Quien no conoce su historia está condenado a repetir sus errores, capítulo México

Heródoto (484 y 425 AC), el padre de la historia, expone de manera clara una de las principales justificaciones de esta ciencia social: “Escribo para que las hazañas de las generaciones que nos precedieron no sean relegadas al olvido”. El historiador teme al olvido, pero creo que más peligrosos que el olvido son el desconocimiento y la tergiversación. El verdadero enemigo de la historia no es lo que se olvida, es lo que se trata de ocultar o se presenta en forma que favorezca a los intereses de un grupo. Por ejemplo, la guerra cristera que se generó entre 1926 y 1929 en México, fue originada por un desencuentro entre el Gobierno Federal y los católicos. El saldo, según las crónicas, fue de no menos de 250 mil muertos de ambos lados. Es un capítulo de nuestra historia que durante mucho tiempo se ocultó, por ser un hecho vergonzoso e incómodo para el gobierno, pero también para la jerarquía católica.

El peligro ahora es que los grupos ultraderechistas, como FRENAAA y Más por México, provoquen un desencuentro entre el presidente de la República y la Iglesia, junto con los feligreses empresariales. Las proclamas de FRENAAA de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva María Siempre Virgen!, así como manifestaciones de furia en contra del comunismo al que, según ellos, López Obrador arrastra a México, es lo que los identifica como de ultraderecha.

Las élites mexicanas parecen estar infectadas de odio. No soportan que el gobierno de AMLO ponga un plato de comida en la mesa de millones de campesinos, de indígenas, de pobres y excluidos.

Es sorprendente que ante un Presidente emanado de una elección democrática surjan movimientos que le cuestionan todos y cada uno de los programas, proyectos y propuestas, y pidan su renuncia acusándolo de que lleva a México hacia el comunismo, además de ser un dictador, ignorante, incapaz y otros calificativos externados sin ningún sustento. Los grupos que están en contra del Presidente están desatando una campaña de abierto hostigamiento, dirigida a derrocarlo.

Por otro lado, una Iglesia Católica, acostumbrada a obtener beneficios del gobierno, no está dispuesta a renunciar tan fácilmente a ellos. Por eso hay curas en diferentes parroquias de México que amenazan con excomulgar a todos aquellos feligreses que se identifiquen con Morena. O un escritor fascista, como Ricardo Alemán, al que le gustaría quemar a todos los morenistas en el Zócalo de la Ciudad de México.

Nunca antes de esta administración surgieran grupos de choque que le reclamaran al presidente en turno sus actos de gobierno. Las personas que ahora insultan a López Obrador en el pasado aceptaron incondicionalmente todos y cada uno de los hechos que hundieron a México, avalados por los partidos PRI y PAN y la clase empresarial. Por poner algunos ejemplos: en 1988, Salinas vendió 250 empresas al sector privado; en 1990 privatizó el servicio público de banca y crédito; en 1992 autorizó la venta de terrenos ejidales y comunales, concesionó la minería a particulares por 50 años, eliminando el impuesto a la extracción de minerales y privatizó minas estatales. Salinas entregó 6 millones 600 mil hectáreas de reservas nacionales a Peñoles, Grupo México y Grupo Carso. Hoy las mineras poseen 25 millones de hectáreas, 13 por ciento del territorio; en 1995 el PRI y el PAN aprobaron el incremento del IVA de 10 a 15 por ciento, vendieron Ferrocarriles Nacionales de México; en 1998 se aprobó el Fobaproa que convirtió la deuda de empresarios y banqueros en deuda pública y que asciende hoy a más de un billón de pesos, y en 15 años hemos pagado por el mismo concepto más de 600 mil millones de pesos de intereses; en 2005 México clasificó entre los países de menor recaudación (10 por ciento) y entre los de más alta evasión, (30 y 40 por ciento); en 2007 se modificó la ley del ISSSTE y entregaron las pensiones de los trabajadores del Estado a banqueros, lo que implica que los trabajadores pagan más por sus pensiones y reciben menos; en 2008 se aprobó la ley de Petróleos Mexicanos que permite otorgar contratos inconstitucionales a empresas nacionales y extranjeras; en 2009 se incrementó el IVA (15 a 16 por ciento), el impuesto sobre la renta (28 a 30 por ciento) y se autorizaron incrementos en gasolina y luz; en 2012 se firmó el Pacto por México después de sobornar a varios legisladores del PAN para aceptar la firma; en 2014 aparece el escándalo de la Casa Blanca; en 2017 se conoció la estafa maestra y, finalmente, para terminar este breve recuento de hechos del pasado reciente, en 2018, 22 exgobernadores fueron acusados por delitos que tienen que ver con corrupción.

El sistema político neoliberal se distinguió entre otras cosas por los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht en México, obra de Felipe Calderón y la complicidad de la cúpula del poder priista, encabezada por Peña Nieto.

Estos y muchos más son los fraudes y actos de corrupción que vivimos en México, por lo que no se ha podido crecer quedando bajo, respecto a otras naciones de la OCDE.

¿Dónde estaban los ahora integrantes de los grupos opositores arriba mencionados, durante los últimos cinco sexenios? ¿Por qué ni los empresarios, ni la Iglesia católica, ni los ciudadanos de clase acomodada, ni los académicos, intelectuales y escritores, ni los analistas y comentaristas de los medios de comunicación reclamaron lo que sucedía, y ahora sí? ¿Será que antes obtenían beneficios y ahora no?