El TPP ¿igualdad para desiguales?
COMPARTIR
TEMAS
El acuerdo transpacífico no representa un pacto comercial, es la estrategia de Estados Unidos para enfrentar a China
MÉXICO.- La utopía del libre comercio es aprovechada por el pragmatismo de quienes conocen y aplican el poder de la intervención y de la influencia en las decisiones de política económica de los Gobiernos.
¿Hay igualdad entre desiguales? La razón del cuestionamiento radica en que la lógica general de la apertura, al estilo mexicano, confía en que las reglas del comercio internacional serán respetadas por todos, y que en el mediano plazo ello conducirá a un comercio justo.
Evidentemente que eso no ocurrirá, particularmente cuando involucra a naciones que ven a las exportaciones como el mecanismo de crecimiento que su mercado interno no le da. Conocen que deben alcanzar un superávit comercial, para lo cual es necesario que el contenido nacional de su producción y exportación sea elevado.
Comprender lo anterior es fundamental para reconocer que una debilidad de la integración económica al estilo mexicano es descuidar a la base productiva de la exportación: pasar de la maquila a la generación de bienes y servicios de alto valor agregado, para lo cual se requiere de una industria transformadora de gran capacidad productiva.
Bajo la lógica de dicho argumento se puede entender otro boquete que existe en la estrategia de apertura mexicana: se estima que con la firma de acuerdos comerciales será suficiente, porque las reglas ahí establecidas serán respetadas y porque se establecen periodos de tiempo para implementar una apertura que se piensa es gradual.
Existen varios puntos a resaltar
El primero es que se desconoce la historia económica de los participantes en un acuerdo como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP).
Los integrantes de la parte asiática desarrollaron, durante décadas, una política de desarrollo industrial activa, abierta y en plena coordinación con su sector privado. Con ello prepararon grandes y medianas empresas estratégicamente enfocadas al sector manufacturero.
Entendieron que la teoría de las ventajas comparativas no es suficiente cuando las ganancias se encuentran en construir ventajas competitivas. En consecuencia prepararon los pilares de la política industrial: educación de calidad, innovación, progreso tecnológico, infraestructura, empresas productivas, capacidades logísticas, financiamiento productivo, gobierno eficaz y eficiente, comunicación con el sector privado, por citar algunos de los relevantes.
Lo anterior no se alcanza en 10 o 15 años, periodo de apertura comercial máxima que normalmente se da en acuerdos como el TPP. Para ello se requiere de una generación y política industrial, al menos. Los países asiáticos ya lo han realizado.
No desarrollar una estrategia de política industrial activa y bien enfocada para atender los requerimientos de un acuerdo como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) es patear el balón hacia los siguientes 10 o 15 años, una salida de política sin sentido económico de eficacia. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte es una lección que en México no se termina de asimilar.
Un segundo elemento a considerar es que el TPP no representa un acuerdo comercial, es la estrategia de Estados Unidos para enfrentar a China, pero al mismo tiempo representa un interesante ejemplo de cómo el país asiático integra a algunos de sus alfiles, como Vietnam, en la lógica de comercio exterior norteamericano. Eso no se debe obviar.
El tercer aspecto son las grandes empresas trasnacionales, las doscientas que controlan el comercio de las manufacturas. Tienen la dimensión económica de países enteros, hasta de regiones. El mundo representa su fábrica, de un lado obtienen recursos naturales, de otro mano de obra barata, buscan la mejor posición logística para producir y comerciar, así como el capital humano y los energéticos necesarios para elevar su productividad y competitividad. Influyen sobre gobiernos y sociedad local. Eso también es parte de acuerdos como el TPP.
Por tanto quien piense que es suficiente con las reglas escritas en un acuerdo comercial desconoce de geoeconomía y geopolítica, y que eso no hace iguales a los desiguales.