Economía vs. Humanidad: Una pelea a muerte en tiempos de pandemia

Politicón
/ 2 mayo 2020

En el ring había ya un  solo contendiente que había mandado a la sombra a los demás. El poder económico dominaba todas las peleas. Aún los más recientes contendientes tan poderosos como la tecnología y la información le estaban subordinados. Las ideologías tan de moda del siglo antepasado, (izquierda-derecha, capitalismo-socialismo, democracia-dictadura), habían sido divididas y diluidas de tal manera que solamente eran reconocibles en sus extremos. Todas luchaban por poseer el mayor poder económico para ganar y mantenerse en el poder del ring.

Inesperadamente surgió un enano tan inofensivo como minúsculo. El “coronavirus” empezó a enfermar a unos cuantos, se multiplicó en las sombras de la ignorancia y de la arrogancia económica (que también dominaba a la política). Pero llegó a tal grado su poder virulento que fue declarado pandemia, o sea un contendiente del poder económico global que había ignorado la vida humana como la fuente de su poder.

El peso completo de la economía se fue debilitando en cada país cuando la vida de sus ciudadanos se fue extinguiendo “exponencialmente”, el poder de la muerte cada día se fue multiplicando. El poder económico “tiró la toalla”, se bajó  del ring y mandó a todo mundo al confinamiento hogareño.

La economía encausó todo su poder a la revancha, a conseguir el tratamiento, la estampita, la vacuna o lo que fuera para vencer al criminal contendiente. Mientras tanto en el ring  mundial, el coronado “coronavirus” seguía asfixiando, angustiando y asesinando con su poder, que se multiplicaba exponencialmente en cada continente.

Hoy, paradójicamente la pandemia asesina ha provocado la fuerza vital del ser humano: el humanismo con su espíritu y cultura solidaria, con todos sus valores personales y sociales que estaban marginados por el poder económico, es hoy el antídoto de la enfermedad y la muerte virulenta. La generosidad, la sana inteligencia y la sabiduría humana, van ganando la pelea gradualmente. Siguen recibiendo golpes mortíferos cada día, pero el virus va perdiendo su poder.

El poder económico también es exponencial. Se multiplica y reparte de manera desequilibrada. Sin embargo su vitalidad y fortaleza dependen del trabajo y el capital económico, que también es trabajo inteligente. El trabajo del hombre es la fuerza que nace de la vida, lo nutre, lo educa y lo desarrolla, construye la sociedad en que vive. No es algo accidental de lo que se puede prescindir, ni un arete que solamente adorna al operario, al ejecutivo, al campesino o al profesionista. Es la fuente misma de la economía. Por ello después de la enfermedad, el desempleo es una desgracia social y no solamente personal o familiar.

Ambos poderes, el virulento y el económico, existen porque se multiplican. Sin embargo el poder económico tiene el peligro de sacrificar lo humano por lo económico. La salud de los que trabajan, la dignidad humana, los derechos y la justicia adquirida con voluntad democrática, están amenazados, si la recuperación económica se vuelve prioridad absoluta y se convierte en una desleal competencia política, partidista, comercial o social.

El cuidado de la salud y la vida humana debe estar respaldado por el inteligente sacrificio del poder económico que tiene la responsabilidad de mantener vivo al que le da de comer.

Lo más trágico que le puede suceder a nuestra nación, es que el poder político se suba al ring como contendiente, en lugar de estar abajo sirviendo y multiplicando exponencialmente la recuperación sustentable, laboral y económica.

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