Una noche con Shostakovich, entre el piano y la trompeta
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Por: Erick Rivera
El pasado 22 de febrero del 2024 acudí al Segundo Concierto de Temporada de la Orquesta Filarmónica del Desierto.
Soy fan de Dmitri Shostakóvich. Como chelista eso es casi obligado, pero soy fan del compositor ruso no solamente porque nos regaló uno de los grandes conciertos para chelo. Me gustan sus cuartetos para cuerdas, en especial el ocho, con énfasis en el segundo movimiento, un allegro molto cargado de fiera potencia. Sus sinfonías también son de mi agrado.
La noche del jueves pasado la FILA deleitó al público saltillense con el Concierto para Piano, trompeta y orquesta en Do menor, Op.35, de Dmitri Shostakovic.
Trompeta y Piano. Una combinación con la que no me he topado a menudo. Ahora que lo pienso, nunca me la he topado. Las expectativas crecen al saber que la pianista es nada más y nada menos que la famosa Argentina Durán, pianista de la Orquesta Nacional de México. El trompetista es el ya conocido por el público saltillense, Assaet Méndez. El director huésped a cargo de la orquesta es el maestro Gustavo Rivero Weber.
El evento empezó con un tríptico sinfónico de Alonso de Elías: El Jardín Encantado.
Esta pieza empieza con un movimiento tranquilo. La pauta la llevan los alientos madera. Luego pasa a violines y salta después a cellos.
Se siente como un reflexivo paseo en un lugar tranquilo. Un jardín, claro. Un jardín sin fuentes brincolinas y jocosas, pero sí donde abundan sombras frescas proyectadas por árboles de hojas anchas.
La melodía arriba a una parte en la que violines tocan la misma nota, rápidamente: un osstinato, para los conocedores. Suena el timbal con sus primales llamados y acaba la primera escena.
Después de un breve momento de silencio empieza la segunda escena. Calmada como la primera.
Hay una frase que me recuerda al tema inicial del concierto para cello de Dvorak. En esta segunda escena, dicha frase suena muchas veces. Pasa de un instrumento a otro, explorando colores y frecuencias sonoras.
Me imagino esta segunda escena. Una conversación entre dos jóvenes. No es una conversación agradable. Le cuesta decir las palabras a quien habla. Le duelen a quien escucha.
La tercera escena está más prendida. Lleva un compás ternario, o sea, contada a tres tiempos. Claramente se escuchan pajaritos muy a lo Vivaldi en su Concierto para violín, ahora conocido como Primavera, o el inicio de la Sinfonía Pastoral de Beethoven, o el inicio de Peer Gynt, de Edvard Grieg.
Hay momentos de drama que conducen a secciones de premura. Corren con prisa por evitar un destino inevitable: la tragedia de la humanidad, tal vez esa mirada retadora de la juventud que se niega a crecer y asumir responsabilidades.
El tríptico acaba en pizzicatos bonitos, que remueven el aroma trágico que se estaba construyendo. Como si asumiera una tierna resignación ante la imbatible realidad, que si bien se mira y mejor se navega, no llega a ser tan trágica como a la juventud se le antoja.
Tras este número, salieron a escenario los solistas. Apareció primero Argentina Durán en un despampanante vestido rojo con mucho brillo. Tras ella suigió Assaet, en un modesto traje negro sobre camisa blanca.
Ahora sí, el concierto para Piano y Trompeta de Dmitri Shostakovic.
I. ALLEGRETTO
Empieza el piano, declarando intenciones. El tema pasa al violín y luego al cello. Retoma el piano y comienza lo bueno.
Después del intro hay un cambio de pulso. La pieza se acelera. Entra la participación de la trompeta. El piano no para. La trompeta da algo así como avisos, frases cortas. Luego descansa. No tiene temas tan cantados, con notas largas. Más bien suenan a avisos de caballería en la vorágine de una batalla.
Cambia el pulso nuevamente y ahora sí la trompeta da cinco notas un poco más legatto, o sea, pegadas. Ligadas, si nos ponemos técnicos.
El piano no ha parado.
Hay un momento antes de otro cambio de pulso y potencia en que la orquesta parece explorar tonalidades que se me asemejan a Gershwin y el coqueteo con el jazz.
Acaba el primer movimiento.
