¿Un nuevo año menos 'productivo'?: el derecho al esparcimiento
COMPARTIR
TEMAS
Desde que comenzó el confinamiento por la pandemia en marzo del año 2020, surgió una corriente social que impulsó la bandera de la “productividad” mientras estuviéramos resguardados en nuestros hogares. De esta forma, hubo quienes terminaron ese proyecto pendiente, se inscribieron a múltiples cursos, los que leyeron cientos de libros y los que aprendieron un idioma nuevo.
Sin embargo, también hubo otra gran cantidad de gente que no pudo quedarse en casa, perdió a alguien importante, propiamente se enfermó o tuvo el famoso bloqueo creativo, dificultándole realizar sus actividades cotidianas. Y estas personas, además, resultaron bombardeadas por mensajes en redes sociales sobre su falta de compromiso, disciplina y productividad.
La consecuencia fue un impacto negativo en la salud mental de las personas. Según demostraron investigadores del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey en el estudio “El impacto del COVID-19 en la salud mental durante la cuarentena”, en la contingencia se presentaron incrementos en casos de depresión, ansiedad y estrés. La crisis sanitaria no discriminó en ese sentido.
Particularmente me gustaría hablar de dos cuestiones. Por un lado, distintas empresas privadas e instituciones públicas promovieron el teletrabajo o home office, en donde las y los trabajadores realizaban sus actividades diarias desde el hogar. El problema, sin embargo, se presentó cuando dejaron de respetarse los horarios y la carga laboral fue incluso mayor.
A nivel legal, dicha problemática se está intentando resolver desde el Congreso de la Unión con la regulación del derecho a la desconexión digital. Este derecho consiste en que las y los trabajadores tienen el derecho a no contestar llamadas, emails, mensajes, WhatsApps y demás fuera del horario de trabajo. De esta manera se respetan los tiempos de descanso, permisos laborales, periodos vacacionales y la intimidad personal.
Por el otro lado está el caso de las y los estudiantes que dejaron de asistir a sus respectivas escuelas para tomar clases virtuales. Desafortunadamente, lo que muchos encontraron al regresar fue un tsunami de tareas y un desierto de clases.
Respecto a esta situación, desconozco el por qué algunos docentes dejaron de impartir sus clases y optaron por encargar cantidades desproporcionadas de tareas creyendo que eso era sinónimo de aprendizaje. Además, ignoraron la existencia de las desigualdades que se viven día con día, tales como la falta de computadoras, cámaras web o internet.
Pero, ¿cuál es la relación entre la “productividad”, la desconexión digital y las clases en línea? En mi opinión, se trata del derecho al esparcimiento, o más bien la falta de este. Esto se debe a que el estudio del esparcimiento se ha enfocado en su mayoría a temas relacionados con los niños, niñas y adolescentes, según como lo establecen el artículo 4 de la Constitución mexicana y el artículo 31 de la Declaración de los Derechos del Niño.
No obstante, académicas como Cecilia Mora Donatto de la Universidad Nacional Autónoma de México definen el derecho al esparcimiento como aquel que toda persona posee en un Estado democrático para dedicarse de manera voluntaria a descansar, divertirse, desarrollar su formación o participar en la vida social de su comunidad.
De esta forma, la “productividad tóxica” existe porque se nos ha olvidado un pequeño gran detalle de las personas: que somos humanos. Es completamente normal y válido no sentirse con ganas de hacer algo productivo en tus horas de descanso o en tu tiempo libre. Es normal y válido utilizar tu tiempo libre para ver Netflix mientras disfrutas una botana.
No quiero que se me malentienda. Las y los trabajadores y estudiantes tienen obligaciones tanto para con su empleador como para con su escuela y maestros. Esas obligaciones deben ser cumplidas. Lo que deseo dejar claro es que ni la escuela ni el trabajo deben durar 24 horas. Por tanto, puedes disponer de tu tiempo libre para hacer lo que te haga sentir mejor en ese momento.
Como lo dice la autora española Raquel Brune: tu productividad no define tu valor. A veces harás ejercicio, leerás un libro (recomiendo ampliamente “The Art of Rest” de Claudia Hammond), o escribirás un artículo. Y en otras ocasiones dibujarás, pasearás a tu mascota o de plano no harás nada. Y eso está bien. Es un derecho humano. Y es tuyo.
El autor es auxiliar de investigación del Centro de Estudios Constitucionales Comparados de la Academia IDH. Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH