Al salir me encontré en el corredor con la vecina del 14, esa mujer que tiene enhiesta grupa de potra de los arábigos desiertos; busto como las cúpulas de las mezquita de Bagdad; cintura de odalisca, de ésas que sacian con sus besos la sed de amor de los beduinos que tornan al aduar, y piernas marfilinas como las altas columnas del templo de Isis en Egipto”.