II. LENTO.
Tiempo ternario. Creo que a los movimientos lentos les van mejor los compases ternarios. Dan una sensación de libertad. Supongo que eso se debe al contraste ante la cuadratura y rigidez del compás binario. Asumo que eso se percibe así porque caminamos a dos pasos, caminamos “anclados” al piso. Bajo este supuesto, el tercer paso podría ser acaso esa puerta que rompe el eje cartesiano: la profundidad ¿del pensamiento?
Hay un solo del piano. Muy bonito y tranquilo. Entra la orquesta y se vuelve a quedar solo el piano, pero ahora no está tranquilo. Suena enojado, muy a lo Shostakovic. Dándole como un mazo a las notas graves.
Entra la orquesta para calmar el asunto. La trompeta por fin hace aparición. Lleva puesta la sordina y suena a algo ajeno a la trompeta. Canta un solo muy hermoso. El piano contesta. La trompeta vuelve a cantar, para aterrizar la melodía.
Responde otra vez el piano y entran los cellos en un momento hermosísimo y sereno.
El final de este movimiento es hipnotizante.
Shostakovic rompe las ondas de tranquilidad con una nota grave del piano, siendo ésta, apenas el anuncio de lo que sigue para la solista.
Se rompe el pulso ternario. Se acelera notoriamente. Los dedos de Argentina se mueven velozmente por las teclas. Certeros y audaces. Vuelve un llamado de la trompeta, ya sin sordina. Luego otro llamado.
Hay una sección de notas graves del piano, donde ambas manos se ven casi apretujadas en esa lejanía siniestra del teclado.
Hace tantas cosas el piano que no alcanzo a distinguir si son arpegios, o escalas, notas de paso, préstamos modales. Se mueve... hace muchas cosas. Todo con sentido pero difícil de identificar, o difícil de poner en palabras, más bien.
Hay un cluster. Todo el antebrazo golpea el teclado.
Los instrumentos de cuerda percuten las cuerdas con la vara de sus arcos. Esta técnica se llama “leño”. La trompeta tiene una participación que parece marcha universitaria.
Todo parece tener coherencia semiótica en el discurso de este concierto.
Otro solo de piano. Escalas y exploración tonal.
El final se siente potente. La trompeta toca intervalos coherentes, no muy extraños, eso se lo deja al piano y su versatilidad.
Fin del concierto.
La gente rompió en aplausos. El final del concierto lo demanda. Como si el autor supiera que esas frases, esas notas, esa sonoridad, esa energía se traduce a un imperativo de “apláudeme”. Los solistas se retiraron del escenario. El público seguía aplaudiendo como es buena costumbre de un público que quiere dejar en claro que el concierto fue de su agrado. Los solistas volvieron a salir para tocar el encore.
La primera pieza fue “Romanza,” de Rafael Méndez.
Otra vez, la trompeta se ocultó tras la sordina. Marcaba la melodía mientras el piano generaba el ambiente armónico. Era un ambiente misterioso, esotérico. La trompeta cantaba con un dejo de melancolía. Dejó solo al piano para quitarse la sordina. Había frases musicales que parecían pertenecerle al pasodoble. Ese género de otra época que derrepente se cuela en nuestro presente.
Tocaron otra canción de encore: Someone to watch over me, de Gershwin.
Voy a decir que lo anticipé. Me gustó mucho cómo se movía la melodía de la trompeta. Cómo saltaba de una nota a otra, en un esquema que parecía no reconocer patrones, pero sí lo hace. Da una sensación de ligereza, de libertad dentro de la norma. Se rebela pero como quiera cumple.
Tras el habitual intermedio de diez minutos, el público se prepara para escuchar la segunda Sinfonía del gran Ludwig van Beethoven.
Siendo Beethoven un compositor recordado por incursionar y prácticamente establecer la estética “romántica” de la música, escuché esta obra del gran Ludwig van con especial interés por reconocer su periodo clásico.
Hubo claridad. Forma y estructura. Se notaban bien unas partes de otras. Se notaba que la frase pasaba de un instrumento a otro. Se notaba el esquema de pregunta y respuesta. En una palabra: Claridad.
¡Felicitaciones a los solistas por su buen desempeño, a la orquesta por traer artistas de renombre, y a la comunidad saltillense por saber apreciar el esfuerzo que se requiere para tener semejantes eventos en nuestro Teatro de la Ciudad!