Teatro procesual o del camino creativo más allá del resultado (I)

Opinión
/ 1 febrero 2024

El teatro es conocido por ser un arte efímero; es en su totalidad sólo durante el tiempo en que dura una presentación. En los casos en los que se tienen varias funciones, los estudios y la experiencia dictan que cada una de ellas, en pequeños matices, serán diferentes una de la otra. Aun así, en la mayoría de las obras de teatro veremos que se busca cierta estabilidad cada vez que la obra se presenta y que, a pesar de que el tiempo de ensayo tiende a ser superior al tiempo de funciones, es de común acuerdo que el resultado final de un proyecto teatral es la presentación de la obra de teatro.

Hago esta introducción porque me interesa hablar aquí de arte procesual, pero cuando aplicamos este concepto al teatro parece ser un poco más complicado de pensar de lo que es en relación, por ejemplo, a las artes plásticas; quizás porque en ese caso los resultados tienden a ser una pieza “fija” y en el teatro esta pieza “final” sigue manteniendo cierto dinamismo. Pero, para empezar, ¿qué es arte procesual?

Más que una corriente, yo definiría arte procesual como un enfoque, pues se trata de proyectos – nótese que no digo obras – en los que el foco no está en generar necesariamente un producto final – aunque sí los puede haber – sino en el proceso que lleva a esos diversos puntos de arribo que podríamos llamar resultados. Algo así como el “lo importante no es el destino sino el camino” aplicado al arte.

Si he visto el término utilizado con más frecuencia en las artes plásticas, no quiere decir que no existan este tipo de propuestas en las artes escénicas, se trate de danza, música, teatro o performance art. En el campo del teatro específicamente, es común encontrar el termino en proyectos que trabajan con espacios fuera de las salas teatrales, y no necesariamente porque los propios artistas busquen que sea así; en parte, estos tipos de espacios fomentan y a la vez evidencian el propio proceso de hacer teatro.

Lo que generalmente se hace en una sala de ensayos, en los proyectos de teatro de calle o teatro fuera del teatro eventualmente tiene que ser realizado en espacios públicos o que por lo menos tienen un flujo de personas ajenas al proyecto, por ende, los ensayos acaban volviéndose presentaciones parciales de un producto, ya que se tienen espectadores, aunque no siempre espectadores planeados. Muchas veces una experiencia del tipo es lo que acaba de darle al artista escénico esa conciencia de que en realidad el proceso puede ser también un producto.

De los proyectos escénicos procesuales por accidente, pasamos a los proyectos procesuales “intencionales”. Intencionales entre comillas porque honestamente, y hablando desde la propia experiencia, estos proyectos suelen iniciar con una idea mucho más delimitada que va creciendo mientras se trabaja en ella. Con frecuencia el artista acaba enredado en un proceso del tipo al toparse con temas de actualidad y tratar con la esfera de lo real. Estos dos ingredientes son la fórmula perfecta para propuestas procesuales porque exigen constante actualización, lo cual le plantea al creador la opción de ir modificando también su proyecto para que continúe siendo vigente. Así, vemos acciones teatrales con varias versiones y enfoques del mismo tema o puntos de arribo surgidos de revisitar lo anteriormente hecho desde ópticas diferentes. Implica también – y es importante recalcarlo – la documentación de todo ese proceso de cambio y evolución, de manera que existe material de archivo y repertorio de los puntos medios que existieron entre cada destino temporal.

Mapa Teatro, por ejemplo, acabó llamando Proyecto Prometeos a un conjunto de piezas cuyo inicio se gestó desde 2002 y del cual surgieron una serie de reactivaciones y actualizaciones que fueron hasta 2016. Lo que comenzó como un acto de memoria y visibilización a partir de la demolición del barrio Santa Inés – El Cartucho en Bogotá, se convirtió en un camino que dio a luz a seis gestos artísticos – como ellos los llaman – hasta el momento: Prometeo acto I, Prometeo acto II, Recorridos, La limpieza de los establos de Augías y Testigo de las ruinas. Se trata de un caso bastante entrañable y que vale la pena estudiar. Pero hoy me he quedado sin espacio.

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