‘The doors of perception’; drogas y literatura, experiencia alucinógena

Opinión
/ 23 marzo 2023
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Abomino de la política como se practica en esta parte del mundo. Y tal vez en cualquier parte del mundo. Aunque en México somos únicos para ello. Debo analizar la política local y nacional por un motivo: es mi trabajo y responsabilidad en estas páginas. Pero la verdad, y usted lo sabe, lo mío y lo más importante, y así será siempre, es la cultura. Manifestaciones artísticas en cualquiera de sus vertientes. Es decir, el producto más refinado y acabado del intelecto y trabajo del ser humano.

Pero bueno, la insana política quita tiempo, pero es necesario abordarla para nuestra mejor toma de decisiones. Acepto tertulias de todo tipo de tema y pelaje. En todas aprendo, pero cuando sólo es hablar de política y adelantar ganadores, prefiero hacer mutis y escuchar “teorías” tan imaginativas como nulas. Como su servidor no tiene interés en que alguien en particular gane, poco me equivoco. Es cosa de cuadrar un puzle, observar y listo. ¿Elecciones para Gobernador ya inminentes? Caray, se lo he dicho antes en este espacio: contra el “Cowboy urbano”, Manolo Jiménez Salinas, no hay defensa alguna. Raspado pero gana. Y sobrado. Pero insisto, no será un paseo por la Alameda. Otra cosa serán las elecciones para el Congreso local.

Hace pocas lunas en el calendario tuve tertulia con dos amigos: el director de la Facultad de Jurisprudencia, Alfonso Yáñez Arreola, y el melómano y analista político de redes, Raymundo Mendoza. No recuerdo mucho los alimentos ni bebidas (en este tipo de encuentros, la comida no importa, importa el verbo de los pajaritos que platican) que disfrutamos, pero sí recuerdo y harto el tema en el cual nos zambullimos y salimos salpicados: el influjo e influencia de los estimulantes (drogas duras, drogas ligeras y hasta permitidas como el alcohol, el tabaco, la cafeína) en la creación de la obra de arte en el ser humano.

¿Quién de los dos contertulios, el director Yáñez Arreola o el músico de conservatorio, Mendoza, lo dijo y lo preguntó? Fue algo así como: ¿de verdad se viaja a otras dimensiones y de verdad se pueden abrir puertas ocultas a la conciencia normal (un viaje astral, por ejemplo) con la ingesta de ciertos estimulantes?

Fue entonces cuando su servidor entró al ruedo y, a bote pronto, les dije y les cité el libro de Aldous Huxley “Las Puertas de la Percepción”, que a la vez está basado dicho título en un poema de un visionario que viajó a placer en el mundo terreno (sin moverse) y fuera de él, sobre todo, William Blake. Y usted lo sabe, basados en la lectura del poeta y pintor, el legendario Jim Morrison y su grupo se bautizaron así, “The Doors” por obligación, conciencia y apuesta. Igual que Aldous Huxley que experimentó con la mezcalina del peyote y escribió este libro portentoso sobre tal experiencia alucinógena.

Se cree lo siguiente: la obra de arte es creación y trabajo; arte que surge de la disciplina, del talento y del trabajo. Cuando las musas llegan, hay que estar dispuesto a recibirlas aunque acaben con nuestro ineficaz aplomo y serenidad. En apariencia sencilla, la obra de arte llega cuando se presentan las musas (la inspiración) y sólo hay que sentarse ante la mesa y recibir su dictado. Respuesta mía: sin paradoja de por medio, sí y no.

ESQUINA-BAJAN

El arte nace de una intensa pasión (placer y dolor a la vez), pero a la pasión hay que obedecerla siempre mediante un vigoroso trabajo y disciplina. Si no llegan las musas, ¿a quién recurrir? Cuando las musas nos dejan por otro creador más apuesto y dedicado, ¿a quién tocar la puerta? Al parecer y para muchos creadores, es el tocar la puerta de las drogas y estimulantes para volver a convocar la inspiración ya entibiada y casi nula; entrar en estados alterados es casi sinónimo de creación. Es la estimulación artificial de la creatividad.

Aunque he tocado este tema (drogas y literatura) tangencialmente en otras columnas aquí escritas, hoy procedo a ordenar un poco mis notas de lectura y fichas bibliográficas que he venido coleccionando al azar. Procedo entonces a ordenar pasajes literarios subrayados, obras pictóricas y musicales que hacen referencia a la nunca bien entendida relación entre drogas y literatura principalmente, aunque también abordaré en la medida de mis lecturas y posibilidades su influencia en la pintura y la música.

Aquí me planto y digo: William Shakespeare escribió en “Enrique IV”: “Puedo convocar a los espíritus del infinito. / Claro que puedo hacerlo, / y cualquier otro también; / ¿pero acudirán cuando yo los convoque?”. Estos “espíritus del infinito” tratarán de revivir la rosa agonizante de la creación artística y abrir las puertas cerradas de la percepción y obra, cuando ésta ya no se presenta tan a menudo como el artista quisiera.

Y hablando de puertas abiertas o cerradas, un buen equipo de priistas de trabajo, arduo trabajo y base, se quejan de eso: no hay puertas ni avance para ellos no obstante su labor agotadora en el partido. En contraparte, me puntualizan, van los de siempre: María Bárbara Cepeda (hija de Abraham Cepeda), Luz Elena Morales (hija de Mario Enrique Morales) y aflora en el mapa y ya enfilada, Gabriela Montemayor (esposa de Carlos Robles Jr., hijo de Carlos Robles Loustaunau). Tienen una sola virtud: son hijas de...

LETRAS MINÚSCULAS

Regresaré con un tríptico de textos al respecto: literatura, alucinógenos y política.

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