Voz de una viuda: Salen a la luz fisuras en las fuerzas de seguridad federal
Son habituales los jaloneos en las burocracias de seguridad porque se juegan estrategias, presupuestos y plazas; la sazón viene de egos ávidos de reflectores
La ejecución en Culiacán de un agente especial de investigación cercano a Omar García Harfuch sacó a la luz fisuras al interior de las fuerzas federales.
El 18 de diciembre gente de Los Chapitos mató al agente de investigación Halexy Guadalupe Velderrain, cercano al secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. Cuando éste informó del hecho y transmitió las condolencias a la familia, la viuda Claudia Sánchez le respondió en redes que mandó a su esposo a combatir con “Pietro Beretta, un arma corta”, mientras que los criminales “están armados hasta los dientes”. Ninguna autoridad la desmintió, y hubo quienes añadieron contexto y piezas al rompecabezas.
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El 20 de diciembre Milenio publicó un texto de José Luis Pliego, un expolicía federal de sólidos antecedentes y profundo conocedor de esos ámbitos. En su artículo, se lanza directo al corazón del asunto: “a la SSPC la han estado emboscando desde antes quienes no quieren que García Harfuch sea un contrapeso eficaz y dé resultados”.
Entre la evidencia que ofrece está que “a la SSPC no le han sido entregados casi 10 mil elementos de carrera policial que desde la reforma de septiembre a la Guardia Nacional ya deberían estar” en sus filas, que tampoco le han dado “más de 50 instalaciones estratégicas” y que el personal de la institución “no tiene armamento propio” porque todavía no recibe la licencia colectiva de portación de armas largas. No lo dice, pero se refiere a la Sedena.
En otra parte del texto, Pliego habla de una “comunidad policial civil” atenta a lo que acontece en esas corporaciones. En efecto, por Facebook circuló un desplegado de “Policías de México” que agradecía a la “Opinión Pública” su apoyo a la “protesta digital” por la “retención de aguinaldos y salarios” a los 10 mil policías federales que continúan en las filas de la Guardia Nacional. La protesta, dicen, desbloqueó la entrega de los recursos.
El pasado 21, en un hecho probablemente relacionado, cambiaron al secretario de Seguridad de Sinaloa. Llegó un militar de confianza de la ahora Presidenta que además ha trabajado con García Harfuch. Son habituales los jaloneos en las burocracias de seguridad porque se juegan estrategias, presupuestos y plazas; la sazón viene de egos ávidos de reflectores. Ello explica la difícil coordinación dentro y entre los tres niveles de gobierno. Es la pesadilla de cualquier comandante en jefe.
Es posible escapar de ella. Un antecedente que no está de más recordar fue el volantazo que dio Felipe Calderón Hinojosa en su guerra contra los criminales. En 2010-2011, Alejandro Poiré terminó por convencerlo de respaldar la propuesta de Guillermo Valdés Castellanos, director del CISEN, sobre concentrar los esfuerzos en combatir al grupo más violento de la delincuencia organizada, Los Zeta.
Calderón aprobó entonces la creación de los Centros de Fusión de Inteligencia y Operatividad que recuperaron la experiencia del Centro de Planeación para el Control de Drogas dirigido por Jorge Tello Peón. La ofensiva se mantuvo durante el sexenio de Enrique
Peña Nieto en el que se consumó el descabezamiento y desmembramiento de Los Zeta. La estrategia, por cierto, fue más perdurable en aquellas entidades con gobernadores dispuestos a sumarse con seriedad a la cruzada. Fue una excepción al patrón.
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Sinaloa no entraba en los planes originales del nuevo gobierno. La Presidenta reaccionó a la guerra entre la chapiza y la mayiza convirtiendo a Culiacán en laboratorio de una estrategia basada en la coordinación entre instituciones federales y estatales. En poco tiempo están empezando a transmitir una imagen de compromiso y orden. Observadores locales me dicen que las secretarías de Defensa, Marina y Seguridad parecen estar bien coordinadas y cuentan con el apoyo de un gobierno estatal lastrado por la debilidad de un gobernador en modo zombie.
En este contexto retumba la voz de Claudia Sánchez diciéndonos que la unidad podría ser un espejismo, que en el plano nacional las dependencias continúan disputándose con ferocidad el mando y los reflectores. Siempre ha habido y siempre habrá jaloneos. Pero en este momento es tan grande la amenaza que la cúpula debería hacer a un lado las mezquindades y unirse en los campos de batalla.
En el 2025 escuchen a las viudas, atiendan a las víctimas.
Colaboró Vianey Gutiérrez