Don Eustacio Ascacio Vásquez, “Don Tacho”, ha dedicado casi las últimas dos décadas de su vida a luchar por su tierra, en el ejido Tenochtitlán, en el municipio de Ocampo, Coahuila, debido a una batalla legal por el territorio que la empresa canadiense First Majestic quiere explotar por su plata.
Sin embargo, su personalidad y sus vivencias le permitieron durante la pandemia ser parte de un proyecto de una naturaleza totalmente diferente, artística. La película “Zapatos rojos” de Carlos Eichelmann Káiser, que llegó a festivales en Morelia y Venecia y ahora podría otorgarle un Premio Ariel en la categoría de Mejor Revelación Actoral.
El director expresó en entrevista con VANGUARDIA la fortuna de haber encontrado a don Tacho, pues el tratamiento realista que buscaban para este filme requería de una persona muy específica, un no-actor con las cualidades idóneas para interpretar a un padre que tiene que viajar a la ciudad a recuperar los restos mortales de su hija.
“Tacho fue una casualidad, cercano al milagro”, comentó Eichelmann, quien conoció al ejidatario gracias a un documental sobre la lucha contra las mineras, “en ese video está una entrevista a Tacho, que vive en su ejido lo que estamos sufriendo en San Luis Potosí (yo soy de ahí) con las mineras, y cuando lo vi me sorprendió muchísimo la cercanía que tenía con el personaje del guión, tanto física como esencialmente. Siempre digo que la película fue la que eligió a Tacho”.
Explicó que el trabajo de dirección con él fue por dos vías. Una a cargo de un coach de actores pero otra a través de su esposa, Cipriana Cárdenas, gracias a quien establecieron rutinas de ensayos y por medio de ella llegó el libreto a él, dado que Tacho tiene dificultades para leer.
“Leíamos el libreto con Cipriana y luego ella hablaba con él de la escena. Nunca había trabajado así y me pareció fantástico. Después de eso Tacho se iba con sus cabras, estuvimos viviendo como un mes en el ejido, como cuatro horas al monte y repasaba después de estar pastoreando regresaba con ciertas ideas, ciertas propuestas para la escena y así empezábamos a ensayar”, comentó.
Eichelmann describió el proceso como una “dirección al revés”, pues en lugar de pedirle al actor que se adapte al personaje, convivieron estrechamente con Tacho y su familia para conocerlo y adaptar el guión a la personalidad del hombre, e incluso un poco de su esposa también se decantó ahí.
“No había trabajado nunca así, me parece fantástico y creo que ese va a ser el camino que voy a seguir. Descubrí que a través de las personas reales, y que tengan mucha cercanía con el personaje que está escrito en el guión. Se empieza a descubrir cierta verdad y el cine que yo intento hacer tiene esta lealtad hacia la realidad [...] Al usar actores evades esta realidad y entras en el terreno de la impostura; en cambio los no-actores o actores no profesionales simplemente son ellos, se presentan, no representan y ahí hay una carga brutal, avasallante. Creo que seguiré usando esta fórmula”, compartió.
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En noviembre pasado, luego de haber acudido a una presentación de la película en el Festival Internacional de Cine de Morelia, tuvimos la oportunidad de conversar con el protagonista de “Zapatos Rojos” y, además de contarnos su vida como minero y ejidatario, también ahondó en este proceso descrito por el director.
“Todas esas cosas que me pasaron a mí ya las tenía en el cuerpo, ya lo sabía todo. Y la misma película, lo que me estaban diciendo que hiciera, yo ya lo tenía en la mente. Casi casi no batallé nada. Pero está triste eso y se le salen las lágrimas a uno de recordarlo”, dijo Ascacio Vásquez en aquella ocasión.
Ahora don Tacho comparte esta nominación con Emili Berjón, por su trabajo en “Trigal”, Déja Ebergengi por “La caída”, Isabel Luna quien protagonizó “Huesera” y Diego Armando Lara por “El reino de Dios” y este sábado 9 de septiembre sabremos si llegará un Ariel a Tenochtitlán.