Tres artistas presentarán su 'Pareidolia' en el Cerdo de Babel
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Alejandro Cerecero, Gustavo Adame y José Omar Rodríguez colaborarán nuevamente en esta exposición colectiva que se inaugura en el bar del Centro Histórico
En mayo del 2018 los artistas Alejandro Cerecero, Gustavo Adame y José Omar Rodríguez presentaron en la Galería de la Escuela de Artes Plásticas Prof. Rubén Herrera la exposición “La rueda de las mentiras”.
En este trabajo colectivo, nos contó en entrevista Cerecero, descubrieron que “nos quedamos muy a gusto con el ambiente y la manera de trabajar y estuvimos platicando el año pasado y planeando algo para este año. Cada quien desde su trinchera”.
Ahora, dos años después, el trío volverá a la Taberna el Cerdo de Babel —pues con dicha exposición estuvieron dos meses después en el bar— con “Pareidolia”, una exposición que se inaugura este jueves 16 de julio donde proponen reflexiones visuales sobre la percepción y la memoria.
“Al empezar el año estábamos muy metidos en el tema y se vino esta pandemia y medio pensamos que no se iba a hacer nada pero aprovechamos el tiempo para trabajar y crear”, explicó el artista para VANGUARDIA, “Siempre nos ha gustado meternos en temas escabrosos. Gustavo y José Omar han seguido trabajando los temas de la deshumanización, sobre la otredad y de hecho estuvieron trabajando con los apoyos PECDA. Yo particularmente había trabajado sobre temas de ilusiones visuales y por ahí fuimos empatando las ideas y terminó en esto”.
La pareidolia es, de acuerdo con el concepto que utilizaron, “un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible”.
Tomando esto como base los artistas plantean en la exposición, por ejemplo, paisajes donde los circuitos y chips computacionales reemplazan los entornos urbanos y naturales del paisaje, haciendo que la creación humana tome incluso mayor importancia al modificar el terreno.
“Hace algún tiempo me surgió la idea de realizar una serie basada en la intervención del paisaje con algún motivo que fuera reconocible al espectador, al tiempo que lo hiciera cuestionarse la procedencia del objeto que está observando”, escribió Rodríguez en un texto que compartieron con la prensa y en el que explican su proceso y objetivos.
“Esa figura no pertenece al paisaje, aunque pareciera que sí. Fue así que a principios del año, mientras trataba de reparar un juego de video, encontré que las tarjetas de circuitos, que son utilizados en todo aparato electrónico existente, si son vistas desde cierto ángulo y son montadas sobre un paisaje de fondo, pueden fungir como parte del mismo”, continúa el artista cuyo trabajo ha mezclado al hombre y la máquina en el pasado y explora en lo general la relación entre lo natural y lo artificial.
Por su parte, el aporte de Adame aborda la identidad humana. En sus cuadros presenta superpuestas huellas digitales sobre rostros, ambos elementos que sirven para identificar a los individuos y entre ellos mismos, tanto a nivel social como burocrático.
“La imagen reconocible que proyectamos hacia los demás es una percepción que está siempre en constante cambio. Depende siempre del momento o estado en el que se encuentre, adquirimos diferentes formas, tomamos de los demás ciertas maneras y artificios que, al adoptarlos como nuestros nos resulta el cómo somos percibidos, si somos reconocibles o irreconocibles”, escribe Adame sobre sus obras, desarrolladas alrededor del concepto de la fragilidad de la memoria.
“La idea es hacer una exposición con una serie de trabajos relacionados con la percepción, de cómo percibimos, de algunos fenómenos de la visión, de la atracción por las imágenes y signos ocultos, de la pareidolia que, por sí sola o combinada con la apofenía y con la hierofanía se vuelven fascinantes al relacionarnos con el carácter sagrado que se confiere a objetos, reliquias, vestigios, pinturas, lugares y sitios arqueológicos”, expresa por su parte Cerecero en ese mismo texto.
El trabajo del pintor y escultor juega con ejemplos clásicos del estudio de la pareidolia, como la imagen de “la dama vieja” —la cual, dependiendo del punto de vista, puede parecer la ilustración de una joven mujer o de una anciana— así como de otros ejercicios visuales que engañan al espectador y presentan escenas que podrían o no estar ahí, escondiendo en el camino sus significados.
“El juego visual en nuestra época es tan ordinario como atrayente pero confunde al observador con el ardid forrado de adelantos y artificios que nos hacen ver y ser vistos sin que lo notemos, por la forma en como respondemos, en cómo nos relacionamos, en cómo vivimos”, agrega.
Para Cerecero la colaboración con Adame y Rodríguez es fructífera y aseguró que continuará —aunque por la cuestión de la pandemia han tenido que trabajar a distancia—, pues valora las diferentes perspectivas que nutren su trabajo.
“Esto me da mucha confianza, apoyarme en los jóvenes. No te quedas con tu rollo antiguo, planteados durante otras épocas y creo que se mantiene un poquito más cercano, más fresco, a lo que está sucediendo ahorita”, expresó.