Polaroid, vinilos y consolas: el pasado vuelve para quedarse

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/ 12 febrero 2016

El consumo de productos vintage y retro es un fenómeno que funciona no solo como tendencia, también es un negocio rentable

El vinilo ha destronado al CD y domina las ventas de música en formato físico como hace 20 años. Las consolas de videojuegos que arrasaron en los ochenta vuelan de portales como eBay a precios de tecnología punta. En Instagram triunfan los filtros que dan a las fotos un toque setentero, y son tan tendencia un sofá Chesterfield o una cámara Polaroid como el último modelo de smartphone. Para esta temporada, las revistas de moda anuncian los modelos de zapatillas Adidas Gazelle (1968) y Nike Cortez (1972) como lo último en calzado sport. El consumo de productos vintage y retro es un fenómeno que ha provocado desde la resurrección de marcas hasta la reedición de modelos por parte de otras. Se trata de un mercado reducido, pero muy activo, y que ha conquistado a todo tipo de público. Los adultos que disfrutaron de esos objetos en su día los vuelven a buscar movidos por la nostalgia, y los más jóvenes experimentan con ellos ávidos de novedades cada vez más escasas en la mayoría de sectores.

Los discos de vinilo son el producto retro más representativo del gran momento que vive esta tendencia. Se venden 15 millones de copias al año en el mundo y en el último ejercicio, el negocio creció un 64%. Fue el mejor desde hace 21 años. Estas cifras suponen apenas el 5% del mercado musical, copado por las ventas digitales y los servicios de streaming, pero están en continuo ascenso y tienen un alto valor añadido, ya que su precio es mayor y por tanto son más rentables. Los grandes almacenes aseguran que no estamos ante una moda sino que los vinilos han llegado para quedarse. Por eso los fabricantes de electrodomésticos han vuelto a producir platos y tocadiscos, muchos de estética vintage. La prensa británica publicó recientemente que en las pasadas navidades la cadena HMV vendió un tocadiscos por minuto. También hay versiones actuales, que incluyen conexión USB para convertir los vinilos a mp3. Les acompañan las cámaras de fotos y las videoconsolas.

En cuestión de fotos, la lomografía y la impresión directa están abriéndose camino en el mundo de las imágenes digitales tomadas con el móvil. Algunas de estas cámaras permiten la fotografía de acción, al estilo de las GoPro, y otras emulan a las de papel película. Siete años después de que se anunciase que desaparecían los carretes, hoy se sabe que aún funcionan 300 millones de Polaroid en el mundo. Respecto a las consolas, cuanto más antiguas mejor. Triunfa la primera de Nintendo, la NES (Famicom en Japón), que se vende por Internet a una media de 150 euros (los últimos modelos de PlayStation y Xbox rondan los 390). Para 2017 está previsto el regreso de la Colecovisi-on, mítica consola que lleva 30 años desaparecida que vuelve para competir con las máquinas actuales de Sony o Microsoft reproduciendo juegos en formato cartucho tanto antiguos como nuevos. Un estudio revela que un 17% de estadounidenses todavía conserva y usa alguna de estas máquinas, y un gran número de jóvenes se está interesando por ellas.

El motivo de que hayan vuelto a triunfar los relojes Casio o que Ikea haya lanzado una colección de muebles de estilo antiguo solo lo conoce el consumidor. Los expertos en marketing apuntan al componente emocional de la nostalgia como motor de este éxito. El mercado de lo vintage funciona en primer lugar porque sus productos son más caros, algo que no parece suponer un problema. El que compra nostalgia está dispuesto a afrontar un gasto mayor, y lo hace porque le genera bienestar, según apunta un informe de la agencia de inteligencia de mercado Mintel. La crisis parece ser por tanto la respuesta. En tiempos difíciles la felicidad se paga más cara que nunca. Un objeto que recuerde momentos mejores está destinado a conquistar al usuario. La idealización del pasado en un tiempo de futuro incierto y la reacción a la era digital terminarían de explicar el fenómeno. Para contrarrestar el elevado uso de los teléfonos de última generación y las redes sociales la gente necesita recuperar lo tangible, aquello que puede oler y tocar. Ante la incertidumbre actual, cualquier tiempo pasado, mejor o peor, surge como el refugio perfecto.

Por Ignacio Gomar / El País

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