Saltillo: Un sureste cosmopolita
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El viernes apareció en VANGUARDIA un reportaje de Manuel Rodríguez que informa sobre la colonia Parajes de los Pinos, en Ramos Arizpe, en que se encuentra una escuela donde en un salón con 30 alumnos hay jóvenes procedentes de 21 estados de la república. De acuerdo al alcalde Chema Morales, “este mosaico cultural es muy diverso, pero también genera un choque cultural”.
Creo que es importante referir que la abuela de nuestra lengua es el griego (y nuestra madre el latín). Cosmopolita, es palabra griega compuesta por dos palabras maravillosas: “kosmos” (mundo) y “polités” (ciudadano), lo que implica que en nuestra región Sureste (Saltillo, Ramos, Arteaga, General Cepeda y Parras) contamos con personas que han nacido en los cinco continentes, lo que hace que el cosmos esté en nuestro entorno. En efecto, tener personas de Nepal, India, Bangladesh, China, Japón y Corea, además de gente de Haití, El Salvador, Honduras o Brasil, nos hace ser un cosmos o, como dije antes, un conjunto de ciudadanos del mundo.
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Desde hace no pocos años sabíamos que nada más en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN) estaban inscritos alumnos hablantes de 37 lenguas indígenas mexicanas. Hubo intentos de que los nahuatlatos enseñaran su lengua, la más importante, primero del imperio Mexica y más tarde de la Nueva España. Un fraile franciscano escribió en 1578 que esa lengua se hablaba en todas partes y que no había ningún lugar entre Zacatecas y Nicaragua donde no se encontrase quien conociera el nahua. Se quedaba corto porque los había más al norte de Zacatecas. Cuando ingresó el primer jesuita a los alrededores de La Laguna de Parras (que era la gran laguna, entre varias) pudo hablar náhuatl con varios indígenas, aunque anotó en carta a sus superiores: “la hablan groseramente”.
Mario Humberto Rentería, exalumno de la Facultad de historia, tiene años buscando y encontrando grupos familiares de indígenas mexicanos que hoy viven en Saltillo: huicholes, ñañús, purépechas, nahuatlatos de varias regiones (Veracruz, Puebla, Ciudad de México, San Luis Potosí o Guerrero), tsotsiles, tarahumaras, tzeltales y otros más.
Lo anterior nos dice que contamos con ciudadanos del universo (traducción de kosmos) y que quizás haya hablantes de no menos de 70 lenguas, claro, incluyendo inglés, francés, polaco, alemán, checo, portugués, danés, creol, mandarín y árabe, entre muchos.
Así que nuestro saltillito, que cuando éramos pequeños apenas iniciaba en las preparatorias el estudio del francés e inglés y, en el Seminario, el latín y griego clásico, ahora es un animado sitio que tiene demasiadas raíces. En lo cual no concuerdo con el alcalde Morales cuando menciona un choque cultural. Todo lo contrario. La cosa estaría en ver cómo ayudar un poco a que los indígenas no se sientan avergonzados de su estirpe y, de otro lado, apoyarlos en la conservación de su cultura: tradiciones, religión, lengua.
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Debo reconocer que Rubén Moreira hizo algo al respecto con los mazahuas de Torreón y que López Obrador es el que más ha apoyado tanto el rescate de las lenguas como de las artesanías. Ahora estamos viendo un esfuerzo magnífico de traducciones. Tengo las de “El Principito” en nahua, zapoteco, tzeltal, tojolabal, otomí y tsotsil. Y me ha impresionado escuchar a dos mujeres mixes, poetas, que se doctoraron en lingüística en la UNAM y se dedican a promover la sobrevivencia de su lengua en las montañas de Oaxaca. ¡Mujeronas!