Buenas intenciones, malas decisiones

Politicón
/ 11 enero 2019
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Desde el pasado 20 de diciembre el Gobierno Federal inició un plan contra el robo de combustible, un proyecto en el que participan 15 dependencias federales, entre ellas la Secretaría de la Defensa Nacional, y en el que también se involucraron más de 50 instalaciones estratégicas de Pemex y seis refinerías.

Recientemente, el presidente López Obrador señaló que elementos del Ejército hallaron una instalación clandestina dentro de la refinería de Salamanca, Guanajuato, la cual permitía el robo de combustible a través de una manguera de tres kilómetros que iba desde los tanques de la refinería hacia un depósito al exterior.

Celebro la determinación del Gobierno para combatir el robo de combustible que tanto daño le ha provocado a Pemex y al erario. Sin embargo, es importante que los costos generados por enfrentar este delito no sean mayores al beneficio de combatirlo.

El presidente anunció que las medidas del plan contra el robo de combustible han generado un ahorro de 2,500 millones de pesos, no obstante, hay que tomar en cuenta las pérdidas económicas generadas por el desabasto de combustibles en varias entidades del país. Las pérdidas aún no han sido cuantificadas totalmente, pero podrían superar los 10 mil millones de pesos de acuerdo a Pablo González, presidente de la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros (Amegas).

Es grave la situación de desbasto de combustibles, principalmente gasolinas, en los estados de Hidalgo, México, Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Querétaro y en algunas partes de la Ciudad de México.

En Michoacán 40% de las unidades de transporte público dejaron de circular por no contar con gasolina, mientras que en León, Guanajuato, hay filas de 800 coches y la gente espera hasta 36 horas a que llegue una pipa.

Una de las bondades de la reforma energética es impulsar la existencia de una mayor red de distribuidores de combustible. El control del mercado por parte de Pemex impidió detonar mayores inversiones en la red de ductos y distribución de hidrocarburos. Una red limitada es vulnerable y facilita caer en desabasto de gasolinas ante cualquier contingencia, mientras que el uso de pipas es 14 veces más costoso con relación al de ductos.

Para reducir el riesgo, la reforma energética construye el marco para detonar inversiones privadas en la red de distribución, no sólo para aumentar la capacidad y renovar la red de ductos, sino para que las empresas sean un gran aliado para combatir el robo de combustibles mediante el desarrollo de nuevas tecnologías. Por ello, es inconcebible que la administración actual pretenda revertir la reforma energética.

La experiencia internacional es valiosa. En Colombia se redujo sustancialmente el robo de combustibles sin provocar desabasto, gracias a un sistema de esferas y elementos geométricos en los poliductos que obstruyen las perforaciones ilícitas. También se desarrollaron sistemas de detección de fugas que identifican la localización exacta de las perforaciones y la cuantificación del volumen perdido.

Asimismo, la implementación de nuevas tecnologías se complementó con el endurecimiento a los castigos por dicho robo y el fortalecimiento de las instituciones que persiguen ese delito.

En México ya se ha realizado un primer acercamiento para entender la experiencia colombiana. Debe aprovecharse el marco de la reforma energética para incrementar la producción y uso de energía de fuentes renovables.

El episodio actual es una buena oportunidad para reflexionar sobre lo contaminante, riesgoso y oneroso que resulta para la población la forma en que nos transportarnos, nuestro crecimiento urbano horizontal en lugar del vertical y nuestra elevada dependencia de los hidrocarburos. La meta debe ser convertirnos en un país más moderno, eficiente y competitivo.

México no puede darse el lujo de presumir que todo lo que se hacía antes estaba mal, sin antes hacer un estudio objetivo y profundo. Es urgente que las decisiones subsecuentes se tomen con mayor análisis y cuidado a fin de evitar crear problemas graves donde antes no los había.

Siempre es bienvenido un gran ánimo y muchas ganas de resolver los problemas sociales, sin embargo, también es necesario talento para que no nos salga más caro el caldo que las albóndigas, como se dice coloquialmente.

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