'El hombre desplazado'

Politicón
/ 12 febrero 2017

El pensador Tzvetan Todorov falleció este martes en París a los 77 años, “víctima de complicaciones derivadas de una enfermedad neurodegenerativa”, según un comunicado difundido por su familia. Filósofo, lingüista, semiólogo y teórico de la literatura, Todorov habrá sido uno de los observadores más lúcidos del desorden de las sociedades contemporáneas. Humanista de aliento crítico, dedicó su obra a estudiar la alteridad, la barbarie, los límites de la libertad individual y el espíritu de insumisión ante circunstancias adversas. Nacido en 1939 en Sofía, pero formado en la ebullición intelectual del París de los sesenta, el filósofo obtuvo la nacionalidad francesa en 1973, tras escapar de la Bulgaria comunista, de la que guardó un recuerdo traumático.

SU FORMACIÓN
Como todo “hombre desplazado”, como le gustaba autocalificarse, Todorov se distinguió por su espíritu inclasificable y su afición a traspasar fronteras entre disciplinas. Se mantuvo a una distancia prudencial de los apóstoles del posestructuralismo, como Foucault o Derrida, y nunca acabó de encajar entre los llamados nuevos filósofos, los jóvenes y mediáticos pensadores que emergieron en los setenta, encabezados por Bernard-Henri Lévy y André Glucksmann.

 Doctor en Psicología desde 1966, Todorov se especializó en el análisis de la poética y la retórica. Tradujo a los formalistas rusos y firmó un volumen de referencia sobre el género fantástico (Introducción a la literatura fantástica, 1970), antes de renovar las teorías sobre el relato sirviéndose de los postulados de la semiótica. 

La experiencia del exilio durante su juventud le convirtió en un militante infatigable contra los totalitarismos y en un crítico feroz respecto a las atrocidades cometidas en nombre de la utopía revolucionaria, como reflejó en La experiencia totalitaria (2010). 

Se opuso también la doctrina ultraliberal, que le parecía igual de inhumana, y abogó a menudo por la búsqueda de terceras vías. Durante los setenta apoyó la intervención estadounidense en Vietnam, pero no la segunda guerra de Irak. 

“El derecho de injerencia es un concepto peligroso, que puede ser utilizado para justificar cualquier agresión, como lo fue el concepto de civilización en tiempos de las guerras coloniales”, escribió en Le Nouvel Observateur en 2004. La única excepción, para Todorov, llegaba en caso de genocidio. “Cuando sucede, hay que hacer todo lo posible para detenerlo”, sostuvo. 

VIDA PERSONAL
> Todorov estuvo casado entre 1981 y 2014 con la escritora canadiense Nancy Huston, con quien formó una pareja que fue toda una institución de la vida intelectual francesa.
 

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