Elogio a la locura 1 (versión pirata)
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La catarsis del mentor. Definitivamente ya lo perdimos. Siguiendo con la elocuencia característica, el profesor Moreira concedió una entrevista a un medio de comunicación en la que se alcanza a escuchar: “Me pegaron tanto mis enemigos políticos porque de ese tamaño es el miedo, y el panorama político del Estado se está calentando. Te digo, en las encuestas que se realizan en Saltillo me dan un triunfo electoral de 3-1. Ahí están las encuestas, y el que las mande hacer que las pague… las otras… ésas de sondeo, de votar por Internet… Yo hice cuatro maestrías y una de ésas es de redes sociales… o sea, son muy mañosas… No, encuestas reales, cara a cara, con urna, con boleta, como si fuera una elección… vamos tres a uno… Y eso después de las toneladas de estiércol que me han echado… No puedo reelegirme de Gobernador, pero puedo ser Alcalde… puedo ser Diputado... La deuda equivale a lo que costó la campaña de comunicación de Felipe Calderón… La mía no, la mía ahí está en las narices y en los ojos de todos… Y aquel bocón que quiera decirme algo… Si usted se quiere dejar engañar, pues déjese engañar… pero entonces ya no vayan a ver la plaza, ya no vaya al paseo del río, ya no vaya al teatro, ya no pase por las obras nuevas que hicimos, las vialidades nuevas… que su marido renuncie al trabajo si lo consiguió con las empresas que yo traje, y entonces sí tendrá la autoridad moral de decir: ‘¿oye y la deuda?’”.
¿Más evidencias? Ahora resulta que el señor quiere recoger sus pitufos porque lo hicieron enojar.
Según un experto en construcción, si hoy día se tiraran los puentes “de la gente” y se volvieran a construir, no costarían ni una tercera parte de la deuda a 100 años que nos endilgó el citado ex-Gobernador. Lo que oculta el ex funcionario es que durante su quinquenio recibió 149 mil millones de pesos de participaciones federales para gastos disponibles, y que de ambas cantidades no dio cuenta. De ese tamaño es su miedo.
El ocultamiento del redentor. Corría el año de 2010, el 11 de febrero para ser exacto, y los diarios locales referían la gran marcha de los cacerolazos: “Con una gran concentración en la Plaza de las Ciudades Hermanas concluyó esta tarde la jornada de protesta convocada por el PRI para manifestar el rechazo al incremento a la política económica del presidente Felipe Calderón y en especial al alza en los combustibles; es decir, al ‘gasolinazo’. Partiendo del Ateneo Fuente, una marcha de alrededor de 300 estudiantes encabezados por el presidente del PRI en Coahuila, Rubén Moreira, recorrió la avenida Venustiano Carranza hasta internarse en el primer cuadro de la ciudad para luego reunirse con mil manifestantes de organizaciones como la CTM, CROC, CROM, UNTA, Antorcha Campesina y priístas, que esperaban ya en la plaza donde para concluir la protesta se realizó un mitin”.
Hoy día, miles de coahuilenses estamos esperando la señal del actual Gobernador para blandir nuestras cacerolas y protestar por el incremento desmedido a la gasolina, que está encendiendo a éste México bronco. Usted nos dice a qué hora, señor Gobernador.
La locura encarnada. Maestro en el arte de la simulación, el abogado gobernante está manejando sus cartas en vías de una sucesión anunciada que podría llevar al delfín Riquelme al Gobierno de Coahuila (sólo una suposición nefasta). Marca distancia con su hermano menor, aquél que le heredó el mando y el poder, pero mediante acuerdo razonado.
Los espacios políticos darán cabida a gente de Humberto en el Congreso y en algunas alcaldías, una trama macabra pactada en la mesa familiar con el resto de la cofradía.
Los nombres pronto saltarán a la luz con los nominados a esas posiciones, que llevan la marca de del dúo tenebroso que ha gobernado en los últimos 11 años a esta agraviada tierra. Al tiempo.
La intención es que en la rebatinga, el electorado se confunda o simplemente llegue al hartazgo y no acuda a las urnas electorales (la jugada favorita de Aguillón).
Sólo que en ese escenario los priístas no han tomado en cuenta que en Coahuila también se piensa y se sabe cobrar facturas. Tic-tac, el tiempo del desalojo está llegando.