¿Cómo se produce la gran marejada?

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/ 22 septiembre 2015

Eugenio Gómez Reyes, oceanógrafo físico de la UAM Iztapalapa, explica los fenómenos físicos visibles que acompañan a los terremotos oceánicos y los tsunamis

Ciudad de México. El descenso repentino del mar en zonas costeras y que deja al descubierto grandes extensiones del lecho marino es uno de los fenómenos característicos de los terremotos que ocurren en placas oceánicas y la señal visible de alerta que antecede a un tsunami u ola de puerto, explicó el oceanógrafo físico de la UAM, Eugenio Gómez Reyes.

Gómez Reyes, en entrevista con El UNIVERSAL, explica que este fenómeno de retracción del nivel del agua y la posterior marejada puede eventualmente atrapar especies marinas en fosas o desniveles del suelo que quedan al descubierto o bien ser arrastradas tierra adentro y quedar de la misma forma apresadas en zonas bajas.

El investigador del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Unidad Iztapalapa de la UAM comenta que un tsunami es consecuencia de un sismo en el fondo del mar, específicamente cuando ocurre un dislocamiento del suelo producido en las llamadas placas de subducción ubicadas en la zona del Pacífico, donde se ubica Japón.

"Resulta que las placas de la corteza terrestre están enfrentándose una contra otra, se produce una subducción, es decir, una se hunde con respecto de la otra; si ocurre en el fondo del mar, un bloque del lecho `se cae' se cae con respecto de otro, por lo que el agua tiene que responder a esta diferencia repentina de nivel, generándose un asentamiento y un movimiento de onda".

Al generarse este dislocamiento, continúa el experto de la Universidad Autónoma Metropolita, se tiene que propagar para `reajustar el nivel" por lo que la onda viaja por todo el océano, y la fuerza y amplitud con la que llegue a la costa dependerá de la diferencia de altura y el hundimiento de la placa subducida.

El impacto es en zonas costeras, no en alta mar

El doctor Eugenio Gómez Reyes descarta que un tsunami impacte en a las ecosistemas marinos o a las poblaciones de especies en alta mar porque sólo experimentan un aumento repentino del volumen del nivel del mar.

Sin embargo, precisa que las especies en zonas costeras eventualmente pueden quedar atrapadas en fosas durante el arrastre del agua, o bien ser depositadas en zonas más allá de los límites de la franja costera al bajar la marea; lo que tampoco causaría gran impacto en las poblaciones por ser fenómenos esporádicos.

No así, explica, en estructuras y asentamientos humanos, donde sí ocurren afectaciones por  lo que siempre es necesario levantar atlas y hacer estudios para establecer límites de riesgo y prevención.

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