México: una inseguridad en escalada hacia el 2025

Opinión
/ 30 diciembre 2024

La condición de inseguridad no cambiará, así como no se vislumbra un cambio a favor del trabajo gubernamental más allá de la política o intereses financieros

En nuestro país hay una espiral de inseguridad y violencia que se combate por cada nivel de gobierno en diferentes grados. Sin embargo, todos generan informes con números alegres que de alguna manera los justifican. La realidad es otra: resultados desastrosos para los mexicanos. No importa si una entidad es más insegura que otra, lo que hay que nombrar para poder modificar es el hecho de que existe inseguridad en todos los estados de la República Mexicana.

Sobre la inseguridad, cada partido político y sus correspondientes grupos económicos de soporte, lanzan responsabilidades al partido contrario. A pesar de este modo de argumentación tan pobre, los números entregados en la encuesta nacional del Inegi en el último trimestre de 2024, no dejan dudas: un 64 por ciento de las mujeres y un 52.2 por ciento de los hombres respondieron que es inseguro vivir en su ciudad y el 8.6 por ciento de la población de 18 años y más, consideró inseguro vivir en su ciudad.

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Ante los porcentajes anotados, rápido tendremos a cada grupo de asesores de cada gobernante aportando sus cifras estatales, su compra de armamento, su adquisición de cámaras, en fin, su equis y ye esfuerzo. En dicha estrategia incide el deseo de tener votantes que garanticen la administración de los recursos públicos para sus agendas particulares.

En la referida Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana de septiembre de 2024, hay más datos: sobre la percepción de inseguridad en espacios físicos específicos, el 67.3 por ciento de la población manifestó sentirse insegura en los cajeros automáticos localizados en la vía pública; 61.8 por ciento, en el transporte público; 53.0 por ciento, en la carretera, y 51.3 por ciento, en las calles que cotidianamente usa para desplazarse.

La coordinación entre todos los niveles de gobierno de todos los estados sería lo primero para mantener a raya a los grupos delictivos. Sin embargo, aquí hay un elemento inobjetable: los ciudadanos sabemos a través de noticias y reportajes, sobre la infiltración de grupos delictivos en las esferas gubernamentales en distintos grados y escalas. Esto tiene un impacto en la percepción ciudadana y los correspondientes altos porcentajes de inseguridad reflejados en la encuesta. Además, dicha infiltración permite concluir que en un futuro cercano la condición de inseguridad no cambiará, así como no se vislumbra un cambio a favor del trabajo gubernamental más allá de facciones políticas o intereses financieros.

Con este contexto, el Estado mexicano tiene en su visión jerárquica el orden y el desasosiego, ya que el seguir instrucciones permite que no se cuestionen las consecuencias, ya que se trabaja con obediencia. Como escribiera la filósofa Hannah Arendt en un caso que analizó, los actos perniciosos pueden surgir en personas comunes que no cuestionan el impacto de sus acciones. Allí radica un alto grado de destrucción. Y no, no imaginemos personas monstruosas y sádicas, estos actos pueden ser cometidos por personas normales, que obedecen ciegamente y que son incapaces de pensar en forma crítica.

Ya no es momento de recordar que fue Calderón quien tomó la peor de sus decisiones al lanzar la ofensiva al narcotráfico; sería tiempo de que todos los niveles de gobierno trabajaran por la pacificación de nuestro país, pues es nuestro derecho desplazarnos por el territorio nacional con seguridad, sin embargo, este planteamiento parece más un deseo naive que produce hilaridad, que algo real. No esperemos una estrategia colegiada.

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Así, ciudadanos, tomemos la fuerza necesaria para afrontar este próximo 2025, pues las autoridades saben que la mayoría de los mexicanos no puede elegir sus horarios de traslado, ni los sitios en los que desempeñan sus actividades laborales. Y saben, porque manejan todos los datos, que esta inseguridad tiene otros factores de incidencia para que prevalezca, pero es más rentable mantener redes clientelares.

El vocablo seguridad proviene del latín securitas, el cual refiere a la cualidad de estar sin preocuparse. Se conforma por el prefijo “se” que significa sin, por la palabra “cura” que alude a cuidado y el sufijo “tas”, que remite a cualidad. Es decir, la cualidad de no tener la necesidad de tener cuidado.

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