De mujer policía a ‘teibolera’

COMPARTIR
TEMAS
No faltará quien manifieste su indignación porque la fugaz agente de la policía municipal de Escobedo, Nidia García, haya decidido dejar el uniforme de la corporación policiaca para quitarse la ropa ante la mesa que más aplauda ¡que baile la niña!
Para las mujeres que a diario luchan por la igualdad y contra los viejos roles del género femenino no deja de ser un episodio decepcionante. Pero el hecho mismo de que una mujer se quite la ropa es un acto de liberación de la Eva ancestral que horrorizada descubre su desnudez a la sombra del árbol del bien y del mal. Pero que cobre por encuerarse es otra cosa, aunque de los strippers masculinos nadie se indigne.
De cualquier forma, no es fácil dejar atrás esa disyuntiva moral con la que siempre se ha comparado a la mujer “decente” con respecto a la que se considera una “perdida”, criterio maniqueo con el que hoy es vista Nidia García, la mujer policía de Escobedo, Nuevo León, que ha dejado el uniforme para convertirse en una rutilante “teibolera”.
La conducta socialmente aceptable no la pretendemos dictar en esta columna, simplemente vamos a comparar la actuación de algunas mujeres y la influencia que sobre cuestiones de género pudieran tener.
Seguramente que pocos recuerdan a Angie Dickinson (Police Woman), la mujer policía más famosa en las series de televisión.
Hoy su equivalente sería la detective Olivia Benson (Mariska Hargitay), de la serie “La Ley y el Orden”.
La sargento Anderson (Angie Dickinson) surge en las series de corte policiaco como una opción femenina en los tiempos en que el tema era dominado por figuras masculinas; Kojak, Baretta, Columbo, los Intocables, etc. El papel de la detective Anderson, de la Policía de Los Ángeles, inspiró a que miles de mujeres se unieran a las fuerzas policiales en los Estados Unidos.
En la vida real, la rubia Dickinson, nunca permitió que se le encasillara como símbolo sexual entre las rubias platinadas de su época. Tiene un doctorado honoris causa por su influencia positiva en las mujeres de su país.
El caso de Mariska Hargitay es parecido, su papel como la detective Benson, de la Unidad de Víctimas Especiales de la serie policíaca “La Ley y el Orden” la ha llevado a presidir, en la vida real, la Fundación “Joyful Heart”, una institución dedicada al tratamiento y protección de mujeres y menores abusados, de víctimas de la violencia doméstica y a sobrevivientes de abuso sexual.
Trayectorias muy diferentes al de otras mujeres que escogieron el camino de la farándula y la degradación, como sucedió con Marilyn Monroe, caso paradigmático de la estrella ultrajada, explotada, prostituida, enviciada y posiblemente asesinada, víctima dolorosa de la trata y de padrotes infames y destructivos como Sam Giancana.
Mujeres hay que ascienden en aire y luz, que son ejemplo e inspiración para su género. Otras prefieren la noche y la calle donde un sino fatal las lleva con los Giancana o con el tal Chavana, que para el caso es lo mismo, y aunque a usted le parezca un disparate la comparación de estas mujeres tan distantes, en el fondo se trata de la misma mujer, “suave como gaviota, pero felina y etcétera”.