Retorno a las aulas con un grave rezago
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su crudeza, el impacto negativo de la pandemia en el proceso de educación
El sistema educativo coahuilense retomará hoy la normalidad en términos de asistencia de los alumnos a sus salones de clases, pues el 100 por ciento de las escuelas recibirán hoy a la totalidad de los alumnos que tiene matriculados.
Se trata, sin duda, de un retorno deseable porque, el menos en el nivel básico de educación, las modalidades a distancia o híbridas claramente no permiten que los niños y adolescentes avancen en la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades al ritmo deseable.
Sin embargo, el primer reto que enfrentarán quienes tienen a su cargo el sistema educativo es revertir el grave rezago que ha dejado, como uno de sus saldos más negativos, la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2.
No es la primera ocasión en la cual se aborda el tema, pero sí es hoy el primer día en que el fenómeno comenzará a manifestarse en toda su crudeza y demandará de los profesores el empleo de todas sus habilidades para tratar de paliar las consecuencias de más de dos años sin clases “normales”.
Una de las evidencias de este hecho, como lo informamos en esta edición, es la proliferación de “servicios de regularización” que se están ofreciendo a nivel privado e implican un gasto adicional para las familias.
El costo es altísimo: cada clase –de 60 a 90 minutos de duración– que se ofrece para “recuperar” lo que debió aprenderse en preescolar y primaria tiene un costo de entre 150 y 250 pesos. Pero no se trata solamente de sesiones para reforzar contenidos académicos, sino también de terapias de lenguaje, audición y lecto-escritura, pues los efectos negativos del atípico período que hemos vivido son múltiples.
Lo peor de todo es que no se trata simplemente de “repasar” lo que se debió estudiar en los dos años previos, sino de que se defina la manera en que un niño puede aprender mejor y, sobre todo, de trazar una ruta de aprendizaje en el menor tiempo posible, así como trabajar en la disciplina y métodos de concentración de los estudiantes, de acuerdo con voces de especialistas.
Como se ha dicho ya en otras ocasiones, se trata de una realidad cuyos efectos los padecen en mayor medida quienes forman parte de las familias de menores ingresos, pues la inversión necesaria para recuperar lo perdido está fuera de sus posibilidades.
Por ello, el sistema público de educación debe asumir el reto de contrarrestar los efectos negativos de la pandemia e implementar estrategias que permitan compensar, en la mayor medida posible, el retroceso que tuvieron miles de niños y adolescentes en su proceso formativo.
No es un asunto de calificaciones y por ello el garantizar que los alumnos avancen al siguiente grado escolar no solamente es insuficiente, sino que ni siquiera representa una solución.
Porque, al fin de cuentas, el contar con un certificado de estudios no es lo único importante. Lo que cuenta en verdad es que, más allá del documento oficial, las personas adquieran los conocimiento y desarrollen las habilidades que les permitan competir en el mercado laboral.