¿Qué sigue para la oposición?

Opinión
/ 10 junio 2024

Del 2 de junio al día de hoy, permanezco atarantado por los resultados de la elección. El optimismo de mi voluntad fue aplastado por el pesimismo de mi inteligencia; el cual anticipaba la derrota electoral de Xóchitl, pero nunca de tal magnitud.

Por ello, en este momento toca de manera paralela, primero, reflexionar de forma autocrítica sobre lo ocurrido; dicha responsabilidad recae en dirigentes y militantes de los partidos de oposición; editorialistas y analistas de medios de comunicación; cibernautas de las redes sociales e integrantes de las clases medias que imaginaron ser un bloque monolítico a favor de Xóchitl. La realidad fue distinta: dichas clases en sus distintos estratos, clase media-alta (49 vs. 41 por ciento); clase media-media (59 vs. 30 por ciento) y clase media-baja (61 vs. 28 por ciento) votaron mayoritariamente por Claudia Sheinbaum (El Financiero: 04-06-2024).

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Como paréntesis, este hecho pone en crisis a los partidos de oposición que por falta de recursos y programas sociales, para obtener el voto de las clases populares y campesino indígena, fueron forzados a “ciudadanizar la política” entre las clases medias. Pues menudo fracaso entre los distintos estratos de las clases medias. Igual, alguien puede decir, “fue una estrategia calculada para mejorar la relación con el Gobierno Federal”. Pero el tiro les salió por la culata, la oposición perdió Yucatán y pudiera perder la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y en el Senado. Desde esa postura arrodillada, ¿qué pueden ofrecer a Sheinbaum para negociar?

Segundo, es crucial que los seguidores de Xóchitl mantengan la calma, a pesar de todo y contra todo, y que elijan −en este momento− una lucha sustantiva: evitar la sobrerrepresentación en el Congreso para evitar que Morena asuma la mayoría calificada en ambas cámaras.

Elegir esta lucha, por el momento, implica ir más allá de la negación o del encabronamiento que puede tener tintes racistas o clasistas abrazados a una violencia simbólica que profundiza el odio y la polarización social contra la gente de las clases populares que votó por Claudia. Ahí está la postura de Carlos Alazraki que, desde su programa de YouTube, castiga a esa gente bajo los siguientes criterios: “no dar propina al viene-viene”; “no dar el 10 por ciento de propina al mesero”; “no donar cuando haya un desastre natural”, etcétera.

Tercero, es importante esperar la postura de las 250 organizaciones de la sociedad civil (OSC) que diseñaron el formato y trabajaron arduamente para el arribo de Xóchitl como candidata de la coalición opositora, para conocer la ruta a seguir.

No correspondería a los partidos políticos de oposición definir ese camino porque durante el proceso electoral demostraron dos cosas: ser un lastre para la candidatura de Xóchitl y utilizarla para sus fines partidistas (lograr la mayoría calificada y retener o ampliar las gubernaturas de oposición).

Cuarto, cualquier rumbo por definir no debería concluir en la formación de un partido político. “La Ley de Michels”, elaborada por el sociólogo Robert Michels y publicada en 1911, probó ser cierta en el siglo 20 hasta el día de hoy. Ningún partido político por idealista, ciudadano o demócrata que pretenda ser, puede sobrevivir sin la creación de una casta, oligarquía u élite privilegiada de dirigentes y un aparato burocrático que la mantenga en el poder. Las personas de dicha élite pueden rotar, pero sin democracia alguna, por la complejidad propia de las necesidades organizacionales, tácticas y técnicas de la entidad partidista. La casta u oligarquía, en otras palabras, mantiene su poder, de una manera u otra.

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Quinto, es fundamental que los convocantes a dicho movimiento social −apartidista− capaciten a cada uno de sus integrantes para evitar esa tendencia entre las clases medias hacia la derecha o extrema derecha −con actitudes irracionales y fanatizadas que agudizan actitudes clasistas y racistas contra el menos privilegiado. Dicha capacitación habría de sembrar las semillas de un comportamiento cívico ciudadano para construir puentes y transformar realidades con su semejante, por necesidad.

Esta es una propuesta del camino a seguir. Ahora toca a la realidad hablar.

Escuchemos atentos.

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