Acuarelas de Cézanne, la "cara privada" del pintor
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Las acuarelas del postimpresionista francés se muestran por primera vez juntas en Europa con las exposición "Cézanne y la modernidad".
Oxford, Inglaterra.- Los óleos de juegos de cartas, retratos penetrantes, escenas de baño y paisajes provenzales definen la obra de Paul Cézanne (1839-1906). Pero sus pinturas más tardías, en acuarela, son mucho menos conocidas. A partir de mañana y hasta el 22 de junio, éstas podrán verse en el museo Ashmolean de Oxford.
Las acuarelas del postimpresionista francés, procedentes de la colección privada del estadounidense Henry Pearlman, se muestran por primera vez juntas en Europa con las exposición "Cézanne y la modernidad".
En total, 50 pinturas, entre ellas de otros famosos impresionistas y postimpresionistas, prestadas por el Princeton University Art Museum de Nueva Jersey. Porteriormente, la muestra viajará al Musée Granet de Aix-en-Provence, donde nació Cézanne.
"Los óleos eran la cara pública del arte de Cézanne, pero las acuarelas eran su parte privada", afirmó el comisario Colin Harrison durante la presentación a los medios.
La muestra se abre con un retrato de Pearlman pintado en 1948 por Oskar Kokoschka. El empresario estadounidense había comenzado tres años antes a coleccionar arte vanguardista europeo. Cézanne era uno de los pintores que más lo fascinaban, pero también otros postimpresionistas, de Degas a Van Gogh o Chaim Soutine.
Una de las salas de la exposición está dedicada a las acuarelas de Cézanne, a las que el artista daba poca importancia. Entre ellas figuran la naturaleza muerta "Peras" (1890), por la que se pelearon Renoir y Degas y que finalmente fue por sorteo para este último. "Son unas peras extremadamente sensoriales", afirma Harrison sobre la obra.
Cézanne logró como apenas ningún otro artista de su tiempo capturar la luminosidad de su tierra natal en sus acuarelas. Algo que queda patente en sus habituales representaciones del Monte Victoria, plasmado en 11 óleos y numerosas acuarelas.
Paisajes, bosques, fuentes y edificios relucen en sus pinturas como si de joyas se tratara. "El efecto resplandeciente de su inconsistente trazado es extremadamente provocador", añade el comisario de la muestra.
La colección Pearlman está considerada una de las más valiosas y mejor conservadas colecciones privadas del mundo. "Es una colección de primer nivel de obras de primer nivel", sostiene Harrison. La última vez que pudo verse completa fue en 1974.
Por Anna Tomforde/DPA