Las ideas humanistas de Miguel Ramos Arizpe

Politicón
/ 26 noviembre 2017

Óscar Flores TorresNació en Valle de San Nicolás de la Capellanía, Coahuila, el 15 de febrero de 1775 y falleció en la Ciudad de México el 28 de abril de 1843.

Gran activista político, fue eclesiástico, diputado a las Cortes de Cádiz de 1811, constituyente en 1824 y ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos. Además fue un federalista convencido.

Pero, sobre todo, Ramos Arizpe fue un adelantado a su tiempo, en los aspectos que involucraban las condiciones sociales, políticas y económicas que influían en la realización y desarrollo de los pobladores en esta región noreste de México.

Inició sus primeros estudios en Saltillo, en donde asistió al Colegio de San Juan Nepomuceno, bajo la tutela de su tío Pedro Quintín. Al terminar su instrucción básica, pasó a Monterrey e ingresó al seminario donde estudió latín, filosofía y teología. Se trasladó posteriormente a la ciudad de Guadalajara donde se graduó de Bachiller en Filosofía.

En 1803, Ramos Arizpe fue ordenado presbítero en la Ciudad de México, de donde regresó al seminario de Monterrey como profesor de Derecho Canónigo. Entre 1804 y 1807, permaneció en un curato en la población Santa María de Aguayo, en la provincia de Nuevo Santander, lugar donde conoció de forma profunda las condiciones en las que se encontraba esta región.

Prosiguió sus estudios, y entre 1807 y 1808 obtuvo los títulos de licenciado y doctor en Cánones, en Guadalajara. En efecto, el 4 de agosto de 1810, presentó finalmente su examen en el Colegio de Abogados de México, donde después de su brillante disertación, recibeió el título de doctor en Leyes.

Ante tan indudables méritos académicos y su vasto conocimiento de las regiones septentrionales, Miguel Ramos Arizpe fue designado por el Ayuntamiento de Saltillo (del cual era miembro), para que representara a la provincia en las Cortes de Cádiz, España en 1811. Su papel en la defensa de las provincias del norte novohispano le mereció un continuado elogio en las Cortes, por lo que fue uno de los más entusiastas participantes en la elaboración de la nueva Constitución española de corte liberal.

Feroz defensor del federalismo, le valió para que Puerto Rico, Caracas, las Californias y las Provincias Internas de Occidente también lo designaran su representante.

Al regreso de Fernando VII al trono de España, las Cortes fueron disueltas y muchos de sus miembros padecieron la cárcel. Ramos Arizpe no fue la excepción, por lo que pasó siete años de su vida (1815-1820) en prisión en Valencia, España. En 1820, fue nuevamente elegido diputado a las Cortes. A su regreso a México (1822), participó en la configuración legal de la nueva nación en el proyecto federalista mexicano y en la defensa de la autonomía municipal. Fue diputado al Congreso Constituyente entre 1823 y 1824.

Como representante de la provincia de Coahuila o Nueva Extremadura, en el Congreso, una de las cuatro Internas del Oriente, en la América septentrional, expuso a al Rey de España la precaria situación de las provincias del Nuevo Reino de León, Nuevo Santander y Texas, o Nuevas Filipinas, limítrofes de Coahuila. Expuso extensión y situación local de las cuatro Provincias Internas.

Resaltó la importancia del poblado de Saltillo y el buen carácter de “sus gentes” (donde incluía hombres y mujeres, niños y niñas), debido al “cielo benigno, al agradable clima, al terreno feracísimo, y a la benigna naturaleza”. Igualmente destacó la importancia de la educación pública en esta región de México. El sustento económico lo justificó en la agricultura y sobre todo los frutos principales de ésta: maíz, trigo, viñas, algodones, frijol, pimiento, frutales de todas clases y muy abundantes y delicadas verduras.

Destacó igualmente que este territorio era muy propio para el cultivo de las viñas. Comentó que los viñedos de Cuatro Ciénegas y Sardinas en San Buenaventura: “no ceden en duración, calidad y abundancia de frutos a los de Castilla; se cultivan más en la villa del Saltillo, en donde los mismos europeos prefieren para el pasto el vino de Palomas a los mejores de Europa”.

Para Ramos Arizpe, el despegue de esta región y del conocimiento de sus derechos en esta nueva nación era necesario establecer un sistema adecuado de “Educación Pública” para toda la población; una real “Administración de Justicia”, que realmente ejerza justicia sin los vicios del anterior régimen y, finalmente, un fomento real a población, con hombres y mujeres libres.

Bajo este esquema no nos queda duda que Ramos Arizpe delineó todo un proyecto para no sólo poblar las grandes extensiones del territorio de la nueva nación, sino atraer a hombres y mujeres libres a formar parte de este gran proyecto colonizador. Una nueva lectura de sus obras en pleno Siglo 21 nos muestra que su pensamiento es todavía vigente en muchos aspectos.

El autor es investigador de la Academia IDH

Este texto es parte 
del proyecto de Derechos 
Humanos  de  VANGUARDIA y  
la Academia IDH

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