Migración, remesas y el frenazo económico que debemos al coronavirus
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Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), tan importante en estos tiempos de pandemia, deambulan por este mundo alrededor de mil millones de personas migrantes.
Setecientos sesenta y cinco millones migran dentro de sus propios países y el resto, alrededor de doscientos sesenta millones, migraron a otras naciones. Entre estos últimos, debemos considerar a treinta millones de connacionales que viven, o sobreviven, en territorio estadounidense, doce millones de ellos lo hacen sin la documentación que legaliza su estancia en aquel país.
Si los doscientos sesenta millones de migrantes formaran una nación, ésta sería mayor que Brasil y su economía sería tanto o más fuerte que la francesa. Cerca de doscientos millones de trabajadores migrantes, envían dinero a sus países de origen, esas remesas son fundamentales para que sus familias sobrevivan. Tomé éstos datos de una conferencia TED, que impartió Dilip Ratha, economista hindú, experto en migración y remesas.
En 2018, los trabajadores migrantes remitieron al mundo en desarrollo, cerca de quinientos treinta mil millones de dólares. De esa cifra, más de 35 mil millones de dólares arribaron a México, dejando atrás los ingresos por exportación de petróleo, equivale o supera las exportaciones agrícolas y la inversión extranjera directa.
Las remesas, a diferencia de estas otras actividades económicas, no huyen a la primera señal de adversidad; por el contrario, es entonces cuando más presentes están, para solventar la crisis de cada familia, en medio de la adversidad económica de las naciones. Un dato lo dice todo, las remesas a familias, triplicaban el monto de las “ayudas” que los países desarrollados enviaban a los países emergentes por medio de la cooperación internacional. Utilizo el pretérito porque el arribo al poder de gobernantes populistas conservadores en Estados Unidos y Europa, significó una reducción drástica de esas “ayudas” internacionales.
En México, muchas comunidades sobreviven gracias al trabajo arduo de sus familiares en Estados Unidos. Ni la ayuda gubernamental, ni la dinámica económica que genera el sector privado, les impacta. Por el contrario, su gasto en todo lo necesario imprime un mayor dinamismo a la economía nacional. Ahora con la bancarrota petrolera y el frenazo económico que debemos al coronavirus, las remesas adquieren una relevancia crucial. Prueba de solidaridad y amor son los más de cuatro mil millones de dólares que entraron a México en el mes de marzo. La cifra sorprendió al mismo Banco de México.
También para los Estados Unidos, en plena pandemia, los trabajadores migrantes resultan esenciales para la vida cotidiana y para la economía, son ellos quienes cultivan los campos, se ocupan de la construcción y los servicios, sin su trabajo, Estados Unidos, sencillamente, no funciona.
A pesar de las remesas de marzo, creo que México no saldrá indemne del descalabro económico que está padeciendo Estados Unidos. Más de 26 millones de personas han perdido su empleo, muchos, sin duda, son trabajadores mexicanos. Seguramente lo veremos en una caída de las remesas, aunque eso ya se esperaba en marzo y sucedió lo contrario.
Para México esto será “la tormenta perfecta”, sus principales ingresos están en picada, nuestro conservador Presidente se empeña en sostener la austeridad más ortodoxa, insiste en sus programas sociales destinados a una base de ciudadanos inscritos en una red política electoral de su partido. Más allá de la lógica político-electoral que esto pueda tener, no puede negarse que esos programas tienen un alcance y un impacto limitados. Un sector de la población tendrá un respiro gracias a las maromas ejecutadas por el Banco de México, el sector empresarial, el Banco Interamericano de Desarrollo, con el apoyo subrepticio de la Secretaría de Hacienda. Ese sector es una parte de la economía formal, no será para todos.
Tres grupos se las van a ver negras: los que prestan servicios profesionales o especializados, que viven al día del servicio que prestan. Los trabajadores informales, que no recibirán crédito alguno para sortear la contingencia, y finalmente, millones de mexicanos que verán reducirse sus ingresos porque su familiar, en Estados Unidos, perdió su empleo. Tendrán que rascarse con sus uñas y echar mano de la solidaridad floral en el pueblo. Al mexicano que reside en México y al que chambea en los Estados Unidos, no hay gobierno que lo apoye. A nuestro conservador Presidente no le gusta endeudarse y tiene otras prioridades.
En un tweet del 26 de febrero de 2019, AMLO reconoció a los migrantes, dijo que el fruto de su trabajo constituía el principal ingreso para nuestro país, ¿Se habrá olvidado de ello?
@chuyramirezr
Rebasando por la Derecha
Jesús Ramírez Rangel