AMLO y el mal: la cruda realidad de un país fracturado

Opinión
/ 20 marzo 2023
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Si usted me ha leído con cierta frecuencia, y desde hace lustros en este generoso espacio de VANGUARDIA, varios temas han sido recurrentes en mi pluma. Políticos y académicos, pero sobre usted, lo más importante, mi lector que me favorece con su atención, me comenta de cómo con mis letras he posicionado varios temas que si bien no eran invisibles, nadie los tocaba con la debida gravedad del caso.

Es decir, se han posicionado en la agenda política, social, económica y cultural (la vida misma, pues), varios temas e ideas importantes. Sí, lo anterior me halaga pero más me preocupa porque para mí era obligado hacerlo, escribirlo, denunciarlo. Estos problemas siempre han estado a la vista y son ingentes sin solución aún. Y contra lo que pueda pensarse, han crecido exponencialmente al día de hoy. Para desgracia de todos.

¿Crece la ciudad?, ¿crecen las ciudades? Han crecido exponencialmente los problemas junto con su población. ¿Crece el país? Pues crecen los problemas. ¿Crecen los problemas? Los políticos y gobernantes se achican. Algunos de estos graves problemas que han martillado a los ciudadanos hasta la médula, son los siguientes: suicidios, consumo de drogas, alcoholismo, adolescentes embarazadas, la afasia de los jóvenes perpetuamente atados a la red de internet, la educación, la cual hoy para poco sirve, los accidentes de tránsito como principal motivo de muerte (intencional, para suicidarse; provocados por la ingesta de drogas y alcohol; autos voladores de un buen tiempo a la fecha en la ciudad, cuando antes no había este fenómeno...). En fin, todo urge y requiere inmediata atención.

También le he presentado aquí la problemática de los adolescentes y niñas entregados a la prostitución de paga (“sugar daddy”, “Onlyfans”, encuentros privados pactados por dinero como una forma de tener “dinero fácil”)... y un tema sobre el cual le he dado mi exploración y filosofía personal al respecto. Ese ente inteligible e intangible llamado mal. La maldad, la presencia ubicua del mal en al sociedad mexicana.

De todos estos temas, ideas y problemáticas vivas, sigo investigando, documentándome, leyendo y tratando de desmontar su raíz y andamiaje para presentarle mis ensayos a usted. El último renglón torcido anotado aquí, es el tema de hoy. Y de siempre. Soy franco, el mal es ininteligible. No, no puedo aún explicármelo hoy y luego de meses y años de estar explorando y asediando a este ente demoniaco. “El mal no guarda relación con nada”, dice el intelectual Terry Eagleton. Le creo.

Para Sigmund Freud, el mal forma parte de nuestro ADN. Lo dice en “El Malestar en la Cultura”. Los niños no son puros, angelicales y llenos de bondad y cero malicia, no. Son justo lo contrario: ponga a usted a un puñado de ellos solos en una isla desierta, sin adultos que los guíen y aquello será una masacre. Como aún no están formados con doctrinas, criterios, valores, enseñanza, estructuras mentales de bondad, justicia, respeto, etcétera, se entregarán a una carnicería entre ellos. Y suelen matar más brutalmente que los adultos. Sí, es la novela “El Señor de las Moscas” de William Golding.

ESQUINA-BAJAN

Punto uno: usted lo sabe, uno de los textos más poderosos y lúcidos de la literatura universal, donde se ilustra la agresividad, violencia y brutal exposición de los motivos depredadores y criminales del ser humano es la novela “El Señor de las Moscas”. Lo peor o lo mejor: son niños. Mozalbetes ingleses de entre 6 y 14 años de edad. Los cuales al momento de matarse entre ellos, infringen más miedo, dolor y terror que cualquier adulto. ¿Cómo muere el niño regordete que usaba gruesas gafas, tal vez el único que pensaba coherentemente, el entrañable “Piggy”, el “cerdito”? Le dejan caer desde un peñasco (otros niños) una gran roca, la cual en su avalancha mortal se lo lleva, le parte la cabeza y finalmente lo deposita en una mar brava la cual, entre lamida y lamida, se lo lleva y come en sus fauces cenagosas...

Punto dos: lo siguiente no es ficción, sino la cruda realidad de un país dividido, fracturado por el odio y lengua viperina de Andrés Manuel López Obrador: el lunes 16 de enero en el municipio La perla, de Veracruz, un niño de 10 años mató de un certero balazo a otro niño de 11 años (Samuel) por un motivo trivial: le había ganado en un videojuego. Aquí gobierna un morenista, Cuitláhuac García.

Punto tres: apuñalada hasta morir y descuartizada fue como encontraron en Francisco I. Madero a la señorita Dayan Yamil Favela (18 de enero). Ella había desaparecido al salir de su trabajo el 11 de enero en Gómez Palacio, Durango. Las crónicas periodísticas así lo dicen: “Fue hasta la noche del domingo cuando se localizaron varias bolsas de plástico en el poblado Bellavista, las cuales tenían partes descuartizadas de una persona del sexo femenino”. Un crimen atroz. Un feminicidio más.

Punto cuatro: ¿Cuánto vale la vida de un niño, de un bebé? Hoy, nada. En el Sistema Integral para el Manejo Ecológico y Procesamiento de Desechos (la basura, pues) en Nuevo León, encontraron en una bolsa el cuerpo de un bebé, un recién nacido (12 de enero). Mientras tanto, el emecista Samuel García celebra en internet la llegada de su bebé...

LETRAS MINÚSCULAS

El peor enemigo de un humano, es otro humano. Thomas Hobbes tenía razón.

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