Coronavirus: la pandemia que nos recordó las desigualdades
COMPARTIR
TEMAS
En las redes sociales aparece el tuit de la estrella juvenil del momento viviendo en cuarentena con lujos a su alrededor, o la fotografía del multimillonario deportista en su mansión disfrutando de un enorme cuarto con todos los privilegios.
Pero en otro lado, mientras las autoridades sanitarias piden resguardarse en casa, hay en México 24.7 millones de personas con la carencia social del acceso a los servicios básicos en la vivienda. En Coahuila son 119 mil 300 personas. Otras 13.8 millones de personas tienen carencias por la calidad y espacios de la vivienda. En Coahuila son 136 mil 400 personas en esa situación. Todas, cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Además, 11.6 millones de integrantes de un hogar viven hacinados, según la Encuesta Nacional de Hogares (ENH) del Inegi.
Otra cifra: más de 10.8 millones de familias viven en una vivienda que rentan o que les prestan.
El #QuédateEnCasa debería convertirse en un #NoTengoCasa o #ApenasTengoCasa o algo por el estilo.
No es que la pandemia por el COVID-19 haya desnudado las carencias y rezagos de muchos rubros sociales y económicos, culturales o laborales, sino que más bien nos recordó que allí están. Que nunca se han ido y que son una marca de oprobio para la sociedad.
En la semana, en las páginas de VANGUARDIA publiqué la historia de la familia de Carmen Luna, una de tantas familias mexicanas que no pueden cumplir con la educación en línea, simplemente porque no tienen una computadora y se han visto en la necesidad de seguir las clases vía WhatsApp. De hecho, 19.8 millones de hogares mexicanos no tienen acceso a una computadora y en más de 10.6 millones de hogares se debe a cuestiones económicas, según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH 2019) del Inegi.
Además, 15.5 millones de casas en México no tienen acceso a internet. Es decir, aunque tuvieran computadora, no hay acceso a una cuestión considerada como derecho humano universal, según la ONU, pues el internet es considerado como un “facilitador de enormes oportunidades para la educación asequible e inclusiva a nivel mundial”.
La pandemia nos recordó la brecha digital que existe en Coahuila, en México y en el mundo. Mientras algunas instituciones –principalmente privadas– han podido sortear la educación a distancia, muchas otras –la mayoría– han quedado rezagadas por la capacidad e infraestructura de las instituciones o por las carencias de las familias.
Por si fuera poco, 21.1 millones de personas en México padecen de rezago educativo, según los últimos datos del Coneval. En Coahuila la cifra es de 358 mil 700 personas.
Hablando de derechos, otro es el acceso al agua. Según la última Encuesta Nacional de los Hogares, a más de 4 millones de hogares en México se les dota de agua cada tercer día, a más de 1.6 millones apenas dos veces por semana, a más de 1.3 millones una vez por semana y en un millón de hogares sólo “de vez en cuando”. Para más de 8 millones de hogares la pregunta: ¿cómo seguir las indicaciones de lavarse las manos si no tienen acceso regular al agua?
Muchas noticias han corrido respecto a manifestaciones de personas que aseguran que la cuarentena ha acentuado el hecho que no tienen para comer. De niños que cambian sus juguetes para la comida de su familia. Según las cifras de Coneval, 25.5 millones de personas en México sufren de acceso a la alimentación. En Coahuila son 561 mil 400 personas que sufren esa situación.
AL TIRO
La pandemia también nos recordó que la mitad de los mexicanos ocupados percibe menos de dos salarios mínimos al mes, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). En Coahuila es el 47 por ciento. Así mismo, 31.5 millones de mexicanos trabajan en la informalidad.
También no debemos olvidar que miles de mujeres están siendo violentadas y que miles de niños sufren violencia en sus casas. Que los indígenas siguen siendo un grupo vulnerable que no ha sido atendido en esta pandemia.
¿Qué condiciones, atenciones y cuidados –en esta emergencia sanitaria– hemos dejado para los más de 3 millones de personas mayores de 65 años con al menos una dificultad como ver, oír, caminar o subir escaleras?
En cuanto a salud mental, ¿estamos preparados para atender a los más de 3 millones de personas que toman diariamente antidepresivos (según la ENH)? ¿Qué hay de los adictos que han encontrado centros de rehabilitación cerrados?
Mientras unos pocos presumen sus privilegios en esta crisis sanitaria, otros que son mayoría han visto acentuada su condición. Por ello, se tiene que empezar por reconocer que la pandemia afecta en mayor medida a los grupos vulnerables.