La relación comercia entre México y Estados Unidos: un dilema de la pandemia que debe afrontarse

Politicón
/ 30 abril 2020

Aunque las cifras de nuevos casos diarios siguen contándose por decenas de miles en Estados Unidos, el Gobierno Federal -y los de varios estados- de aquel país ya hacen planes para reanudar las actividades económicas. En ese proceso, la participación de la planta productiva mexicana es relevante

Una oncena de integrantes del Senado de los Estados Unidos remitió ayer una carta al secretario de Estado de su país, Mike Pompeo, “urgiéndole” a revisar con México el concepto de “negocios esenciales” establecido aquí, a fin de evitar que la cadena de suministros entre ambas naciones se vea afectada por la pandemia del coronavirus.

“Estados Unidos importó bienes por un valor de $346.1 mil millones de México en 2018. Como tal, México cumple un papel integral en la cadena de suministro de los Estados Unidos y es crucial para el funcionamiento de las empresas estadounidenses esenciales, particularmente durante la pandemia de COVID-19”, dice la misiva.

La motivación de la carta resulta bastante obvia: a medida que la curva de la pandemia en Estados Unidos parece ir estabilizándose -aunque el número de nuevos casos diarios en aquella nación sigue contándose en decenas de miles-, los planes para reanudar las actividades económicas van cobrando fuerza.

Debe anotarse también que el hecho de que la mayoría de los firmantes pertenezcan al Partido Republicano hace suponer que existe un componente político -aunque no necesariamente sería el más importante- para urgir al establecimiento de acuerdos entre México y Estados Unidos que permitan garantizar que nuestro país no “frenará” la reanudación de actividades allá.

México cumple un papel integral en la cadena de suministro de los Estados Unidos y es crucial para el funcionamiento de las empresas estadounidenses esenciales, particularmente durante la pandemia de COVID-19"

Es claro, por otra parte, que la definición de “actividades esenciales” establecida en México por las autoridades sanitarias no incluye a muchas de las áreas que forman parte de la cadena de suministros que nos vincula como bloque comercial.

El problema es que el ritmo de la pandemia no es el mismo en ambas naciones y una reanudación de actividades a destiempo, así como el trasiego de personas que ello implica, podría constituir un riesgo sanitario.

Se trata, sin embargo, de una buena oportunidad para discutir seriamente cómo se dará el retorno a esa “nueva normalidad” que implica la pandemia pues, como han dicho repetidamente los especialistas, tendremos que acostumbrarnos a vivir un período largo con el COVID-19.

El confinamiento obligado de las personas y la paralización de actividades económicas que garantiza la reducción de la movilidad social no puede prolongarse de manera indefinida, so pena de hacer colapsar la economía de todo el mundo. Y en ese proceso, países como el nuestro sufrirán más en la medida que la inactividad se prolongue.

No se trata simplemente de acceder a lo que dicten los intereses estadounidenses a cualquier costo. Pero esta podría ser la oportunidad para comenzar a proyectar la forma en la cual vamos a convivir con la pandemia en los meses -tal vez años- por venir.

Todos los gobiernos del mundo están obligados a definir una estrategia para contener la caída y proyectar el repunte. La nuestra, sin duda alguna, se encuentra estrechamente vinculada a lo que hagan nuestros vecinos y principales socios comerciales.

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