Juana Ochoa Flores y Pedro Rodríguez López (sus padres) lo tuvieron en sus brazos en Viesca, Coahuila el 1 de julio de 1952. Su peculiar apodo se debe a su piel morena y una canción que le gustaba bailar de niño, la de “baila, baila como el pingüino”, entonces su mamá de cariño le puso el “Pingüis”. Estudió hasta cuarto grado de primaria en la escuela Gral. Andrés S. Viesca, aunque de adulto finalizó su educación primaria y secundaria en el INE. Contrajo matrimonio con la señorita Martha García Ramírez, en el año 1973. Tuvieron cuatro hijos: Eloy (f), Julia, José Guadalupe y Secundino. Como muchos viesquenses, el Pinguis trabajó de obrero en SULVISA, la fábrica de sal, hasta el cierre de la empresa.
Fue un gran aficionado del beisbol desde los 13 años por la enseñanza e instrucción de un vecino, y de ahí derivó su otro apodo, el “zurdo”, porque pichaba y bateaba con la zurda. El rey de los deportes lo practicaban entre amigos, para pasar los ratos libres. Jugaban descalzos y usaban como bate un palo de pinabete y la pelota era de esponja. Entre todos se cooperaban para comprarla, la cuidaban mucho porque no había dinero para comprar otra. A los 13 años conformó y entrenó para jugar en un equipo de beisbol integrado por amigos. Una costurera del pueblo les confeccionó sus trajes deportivos con tela de la que hacían los uniformes en SULVISA para los trabajadores. Uniforme que tiene estampado el número 14. Ese uniforme junto a su pelota, guante y bate de béisbol, aún los conserva con cariño su hija Julia.
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Así fue como después participó con éxito en varios equipos de beisbol, como pitcher y bateador. En las grandes ligas jugó con los equipos de León, Guanajuato y Tehuacán, Puebla. También en el equipo de SULVISA, así como en el recreativo los arcos, donde siempre destacó y ganó muchos partidos. Platica su hija Julia, que cuando se fue a jugar a Tehuacán, Puebla, en mayo de 1973, representantes del equipo fueron por él a Viesca. Su mamá no estaba de acuerdo, temía que ya no regresara o que tomara rumbos equivocados, pero su papá, el señor Pedro, le otorgó el permiso con la condición de que su hermano mayor, Simón Rodríguez, lo acompañara. El traslado fue en automóvil, le pagaron por adelantado su semana, con viáticos incluidos. Lo hospedaron en el hotel Spa Peñafiel de Tehuacán Puebla, México. Desde ahí se comunicaba con su futura esposa a través de cartas.
Había equipos que lo contrataban por día para que jugara con ellos los fines de semana. Capacitaba a las nuevas generaciones y les inculcaba la pasión por el beisbol. Para impulsarlos, les obsequiaba alguna de sus camisolas que eran parte de su colección. El béisbol le dio muchas satisfacciones, por tal motivo instruyó a sus hijos para que jugaran en diferentes equipos a nivel local. En esta actividad hizo amistades que, a la fecha, lo recuerdan con mucho cariño.
Otra de sus pasiones fue la música, pues desde niño junto a su hermano mayor, Genaro Rodríguez Ochoa, empezó a teclear el acordeón. La guitarra la aprendió a tocar de forma autodidacta, se auxilió de un manual y consiguió libros de música para descifrar las notas. En el año 1989 con amigos y sobrinos formaron un grupo musical llamado “Lampazo tropical”. Este nombre lo propuso el señor Benito González porque cuando había mucha agua en Viesca, en los manantiales existían unas flores hermosas que llamaban lampazos. El grupo fue todo un éxito, los contrataban en ejidos y en la localidad, y estuvo vigente por varios años, hasta que el señor Benito se salió del grupo y se llevó el nombre del grupo. Los integrantes que se quedaron siguieron adelante con la música, pero con el nombre de “Hermanos Rodríguez”.
Un dato no menor es que en el grupo Lampazo musical, el “Pinguis” y Benito González escribieron un corrido al comandante de Viesca, el señor Manuel Medina, que en ese entonces lo balacearon y murió en el camino hacia el hospital en Torreón, Coahuila. La letra del corrido la conserva la hija del “Pingüis”, antes de empezar a difundirlo acudieron con la familia del finado Medina a solicitar el permiso para poder mencionar su nombre; una vez autorizado, procedieron a cantarlo como parte de su repertorio. Después de una vida de disfrute y creatividad, el “Pingüis” falleció el 18 de diciembre de 2019, dejando así un legado de éxitos que acompañaron sus aficiones y pasiones.
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