‘Un palito’: Latinoamérica, 19 países con un sólo idioma, pero diferentes modos de hablar

Opinión
/ 13 abril 2025

Son muy interesantes las diferencias en el modo de hablar que observa uno al viajar por los diversos países latinoamericanos

Hace bastantes años estuve en un desayuno con Carlos Fuentes. Nos contó que en España les hizo una reclamación a los encargados de atribuir premios literarios como el Cervantes, el Príncipe de Asturias, el de Alfaguara, etcétera. Sucede que los jurados han adquirido la costumbre de entregar el premio un año a un escritor de España, el siguiente a alguno de un país hispanoamericano, y así en forma alternativa.

-Yo les dije −comentó el autor de “Aura”− que esa práctica no es equitativa: ellos son un país, y nosotros 19.

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Una veintena de países donde se habla el español... He ahí una realidad muy real. Muy imperial en tiempos de Carlos V, cuando en los dominios de España no se ponía el sol, salvo en los días nublados. Como se ve, España se adelantó a la globalización. Roma también, pero no tanto. Ahora Trump ataca esa globalización y pretende hacer una ínsula de su país.

Por eso deberíamos tener un sentimiento mayor de hispanidad. Los yanquis se han encargado de quitárnoslo, porque ellos quieren América para los americanos. Para los norteamericanos, that is. En cierta ocasión Joel Poinsett, embajador de Estados Unidos en México en tiempos de la Independencia, ofreció un banquete en la capital mexicana. Hizo adornar el salón con dos grandes retratos: uno de George Washington y el otro de Cuauhtémoc. Se negó a poner la efigie de Cortés, pues eso les habría recordado a los mexicanos la parte que tienen de españoles. España está en Europa, y los yanquis no querían nada de Europa en América. Lo sabría después Maximiliano.

En lo que se refiere al modo de hablar el español, son muy interesantes las diferencias que observa uno al viajar por los diversos países latinoamericanos. En Argentina, por ejemplo, casi no se habla nuestro idioma. Puede uno pasarse varios días en Buenos Aires y no reconocer una palabra. Si no tienes un diccionario de lunfardo estás perdido. Y si lo tienes estás más perdido aún. Haría una fortuna el que publicara las letras de los tangos de Gardel con traducción al español.

Cada nación le añade al habla un tono peculiar. En Costa Rica, por ejemplo, la ere se pronuncia a la inglesa. Un tico −es decir, un costarricense− pronuncia el nombre de su país exactamente como lo pronunciaría un norteamericano. Y ni qué decir de las palabras. Tienes que andar con tiento a fin de no meter la pata, y armarte de prudencia para no reaccionar con beligerancia si te dicen ciertas cosas. Una vez fui a dar una conferencia en San José de Costa Rica. Me dijo una señora:

-Don Armando: usted es culero.

Pensé alarmado: “¡Santo Dios! ¡Ya se me nota!”. No; lo que la dama quería decirme es que en la lista de conferenciantes yo era el último, el encargado de cerrar el ciclo. En Costa Rica “culero” es el que va al final en una fila o una serie de algo.

Antes de mí habló en esa ocasión una mujer muy guapa, del Perú. Al día siguiente mi amigo tico me dijo:

-Anoche la puse feliz. Le eché tres o cuatro palitos.

Pensé que estaba presumiendo, pero me equivocaba. Echar palitos significa allá decirle a alguien cosas bonitas, lisonjearlo.

También a mí me dijeron cosas lindas.

Es decir, me echaron varios palitos.

No dije nada.

Todo sea por la unidad de Hispanoamérica.

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