Claudia Sheinbaum: 100 días de la nueva presidencia... y persisten retos económicos

Opinión
/ 10 enero 2025

Las empresas gubernamentales de la 4T no han tenido un solo éxito, y ahora hay que agregar a Mexicana de Aviación

Ya se cumplieron 100 días de la llegada de la doctora en física Claudia Sheinbaum Pardo a la Presidencia de la República. Su triunfo fue arrollador y sin cuestionamientos. Políticamente ha enfrentado varios retos y, en lo económico, lo que se puede decir es que hay todavía muchos pendientes que se tienen que resolver, algunos en el corto plazo y otros en el mediano plazo y otros tantos inmediatamente para poder cambiar un rumbo que está poniendo a temblar a inversionistas porque México crecerá muy poco, de acuerdo con las proyecciones de diversos analistas en los siguientes dos años: 1.4 por ciento y 1.6 por ciento en 2025 y 2026 respectivamente.

En lo más urgente, la Presidenta tiene que enfrentar a Donald Trump en su intento por imponer aranceles a los productos mexicanos. No puede ser por la vía de la retórica que detenga la situación, debe ser una estrategia económica clara para evitar que haya una afectación a las exportaciones nacionales y, con ello, una caída del empleo nacional. Además, esto puede tener consecuencias graves para el tipo de cambio que seguramente se depreciará por la incertidumbre financiera, más que por fundamentos reales de la economía. Al final, importa más la especulación que la realidad económica para los inversionistas.

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La doctora no ha dimensionado el problema sumamente grave que tiene Pemex. No tiene dinero porque se está cayendo su producción y la deuda que tiene es muy elevada, pues ésta asciende a 97 mil millones de dólares. La producción ya está en un millón 700 mil barriles de petróleo diarios, muy por debajo de los 2 millones que se propusieron desde el inicio del sexenio anterior. Este hecho, más que una crítica, es un indicador de los problemas que se tienen para poder generar recursos en esa empresa y en consecuencia mantenerla viva, literalmente porque sin el apoyo del gobierno federal, la empresa habría salido del mercado hace mucho tiempo. En este tema habrá que buscar soluciones inmediatas porque la petrolera nacional está consumiendo recursos del erario que no se tienen.

Los recortes presupuestales diseñados para reducir el déficit fiscal del 6 por ciento no dan margen para estar financiando a una organización que no sólo tiene deudas con proveedores, sino también con tenedores de bonos que exigirán su pago o una reestructuración de largo plazo a una mayor tasa de interés. La compañía tiene alrededor de 9 mil millones de dólares millones en deuda que vence en 2025 y aproximadamente 13 mil millones de dólares que vencen en 2026, año en que los vencimientos alcanzarán su punto máximo.

En el caso de la otra paraestatal importante, la CFE, la situación es casi la misma, pues tiene una deuda de 508 mil millones de pesos (al 3er trimestre de 2024) y tampoco tiene para pagar. El reto para la presidenta en este caso es que sin electricidad, no habrá empresas que se localicen en territorio nacional y eso frenará todo el sistema económico. La buena noticia es que ya dijo que habrá asociaciones público-privadas para la cogeneración de energía. Sin embargo, no se ha dicho cuándo iniciará con este esquema y en qué condiciones operará.

Las empresas gubernamentales de la 4T no han tenido un solo éxito, y ahora hay que agregar a Mexicana de Aviación, que está a un paso de la quiebra. Se quiere crear una empresa de autos eléctricos con un presupuesto inicial de 25 millones de pesos, es literalmente nada para empezar un proyecto que requiere cientos de millones de pesos y decisiones rápidas que permitan competir a estos autos del “bienestar” con la amplia oferta que ya existe. Si esos autos son baratos porque el gobierno está usando nuestros impuestos, será un error. En cualquier caso, los primeros resultados emergerán allá por el año 2030, de acuerdo con lo dicho por la presidenta, que insisto, no tiene los recursos necesarios para crear empresas que desde su formación, no son competitivas.

Lo que preocupa a propios y extraños es el aumento de la deuda federal. En el informe de finanzas públicas del mes de noviembre el gasto programable creció 14.9 por ciento en términos reales, 20 por ciento en términos nominales. Llama la atención el aumento del gasto de la Secretaría del Trabajo con un 108.6 por ciento y el apoyo en bienestar que creció un 28.5 por ciento. El problema para la presidenta es que mientras crezca el gasto, más crece el déficit financiero y ya para noviembre la deuda bruta del sector público federal rebasó los 18 billones de pesos, cuando al inicio de año era “solo” de 15 billones. En pocas palabras, se sigue pidiendo muchísimo dinero prestado, excediendo hasta noviembre en medio billón lo autorizado por el Congreso para 2024.

La deuda ocasionará pagos de intereses, que para nuestro país es algo complicado porque no hay dinero. La idea de un estado de austeridad “franciscana” desapareció cuando más se necesitaba. Los programas sociales no tienen un fondeo dedicado, más bien se toma dinero de donde se puede y en algunos casos se deja a secretarías o departamentos gubernamentales con apenas dinero suficiente para pagar sueldos. A la aviación mexicana, a esa dedicada al control y operación de vuelos, se le redujo un 12 por ciento su presupuesto operativo cuando en todos los países del mundo es al revés, siempre se aumenta el presupuesto por cuestiones de seguridad que repercuten en el cuidado de la vida de los ciudadanos. De esta forma, la mejor tecnología, la capacitación de controladores y pilotos, se sacrifica en aras de más gastos, que hasta ahora no se ha definido exactamente a dónde ha ido ese dinero, solo sabemos que no va a donde realmente importa y están creando un boquete financiero que tendrá que pagarse en cuando menos 20 años.

En el mediano y largo plazo, la doctora Sheinbaum tendrá el reto de mantener vigente un tratado de libre comercio que ha sido ventajoso para México en atracción de inversión, generación de empleo y ampliación del consumo. También tendrá que crear un sistema fiscal enfocado a financiar los programas sociales y la infraestructura para las empresas, como carreteras, espacios industriales, electricidad y hasta sistemas hídricos. Así mismo, deberá crear los mecanismos para que las empresas paraestatales funcionen, porque en caso contrario el país tendrá grandes pérdidas. Para el muy largo plazo quedará pendiente la definición del legado que dejará a las futuras generaciones. Por lo pronto, son muchos más los retos de corto plazo y las deudas inmediatas, por lo que la presidenta no tendrá tiempo para pensar en el mañana.

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