conformado con ser espectador de las miserias y perversiones de quienes han gobernado esta nación, ha sido un triste receptor de las políticas implementadas por los gobiernos y aunque con ellas le hayan jorobado la existencia y la de sus ascendientes y descendientes ha permanecido callado. México ya tuvo dos dictaduras en el pasado, la de López de Santa Anna y la de Díaz Mori.
Las dictaduras son odiosas. El poder se concentra en un solo individuo porque los dictadores detestan la división de poderes, aborrecen la separación equitativa, equilibrada y autónoma que estableció el Poder Constituyente. Son muy propensos a invocar situaciones de emergencia para torcer la ley a modo, y lo hacen con la mano en la cintura porque su mayoría parlamentaria se los permite; por décadas el PRI lo hizo, institucionalizó la práctica, alimentaron esa aberración denominada presidencialismo, que ha podrido el ejercicio del poder público en México.
Los dictadores tienen “debilidad” por imponer una forma de pensamiento político único, y quien no baila al son que mandan se convierte en automático en su enemigo: “Conmigo o contra mí”. Por lo general son totalitarios, narcisistas y megalómanos, hasta en un velorio quieren ser el difunto, para acaparar la atención. Yo no sé usted, que gentilmente me lee, si esté de acuerdo en vivir una tercera dictadura, pero si no lo impedimos, en pleno siglo XXI la tendremos. Paso a pasito, como dice la canción, hacia allá nos están llevando.
La hegemonía de los setenta años de priato debiera de habernos dejado claro lo que significa el abuso de poder: corrupción e impunidad, y como consecuencia, millones de mexicanos viviendo como parias, y si la bandera de López Obrador es “primero los pobres”, con las “reformas” que están haciendo sus esbirros en el Congreso, van a aumentar al triple, porque los hoy clasemedieros van viendo como se esfuma lo que su trabajo y esfuerzo de generaciones les costó construir.
El envío de esta última iniciativa a la Cámara de Diputados, no tiene parangón en su perversidad. Me voy a permitir transcribir la parte sustantiva de la misma. Es una reforma a la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, estriba en agregar un artículo 21 Ter: “En caso de que durante el ejercicio fiscal, se presenten emergencias económicas en el país, la Secretaría (Hacienda), podrá reorientar recursos aprobados en el Presupuesto de Egresos y traspasarlos a la Secretaría… la Secretaría pueda realizar los ajustes correspondientes… La Secretaría establecerá las disposiciones específicas para la realización de los ajustes a las asignaciones autorizadas a las dependencias y entidades en el Presupuesto de Egresos del ejercicio fiscal que corresponda… El Ejecutivo Federal reportará en los Informes Trimestrales y en la Cuenta Pública las acciones realizadas en términos del presente artículo”.
Por principio es inconstitucional, ya que es contraria a lo previsto en la fracción IV del artículo 74 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la que se establece la facultad exclusiva de la Cámara de Diputados de aprobar anualmente el Presupuesto de Egresos de la Federación, previo examen, discusión y, en su caso, modificación del Proyecto enviado por el Ejecutivo Federal. También atenta contra el principio de certeza jurídica, al no dar seguridad de que los recursos públicos asignados originariamente por la Cámara de Diputados serán otorgados en dichos términos, y el ribete, desproporcionado, abusivo, es que estos podrán ser reducidos conforme a voluntad del Ejecutivo Federal. También es omisa en definir lo que se debe entender por “emergencia económica” por lo que, ante la falta de parámetros objetivos que permitan justificar la existencia de dichas emergencias, se deja a discrecionalidad del Ejecutivo decretarlas. Finalmente, en el artículo 21 de la ley en comento ya se prevé la posibilidad de aplicar normas de disciplina presupuestaria, entre las que se encuentra la compensación y la reasignación de recursos, y en las que se contempla la participación de la Cámara de Diputados, por conducto de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública.
¿De qué se trata entonces, presidente López Obrador? Espero, que los grupos parlamentarios que no le rinden pleitesía, agoten todos los medios jurídicos a su alcance para ponerle un alto a su voracidad y a su desvergüenza. Mientras la gente se está muriendo de angustia por la plaga que nos azota, los hospitales en crisis por la falta de insumos para la protección de ese ejército de primera línea, que los está llevando a contagiarse y morir…usted envía iniciativas para consolidar sus poderes plenipotenciarios de amo, cacique y patrón de México, porque de estadista no tiene un pelo. Que falta de sensibilidad y que mezquindad la suya.
Posdata: Ayer viernes en la Comisión Permanente se votó en contra del período extraordinario de sesiones, en el que se discutiría la iniciativa en comento. Pero López Obrador no se dará por vencido, su ambición de poder no conoce límites.