Vida buena: El Yeknemilis, un modelo de economía solidaria
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El árbol del Yeknemilis es un símbolo que clarifica la manera en que un pueblo originario se organiza para buscar la soberanía alimentaria y energética. Este símbolo se ha creado en la población nahua de Cuetzalan, Puebla, cuya unión de Cooperativas Tosepan abrió sus puertas para exponer la manera en que, desde el año de 1977, ha desarrollado un modelo de economía solidaria y social. Eso no es menor, fue resultado de enfrentar inicialmente a mercenarios de la agricultura que pretendían hacer un monopolio de la producción de azúcar de la región, pagando precios risibles a los pequeños productores locales.
Estos pequeños productores se unieron para hacer un frente en común, defendiendo sus derechos y evitando los tratos comerciales injustos. En 2024, luego de 47 años, los socios de la unión de cooperativas ascienden a 53 mil personas que también incorporan otras poblaciones poblanas y veracruzanas. Se organizan comunitariamente para cultivar y, en su caso, transformar café, miel de abeja melipona, pimienta, hierbas medicinales y próximamente cacao. Aunque están considerando involucrarse al tema de las gasolineras, lo que no me parece muy conveniente como observador exógeno.
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La directiva de esta potente unión está compuesta por jóvenes; su presidente es Alberto Feliciano, su secretario es el biólogo Herminio García y el tesorero es Mateo Gómez, todos ellos parlantes de la lengua náhuatl, como lo hace también el 70 por ciento de los pobladores de Cuetzalan. El vigor y la claridad con la que hablan de sus proyectos realmente es inspirador. Uno de los consejeros de esta unión es Antonio Heredia, quien en su plática compartió que el fin último de los esfuerzos colectivos debe ser el encuentro con la felicidad.
En sociedades tan occidentalizadas, como las del noreste de México, es difícil comprender el sentido de la felicidad del que nos habló Heredia a las cuarenta personas que participamos en el taller “La importancia del cooperativismo en los pueblos originarios”, que se desarrolló del 14 al 17 de octubre, iniciando los trabajos en Pahuatlán y concluyendo en Cuetzalan, ambos municipios ubicados en la bellísima Sierra Norte de Puebla.
El taller fue convocado por la fundación Mundo Sustentable, en el marco de su vigésimo aniversario, y congregó a representantes de pueblos originarios de Tlaxcala, Guanajuato, Morelos, Chihuahua y Puebla, incluido Bustamante, Nuevo León que, de acuerdo con el Inegi, es una población con raíces originarias, lo cual es del todo cierto.
Siempre he creído en el buen vivir. En mi tiempo de director de acción cívica del Gobierno del Estado de Nuevo León (1996-2002), escribí un libro sobre el tema, en paralelo a los valores cívicos; hoy día tengo veinte años promoviendo las prácticas del bien común, pero debo reconocer que no había presenciado un caso tan certero y evidente de estas prácticas, como el que representa la Unión de Cooperativas Tosepan; son los conceptos de las ramas y raíces del árbol del Yeknemilis (vida buena) los que dibujan los componentes de la filosofía del colectivo nahua que conforma un movimiento creciente que puede escalarse en otros pueblos originarios de Latinoamérica.
Entre las ramas de este árbol destacan conceptos como el cuidado de la tierra y el agua, respetando la vida y la cultura, hogar en armonía, soberanía y seguridad alimentaria; derechos culturales y territoriales maseual, tutunaku y mestizo, autonomía financiera y autonomía energética. Entre las raíces del árbol de la vida buena están el arraigo al territorio, la ayuda mutua, la equidad, la generosidad, el respeto, la transparencia y el trabajo comunitario. Me quedé perplejo y emocionado de estar en contacto con los grandes mexicanos que se reunieron en este taller memorable y del que seguiré compartiendo comentarios.