El señor hizo a sus criaturas. Hizo al colibrí, y con el barro que le sobró hizo al elefante... Hizo al perro, y le iba a poner el ronroneo, pero en eso llegó el gato y se lo llevó
Pero el Señor no quedó satisfecho. Hizo entonces al zenzontle, que tiene cuatrocientas voces, cada una más bella que las otras. Pero el Señor no quedó satisfecho