La Pandemia que no es igual para todos

Politicón
/ 29 julio 2020

Por ejemplo, países como México _y los de América Latina_, poco tienen que ofrecer en sistemas de cobertura y protección al desempleo y en matería de políticas para preservarlo

No existe la necesidad, ni la obligación de tener datos duros, para saber que la pandemia del COVID ha provocado disparidades y confusiones en todo el abánico del ser humano, principalmente, viviendo en sociedad o, subsistiendo en sociedad.

Por ejemplo, países como México _y los de América Latina_, poco tienen que ofrecer en sistemas de cobertura y protección al desempleo y en matería de políticas para preservarlo. De acuerdo a un informe especial de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre la evolución y los efectos del COVID en América Latina, señala que los efectos económicos son cada vez mayores y desiguales y, en sus mensajes claves, destaca el discurso de procurar una reactivación con igualdad.

Como corolario, en el documento, proyecta, que el número de personas en situación de pobreza se incrementara en poco más de 45 millones en el 2020, una cifra que representa el 37% de la población latinoamericana. La CEPAL recomienda que “Los esfuerzos nacionales deben ser apoyados por la cooperación internacional para ampliar el espacio de política a través de mayor financiamiento en condiciones favorables y alivio de la deuda. Asimismo, avanzar en la igualdad es fundamental para el control eficaz de la pandemia y para una recuperación económica sostenible en América Latina y el Caribe”.

Sin embargo, la informalidad laboral que caracteriza a paises como México, aunado con la desigualdad, merman la posibildad de hacer frente a la pandemia. De acuerdo a estudios especializados _con datos duros_ 52 millones de personas podrían caer en pobreza y 40 millones podrían perder sus empleos en la región de América Latina y el Caribe, lo que ineludiblemente implicaría un retroceso de más de diez años para la región.

La otra cara de la moneda.

Evidentemente, la pandemia no afecta a todos por igual, existe en esta región una élite que se mantiene inmune al contagio de las crisis economicas. Desde que comenzó el confinamiento, existen cerca de 8 nuevos millonarios _o más_ que superan un patrimonio superior a los mil millones de dólares. Causalmente las personas más ricas de la región han aumentado su fortuna.

Por su parte, la confederación internacional Oxfam, recomienda una serie de medidas que recaigan principalmente entre los que más tienen, como por ejemplo, un impuesto sobre el patrimonio neto de las personas más ricas o la adopción de paquetes públicos para el rescate de empresas que sean viables de ser salvadas. La propia organización, menciona que con el aumento de riqueza en pocas personas, estima que las fortunas han incrementado “en un total de 48.200 millones de dólares entre el mes de marzo y junio, período en que el COVID-19 se instaló con fuerza en la región. Esto equivaldría a un tercio del total de recursos previstos en paquetes de estímulos económicos adoptados por la gran mayoría de países de la región”. A pesar de los esfuerzos de los gobiernos, la realidad es distinta: la mayoría de la población se arriesga a ser contaminada por no perder el empleo o comprar alimentos, los menos, no tienen de que preocuparse.

México, de acuerdo al coeficiente de Gini (que elabora el Banco Mundial) se encuentra entre los 15 países con mayor disparidad entre ricos y pobres. De acuerdo con datos del INEGI, los hogares más pobres en nuestro país vive diariamente con 101 pesos, mientras que los hogares más ricos, viven _los menos_ con 1853 pesos diarios. La diferencia es abismal para nuestro país, tomando en cuenta que, nos encontramos muy cerca en condiciones de países como Colombia, Honduras o Pánama.

Quizá (sin ser especialista) un nuevo pacto fiscal, ya en ciernes para nuestro país, una nueva cultura tributaria en donde todos pagemos impuestos y una tendencia a reducir impuestos hacía aquellos que se encuentren en situación de pobreza, pudiese ser un buen comienzo. Constitucionalmente todos somos iguales ante la ley, y todos gozamos de los mismos derechos y obligaciones pero, trato igual a los desiguales, también es desigual.

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