Una camioneta, un delfín y cómo a veces andamos por la vida pegados con cinta adhesiva

Opinión
/ 17 febrero 2025

Parada en la fila de coches en un semáforo en rojo, me llamó la atención un van de carga que estaba justo frente a mí. Me quedaba claro que había chocado, o lo habían chocado. El daño en la parte trasera del van era justo lo suficiente para que la puerta de atrás no cerrara. ¿Cómo lo sabía? Estaba toda la puerta “sellada” con una especie de cinta Scotch, una cinta transparente, ancha, que enmarcaba la puerta completamente. Tenía pedazos de cinta colgados y pensaba que tal vez ya tenía tiempo el vehículo con la problemática. Me imaginaba que había su conductor dado de lleno en alguna superficie, manejando de revés. No sé. Poco importan los detalles de lo que realmente pudo haber sucedido. El hecho es que me identifiqué con la camioneta.

Hace años tenía un delfín de madera acero (creo que así se llama), de la que usan los Seri por allá en el Mar de Cortés para tallar figuras. En un momento el delfín se cayó de la repisa en que se encontraba y se rompió. Me enojé mucho y me dio mucha tristeza. Había sido un regalo. Estaba a punto de tirarlo cuando me acordé de la imperfección del todo y me pregunté si, a causa de mis desperfectos y roturas, me tiraría a la basura. Pegué el delfín con un pegamento especial y lo devolví a su lugar.

La camioneta me recordó al delfín, y a mi proceso personal, y a tu proceso personal. A veces andamos por la vida pegados con cinta o, cuando mucho, con pegamento. Tenemos defectos y estamos en proceso. Cada uno tenemos abolladuras y grietas, agujeros, arrugas, roturas, chuequeces, faltas y sobras. A veces las particularidades de un momento de vida nos dejan como la camioneta, no del todo funcional, pero suficiente. He escuchado muchas veces la frase, “Primero arreglo todo y luego hago lo que tengo que hacer.” Siento decirles que así no funciona. Esa camioneta tenía entregas que hacer, y sin esas entregas no tendrá el dueño con que arreglarla. Así es la vida. Así es el proceso personal. Aunque sea con nuestra incompletud, continuemos. No espero a que se me quite el miedo para actuar. Actúo con el miedo de la mano.

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