¿Realmente fueron buenas noticias las cifras de empleo?
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Como ya se ha comentado ampliamente, la semana pasada el Inegi publicó el reporte de ocupación y empleo correspondiente al mes de noviembre del 2022. En este tipo de noticias la cifra que más resalta siempre es la concerniente a la tasa de desocupación, la cual se situó en 2.8% de la PEA, frente al 3.7% que se había registrado un año antes.
El análisis del mercado laboral no es tan simple como parece. Algunos cometen el error de limitar su análisis al enfocarse solamente en la tasa de desocupación, dejando de lado a los otros indicadores que el mismo organismo publica en sus reportes. La verdad es que, aunque cueste un poco más de trabajo, es necesario visualizar el panorama apoyándonos en el conjunto de datos que nos aporta el Inegi.
Existen tres maneras de darle contexto a esta cifra del 2.8% (2.84% si somos más precisos, de acuerdo con el Banco de Información Económica del INEGI).
En primer lugar, tendríamos que dimensionar el dato según su comportamiento histórico. En este sentido, tenemos que no se había observado una tasa de desocupación más baja desde el mes de mayo del 2005, cuando el 2.83% de la PEA no encontró trabajo.
En segundo término, es necesario valorar si la disminución en la tasa de desocupación obedece a que realmente la economía está generando nuevos empleos, o bien porque las personas que han estado buscando empleo, se han desistido de hacerlo y ya no siguen buscando. Desde luego lo ideal sería que fuera por la primera causa.
Para visualizar esta situación, requerimos conocer la tasa de participación, que nos indica qué porcentaje de la población con edad de trabajar buscó trabajo o cuenta con alguno. Resulta que en noviembre del 2022 esta cifra fue de 60.8%, superior al 59.6% de noviembre del 2021. Es decir, a pesar de que más personas buscaron trabajo, la economía fue capaz de generar fuentes de empleo que permitieron disminuir la tasa de desocupación. Buena noticia.
Por último, debemos comprender que la tasa de desocupación no nos dice la historia completa sobre las necesidades reales de empleo de la población. Para ello, tenemos que recurrir a lo que se conoce como la brecha laboral, que es la suma de los desocupados, subocupados y población no económicamente activa disponible.
El primer grupo representa a los que buscan empleo y no lo consiguen. Los segundos son aquellos que tienen trabajo, pero manifiestan la necesidad de trabajar más horas. Y los terceros son aquellos que reconocen que por el momento dejaron de buscar empleo, pero que próximamente se incorporarán a la búsqueda de uno.
La brecha laboral es una medición más precisa del mercado laboral. Así en noviembre del 2022, la brecha laboral fue de 11 millones 675 mil 201; por debajo de los 14 millones 695 mil 574 personas que se encontraban en esta condición un año antes. Otra muy buena noticia también.
Por donde se le vea, parece ser que ahora sí tenemos algo que presumir en materia económica.
Catedrático de la Universidad La Salle Saltillo
@guillermo_garza