Xochilovers, a terapia
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En el consultorio de un terapeuta, muy conocido en Saltillo, está una persona Xochilover que porta una camiseta negra con una inscripción al frente que dice: “Tod@s somos Xóchitl”. Con mirada perdida, ojos hinchados y rostro demacrado, sus dedos índices están encallecidos por los millones de veces que hizo “la X”. Su olor corporal, me apena escribirlo, es el de una persona que dejó de bañarse desde el 2 de junio. El tufo de su boca demostraría que desde esa fecha tampoco se lavó los dientes. El desarreglo de su pelo y la suciedad de su vestimenta refuerzan ambas apreciaciones.
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El terapeuta le interroga con amabilidad: “Cuénteme, por favor, qué le trae a mi consultorio”.
Xochilover (X): Estoy en “la depre” porque perdió mi Xóchitl y me es imposible creerlo, doctor.
Terapeuta (T): Explíqueme, por favor.
X (deja su aletargamiento para responder con vitalidad y firmeza insospechadas): Mi casilla estaba repleta de gente de mi colonia. Con decirle, que había alguna gente que nunca había votado en su vida. La fila de votantes daba la vuelta a la esquina. A mí y a mi familia nos tomó hora y media votar. Es más, después de hacerlo, hablé con mis comadres del Club de Jardinería y con mis amigas con las que juego golf en el Campestre y todas, con sus familias, habían ido a votar.
T: Entonces, de cierta manera, usted piensa que esa realidad vivida por usted y sus amigas era, un poco, la realidad del país.
X: Obvio, doctor. ¿Quién en su sana mente votaría por un vejete autoritario que nos llevará con su clon llamado Claudia a ser otra Cuba o Venezuela?
T: Bien. Dados los resultados de la elección, ¿por qué pensaría usted que eso no ocurrió más allá de su casilla o las de sus amigas?
X: Pues porque hubo un fraude gigantesco que indujo el voto a favor de Claudia. Y el principal responsable fue el INE que trampeó los votos.
T: Más allá de los errores del INE que −de acuerdo a analistas− son puntuales, ¿le sería difícil imaginar que la gente, de las distintas clases sociales del resto del país, pudo haber votado por Claudia?
X: Pues sí y no. Sí, porque la mayoría de esa gente es naca, pendeja e ignorante; y se dejó engañar por las Mañaneras y manipular por los programas sociales, las transferencias económicas directas y la compra de su voto. Y no, porque insisto: el INE es el principal responsable del fraude.
T: Bien. ¿Cuál es su mayor temor personal ante el triunfo de Claudia, más allá que México llegue a ser otra Venezuela, lo cual, esperamos no suceda?
X: Perder las propiedades que con tanto esfuerzo ha acumulado mi familia; vivir de nuevo la inseguridad que padecimos de 2007 a 2014 y no disfrutar mi libertad.
T: ¿Cree usted que con el tiempo podría negociar ese choque frontal entre su realidad personal y familiar y la realidad política y económica del país liderada por Claudia?
X (con voz baja y triste): Lo dudo mucho, doctor. Tendré que intentarlo para salir de mi depresión, pero me tomará un largo tiempo. Si no puedo hacerlo, mi familia y yo contamos con el pasaporte comunitario europeo y podríamos migrar a España. O, más cerquita para no extrañar tanto a nuestra familia y a nuestro país, a San Antonio, Dallas, Houston u Austin.
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T: Quizá sea demasiado pronto aún, pero, ¿ha considerado usted trascender su enojo y su tristeza para transformarlo en una participación activa −de corte cívico-ciudadano− y ser parte de la resistencia civil que buscaría acortar la presencia de la 4T en la presidencia de la República?
X (con voz baja y triste): Espero que sí, doctor. Pero aún no me lo he planteado todavía.
T: Muy bien. El tiempo ha terminado. Nos vemos a la misma hora en siete días.