Hora difícil

Politicón
/ 16 enero 2016
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Un turista norteamericano se topó en cierta calle de París con una audaz cocotte que lo arrastró a su budoir en la Rive Gauche. Preocupado por la forma de pago –no traía cash- le preguntó: “¿Qué te parece American Express?”. “Está bien, monsieur –respondió ella-. Lo haré lo más rápido que pueda”… Es difícil explicarle a un niño por qué papá se pone cada día más canoso, y mamá cada día más rubia… Afrodisio le dijo a Simpliciano: “Sé que andas de  novio con esa muchacha a la que le dicen ‘La tos ferina’”. El boquirrubio se amoscó: “¿Por qué le dicen así?”. Contestó Afrodisio: “Porque todos la tuvimos alguna vez”… Jamás diré yo mal de Humberto Moreira Valdés. Es mi amigo; lo ha sido desde que él era joven y yo aún no tan viejo. Amigo mío fue igualmente su padre, maestro inolvidable, y lo es también Rubén, su hermano, mi alumno ayer, gobernador de Coahuila hoy, de quien he recibido muestras de afecto que siempre voy a agradecerle. Nunca diré yo mal de Humberto Moreira, lo reitero, y menos ahora que ha entrado en una dolorosa vía que quién sabe cuándo terminará. He dicho muchas veces que escribo más con el sentimiento que con el pensamiento. Tácheme quienquiera de ser mal periodista: prefiero eso a faltar a la fe de un amigo, a ser ingrato o desleal. Que me perdone el señor don Aristóteles. Él dijo –o dicen que dijo-: “Amicus Plato, sed magis amica veritas”. Platón es amigo, pero más amiga es la verdad. Sin irrespeto para el Estagirita yo digo al revés: “Amica veritas, sed magis amicus Plato”. La verdad es amiga, pero más amigo es Platón. Y es que la verdad pertenece al mundo de lo razonable, en tanto que la amistad es cosa que toca a la emoción. La verdad es huidiza: lo que para uno es verdadero para otro será falso. La amistad verdadera, en cambio, es firme y perdurable. La verdad es abstracta, a diferencia de la mano del amigo, o de su abrazo. Es cierto que Humberto Moreira incurrió en graves errores, pero igualmente hizo mucho bien al estado que gobernó. Transformó no sólo a Saltillo, sino a todas las poblaciones de Coahuila, grandes y pequeñas. Sigue gozando en su solar nativo de aprecio y popularidad. Si aun después de su defenestración se hubiese presentado en su ciudad como candidato a un puesto público, de seguro habría ganado la elección. La gente sabe que las mayores culpas no fueron de él, sino de malos colaboradores que abusaron de su confianza y su generosidad. No se me escapa que por decir todo esto arrostraré opiniones adversas, y aun injurias. Escucharé con respeto las primeras; las segundas las desoiré. Pero estaré tranquilo, pues escribí pensando no en el parecer ajeno, sino en el juicio de la conciencia y el corazón. Sé bien que todos debemos pagar nuestras fallas y equivocaciones, pero lamento la suerte de mi amigo y estoy con él y con su familia en esta hora difícil.… Muy solemne has estado hoy, escribidor inane. No sé si aplaudir tu manera de sentir o reprochar tu modo de pensar. Me abstendré de hacer una cosa y la otra. En tu caso, sin embargo, recordaré el apotegma jurídico según el cual “In dubio pro reo”, en caso de duda hay que inclinarse por el acusado, y citaré las palabras de Gayo, ilustrísimo jurisconsulto: “Semper in dubiis benigniora praeferenda sunt”. En los casos dudosos la interpretación más benévola debe ser favorecida. Pero basta de latinajos, y cumple ya el ofrecimiento que ayer hiciste, de sacar a la luz el cuento más breve y más pelado en lo que va del año. Lo conoció doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y la lectura de ese chascarrillo le causó un revolvimiento gástrico tan fuerte que su médico de cabecera tuvo que administrarle una tisana de hojas de viborán con polvos de tartrato de potasio y antimonio, enérgico vómico y emético. No me sorprende el mal que acometió a la ilustre dama: tu relato, en efecto, aunque está formado por solamente 14 palabras, es en extremo majadero. No lo leeré, pues soy persona de buenas costumbres y moral estricta, pero le pediré a alguien que me lo lea… La mujer le dijo al hombre: “No uses preservativo. Me gusta la comida orgánica”… (No le entendí)… FIN.

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