Una visita al parque. El Bosque Urbano y sus programas
de conservación
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El sol a plenitud, pero ya sintiéndose la brisa fresca que anuncia el otoño. Son los últimos días de agosto y se respiran los aires en este Bosque Urbano, en el cual se hace un espléndido entramado en el follaje de los árboles.
A la entrada, un par de vigilantes inquiere por el motivo de la visita. Hay quienes vendrán a caminar o trotar; otros más acudirán directamente a montarse en las bicicletas y algunos más, carga en manos, caminarán rumbo al área del depósito de restos de cristal, cartón, botellas de plástico o pet.
Se escucha en esta parte del parque al encargado de la recepción que auxilia en la introducción de cada material llevado por los paseantes. Para el caso del cristal existe un programa especial destinado a coadyuvar en la conservación del oso negro, natural en esta zona de nuestro estado. Lo osos negros, cada vez en mayor cantidad, explica, están bajando a los terrenos de los pequeños productores. Hay un convenio con éstos a fin de aliviar esas pérdidas tratando de evitar el maltrato a los animales, y lo que se deriva de las ventas del cristal favorece en ese sentido.
Entre otras actividades, también en el propósito de mantener la población del oso negro, de cuidar y conservar su especie, la Secretaría del Medio Ambiente de Coahuila ha diseñado concursos de dibujo infantil en su página oficial, obteniendo una gran respuesta de niños y adolescentes, y capturando la atención asimismo de los adultos.
En la entrada del Bosque Urbano, una figura de oso negro da también la bienvenida. Se integra con una línea de medición de estatura y propicia la algarabía de los chiquillos, a veces también de jóvenes, que se comparan con respecto a la que puede llegar a alcanzar el oso.
En nuestra localidad, la figura del oso negro es emblemática. Tradicionalmente arraigada en el imaginario popular, como la cotorrita serrana, ícono de identidad. Alguna vez, no hace muchos años, un gobierno estatal mandó hacer en estatua la figura para ser expuesta en un parador del bellísimo entramado montañoso de La Muralla, lamentablemente luego sustraída.
El historiador Vito Alessio Robles deja consignado al emblemático animal en una leyenda: “La osa enamorada”, que cuenta el relato de un saltillense desaparecido en el cañón de San Lorenzo luego de haber acudido en paseo dominical con amigos, como se acostumbraba por muchos años en Saltillo. Se culpó a una osa de su desaparición, asegurando la leyenda que se quedó prendada de aquel.
Volviendo al tiempo actual y de nuevo envueltos en la atmósfera del bello paisaje del Bosque Urbano, las actividades que se desarrollan en él van desde el paseo en bicicleta alrededor del lago hasta la esterilización de mascotas: perros y gatos. En virtud de que estas dos actividades están organizadas geográficamente cerca, a ratos resulta riesgoso para unos y otros el tránsito: por un lado, los que van en los vehículos y por el otro los peatones, que llevan a sus mascotas para ser esterilizadas.
En otra sección, y mayoritariamente ocurre donde el bosque se torna más espeso, las fotografías a quinceañeras forman un colorido espectáculo. Jóvenes que acompañan a la cumpleañera que viste colores pasteles dan nota de sonido y luz. Fresca como las florecillas que surgen silvestres a la vera del camino, la joven luce sonriente.
El área de juegos aún aparece solitaria. Poco a poco, seguramente, habrá un momento de volver a escucharse las risas de los niños, que también antaño gozaban del hoy cerrado Laberinto, al que
se extraña.
El lugar y nuestro clima dan para un área floreal, un área organizada de arriates de flores, como los de la Alameda, que sean además representativas
de la región.
Para chicos, para grandes, el Bosque Urbano es ahora un plácido lugar en el que se cumplen además de funciones de esparcimiento, otras de conciencia y compromiso con la naturaleza. Que continúen las tareas para enriquecer su dinámica, multiplicándose entre los saltillenses a fin de mantener la llama del amor por nuestras tierras
y sierras.