‘Las madres de las invenciones’: Alejandro Cerecero celebra los 18 del Cerdo de Babel

Artes
/ 1 agosto 2022

Este martes se inaugura la ya tradicional exposición del artista saltillense con la que la taberna cultural conmemora su décimo octavo aniversario

El arte y la visión de Alejandro Cerecero se componen de imágenes, escenas, ideas y momentos que, como torres de Babel, dan pie a la unidad desde la diversidad. El juego del collage y la composición dadaísta llega desde antes que la imagen misma haya sido concebida.

Esta sería una forma de describir las invenciones del artista que ahora, a través de su trabajo, reflexiona sobre la inventiva total del ser humano en la exposición “Las madres de las invenciones”, que se inaugura este martes en la Taberna El Cerdo de Babel, en el marco de su décimo octavo aniversario.

“Son trabajos que realicé en su mayoría a lo largo de este año, y junté ideas que salieron a partir de unas lecturas sobre el tema de la invención, de los inventos, porqué, de dónde surgen, que las plantea un autor llamado Jared Diamond, geógrafo, ecologista, quien analiza este tema de cómo surge a partir de una necesidad, el invento, pero cómo ha cambiado a lo largo del tiempo, de tal manera que es al revés, la invención es la madre de la necesidad”, comentó Cerecero en entrevista con VANGUARDIA.

“Salieron ideas que se relacionan con diferentes temas, de la historia, de género, de los inventos como la rueda, la educación, la imaginación. Hay algunos temas por ahí que hice como una idea curatorial de irlos encajando de este gran tema”, agregó, “y el nombre surge a partir del nombre de un grupo de rock norteamericano, de los 60’s, 70’s, que así se llamaba, ‘Las Madres de la Invención’, ‘Mothers of Invention’, cuyo líder era Frank Zappa, fallecido recientemente, y siempre me ha gustado su música porque es muy, por ahí alguien la definía como muy dadaísta, en el sentido de la libre experimentación y de los géneros, entonces es una especie de conjunción de ideas de ambos temas”.

Pensar en la vorágine consumista de querer conseguir el nuevo gadget, o modelo, objeto, aditamento o, en general, cualquier producto novedoso que no atiende a ninguna necesidad, sino que más bien la crea, es una de las bases de esta exposición.

$!‘El descubrimiento del método’ de Alejandro Cerecero.

Las 23 piezas se adhieren al estilo ya conocido de Cerecero, que a pesar ser libre en su concepto y materiales, suele proponer lecturas basadas en composiciones de elementos dispares. Una mujer de fondo, un par de elementos tecnológicos por aquí, frases para complementar, y nos encontraremos con una obra que resulta de la suma de sus partes.

“Creo que ya se ha convertido en una característica propia, de contraponer elementos que no tienen relación uno con otro para generar nuevos significados. El chiste es buscar qué elementos se relacionan con otros. Trabajo a partir de un archivo de muchas imágenes, que voy depurando; sacadas de las redes, de dibujos, de revistas, y de repente las empiezo a mezclar”, expresó respecto a su lenguaje artístico.

$!‘Las madres de las invenciones’ de Alejandro Cerecero.

“A partir también de una serie de notas, por ejemplo cuando leía el libro o lecturas referentes empiezo a notar palabras o ideas por ahí a la hora de trabajar. Saco el cuadernillo, el acordeón, para saber cómo ir enlazando o aplicando esas ideas”, continuó, “la idea es explorar un tema y llevarlo hasta sus límites. Luego se convierte en algo que ofrezco para las exposiciones, pero a veces sirve de punto de partida para continuar. Hace algunos años había hecho algo relativo a la ciencia, a partir de lecturas de Isaac Asimov, también es material muy útil, muy imaginativo. Y sobre todo sirve para ir atando cabos, ves ideas y vas formando tus propios criterios”.

En el marco de los 18 años del Cerdo de Babel, Cerecero agradeció ser parte tradicional de este espacio, el cual se ha convertido en un lugar donde, si en un principio servía para presentar aquello que no se animada a exponer en otro lado, ahora es el hogar de sus novedades anuales.

“Fue gracias a mi amigo Luis Hernández que le contaba que tenía unas exposiciones muy chiquitas, de dos cuadros con textos de Chuy de León. Me dijo que unos amigos estaban abriendo un lugar, me los presentaron y ahí empezó la relación. Al principio me llevaba trabajos que eran juguetones o más libres, que no me atrevía a poner en galerías muy formales, pero a la vuelta de los años, y ver el trato, la gente que admira la obra, he terminado por llevarme mis estrenos del año”, recordó.

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