Tu piel tiene una tonalidad política
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El título de la columna es un verso del poema Hijos de la época, que escribiera la poeta polaca Wisława Szymborska en el libro Gente sobre el puente publicado en 1986. Y aquí estamos, en un vendaval político que apremia a asumir posturas que derivan en apoyos a partidos, a proyectos de extracción de minerales, que alimentan odios a la piel distinta o a quien se resiste a entrar al aro de contabilidad de los candidatos.
Szymborska, premio Nobel de Literatura 1996, como muchos polacos de la posguerra, perteneció al Partido Obrero Unificado Polaco, y como intelectual alumbrada por su propio juicio, se fue distanciando para adoptar una postura crítica.
Pero volvamos al poema y demos más contexto al verso de apertura: “Quieras o no lo quieras / tus genes tienen un futuro político, / tu piel tiene una tonalidad política, / tus ojos un aspecto político. // Lo que dices, resuena, / lo que callas, tiene un sentido / de todas las formas, político.”
Y en el decir o en el callar asoma el temperamento que es parte o el que traiciona porque no accede. Porque en este momento político, quien traiciona se va con el oponente y hace el caldo gordo en otro lado. Lo peor es no ser de un bando o de otro. No sirven los libres pensadores en ningún lado. A todos se les busca obligar a doblegarse, a caer con una rodilla o con las dos.
Continúa Szymborska en este poema que genera ecos hondos: “Hasta yendo por la selva, por el bosque, / estás dando pasos políticos / con fundamentos políticos.” Solo basta mirar la tasación del territorio y sus apropiaciones en cualquier país, en cualquier entidad. Son decisiones políticas que parecieran inamovibles, cuando en realidad están soportadas por pilotes que se balancean sobre el pantano de las pulsiones de los líderes, pulsiones asentadas en cuerpos legales hechos a modo.
Ataja con dureza, una estrofa más adelante: “No hace falta que seas un ser humano, / para cobrar importancia política. / Basta con que seas petróleo, / pienso o materia reciclada.” Así de clara y de mente conectiva es Wislawa, quien trabajara de adolescente en los ferrocarriles. Ella, si bien posteriormente ingresó a la Universidad Jagellónica, no concluyó sus estudios en Lengua y Literatura y en Sociología debido a problemas económicos. Aún así continuó publicando poemas en diarios y revistas, como lo empezara a hacer durante la universidad.
El trabajo literario de Szymborska tiene su fundamento en el compromiso con el hacer y el vivir de la humanidad que se desliza anónima u oculta entre un deber y otro. Además, su ojo poético se coloca sobre los bloques ideológicos y políticos.
Cierra el poema Hijos de la época, con versos que dan cuenta de lo que ocurre en forma simbólica o realista: “Mientras tanto la gente se moría, / morían los animales / ardían las casas / y los campos de cultivo se perdían / como en las épocas pretéritas / y menos políticas”.
El poema tiene un final que no concede y retrata el destino de personas que habitan países en guerra declarada, omitida o negada: digamos Palestina, digamos República Árabe Saharaui Democrática, digamos México y el narco. Y entonces digamos política también en estas condiciones, pues son las afrentas políticas, las que siempre tienen coro y derivan en la normalización y legalización tanto de la violencia política como de sus consecuencias.
Así, ¿hay autonomía en una persona, si se le obliga a aceptar el régimen que viene? y entonces ¿cuánto hay de cierto en los argumentos de una persona a la que se ha coaccionado? ¿Es acaso lícito pensar en este entorno en la presencia de autonomía o independencia? O ¿acaso se necesitan ambas palabras en un contexto que deja saber por su dinámica, que no le importa la autonomía ni la independencia, porque de ser así, no se podría ejercer la coerción?
La palabra política proviene del griego polis, que significa ciudad.