Cómo ayudar a calmar la ira de su hijo adolescente

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En esta edición de LIFEadvice, las coaches Kim Giles y Nicole Cunningham le ayudarán a entender por qué su hijo adolescente genera conflictos en su casa y cómo ayudarlo a procesar sus emociones.
Pregunta:
Mi marido y yo tenemos seis hijos y siempre hemos tenido un hogar feliz, es decir, hasta hace unos años. Siempre fuimos una familia unida, pero en estos últimos años da la sensación de que no nos conectamos bien con nuestros hijos mayores. Entiendo que los cambios en la pubertad y el colegio secundario pueden resultar abrumadores pero mis hijos mayores parecen estar enojados, desconectados e impacientes con nosotros y sus hermanos más pequeños. ¿Qué puedo hacer para disminuir toda esa hostilidad y volver a conectar a mi familia?
Respuesta:
La verdadera razón por la que alguien se comporta mal es porque le teme al fracaso -no ser lo bastante bueno, o a la pérdida- el miedo de perderse algo, de no ser bien tratado o ser dominados. Son éstos los miedos los que nos hacen sentir a nosotros y a nuestros hijos irascibles, enojados y por momentos también mezquinos.
Durante los años de adolescencia, los chicos experimentan más miedo e inseguridad que antes. También atraviesan un proceso natural de empezar a alejarse de la familia para poder llegar a ser finalmente adultos independientes. Estos dos factores juntos pueden alcanzar un nivel considerable de rabia malhumorada y de comportamiento grosero.
La rabia, la frustración y la negatividad que aparecen como una rabia mal dirigida hacia la familia constituyen en realidad un miedo reprimido. Cuando el enojo y el miedo quedan encerrados, no son aceptados o se ahuyentan pueden quedar reprimidos, generando una conducta explosiva y exagerada.
Al igual que la felicidad y la tristeza, la frustración y el enojo son emociones que requieren reconocimiento y tiempo. Debemos reconocer los sentimientos que aparecen en nuestros hijos mayores, escucharlos, y respetar su derecho a estar experimentándolos y a sentirse como se sienten en vez de limitarnos a corregirlos. Se les debe permitir estar enojados, asustados e irascibles por momentos. No obstante, muchas veces se necesita una orientación para enseñar a los adolescentes a procesar y expresar su rabia de maneras aceptables. Debemos entender la enorme ebullición de emociones que están viviendo en ese momento, y concentrarnos más en la conexión que en la corrección.
La rabia reprimida puede manifestarse en su hijo adolescente a través de los tres comportamientos siguientes -negación, repliegue y mal humor.
Negación –es la desconexión completa y la negación de todos y cada uno de los sentimientos. A menudo, en esta etapa, vemos que los chicos abandonan sus responsabilidades, rechazan a las personas que quieren y se apartan de la conexión con sus familias. Esa rabia reprimida se puede aplacar iniciando el diálogo y dando espacio para que se puedan analizar las emociones. La negación es consecuencia de no hacer caso a lo que están sintiendo y no darse tiempo para sentir la rabia y procesar su verdadera razón. Si usted no ha representado un lugar seguro anteriormente y dio sermones en vez de escuchar, es posible que deba disculparse y puede llevar tiempo que su adolescente confíe en usted lo suficiente como para abrirse. Pero lo puede solucionar con respeto, tiempo y el compromiso de respetarlo y respetar lo que necesita. Repliegue -es generalmente la conducta que vemos como reacción impulsiva a la rabia y la frustración. Vemos que los chicos se alejan, se cierran y no comunican lo que pasa por sus mentes y sus corazones. Es necesario un acercamiento suave y paciente para, nuevamente, ofrecer un espacio seguro y el respeto que alentará a su hijo a abrirse y conectarse. Pero deje que su hijo decida cómo y cuándo comunicar sus sentimientos. No trate de presionarlo demasiado, lo cual puede generar un repliegue aún mayor. Mal humor -lo vemos comúnmente en los adolescentes, cuando la rabia y el miedo se enconan y se internalizan. La rabia malhumorada suele ser a menudo la calma antes de la tormenta. La rabia explosiva y la rabia mal dirigida pueden ser el resultado, y pese a ser desagradable, es mucho más saludable en esta etapa que guardárselas para adentro. Reconocer su derecho a sentirse como se sienten y preguntar si tienen ganas de hablar de su frustración es una manera excelente de iniciar un diálogo. La expresión es siempre mejor que la represión. Comparta con su hijo adolescente los efectos secundarios derivados de reprimir la rabia, que incluyen estrés, ansiedad, depresión, dormir mal y daños en las relaciones con los otros.
La rabia reprimida y las conductas que genera pueden corregirse en la medida que usted vaya apartando a su hijo del miedo para llevarlo hacia una confianza y un amor mayores.
En nuestro sitio web hay una buena planilla (en inglés) que le ayudará a llevar a cabo una Autopsia emocional para procesar las emociones.
Le recomiendo encarecidamente que la consiga y vea la manera de mostrarle a su hijo adolescente cómo usarla. Si tiene interés en probarla, tómele una foto con el teléfono celular y envíesela en un mensaje. (Pero solamente si se lo pidió y tiene interés y dice que quiere hacerlo.) Usted también puede ayudarlo a sentir menos miedo enseñándole (con el ejemplo y las palabras que diga) los dos principios importantes señalados a continuación, que ayudan a disminuir el miedo.
Enséñele que (como todos los seres humanos) tiene el mismo valor infinito, inmutable e intrínseco, lo cual significa que siempre somos suficientemente buenos -porque la vida es un aula, no un examen. Este principio los ayuda a sentirse más seguros y elimina el miedo al fracaso. Los adolescentes temen especialmente las opiniones de los demás y es necesario recordarles constantemente que las opiniones no cambian su valor y ninguna persona puede ser mejor o peor que otra. Ayúdele a entender que todo lo que surge en la vida es una lección. Cada día, el universo le da oportunidades de aprender y ser más fuerte, más sabio y más afectuoso. Ver una lección en cada experiencia, cambiará su nivel de sufrimiento. De esa manera, el adolescente ve que el mundo está para servirlo no para torturarlo. Otra forma excelente de conectarse con su hijo adolescente es asegurarse de pasar algún tiempo juntos cada semana. Haga que sea un tiempo de diversión y trate de averiguar cómo es la vida y la mentalidad de su hijo en vez de tomar este tiempo como una corrección disciplinaria o llegar al fondo de sus problemas. Llévelo a comer afuera (eso les encanta) y cuide que no haya ni sermones ni interrogatorios. Es un momento para escuchar y reconocer su derecho a estar donde está y pensar como piensa. Quizá le convenga asegurarse de tener nuestra Planilla para un reconocimiento (en inglés) y estudiarla anteriormente para manejar bien esta situación.
Como todos nosotros, los niños y sobre todo los adolescentes quieren ser escuchados, aceptados y reconocidos. Escúchelos y ponga su energía en la relación. Hable sobre sus preocupaciones desde un lugar de vulnerabilidad (compartiendo sus miedos), no desde su autoridad, y haga realmente un esfuerzo por estar presente en forma constante cada semana. Comparta con su hijo que para usted cada situación en la vida es una oportunidad para aprender y que eso la ayuda a salir del miedo y volcarse a una confianza y un amor mayores.
Las siguientes son algunas buenas preguntas para hacer a sus hijos adolescentes cuando estén juntos:
¿Cómo sientes tu vida en este momento? ¿Hay algo que yo pueda hacer, estar más presente y brindarte más apoyo? ¿Hay alguna forma en que nosotros, como padres, podemos mejorar cómo manejamos las situaciones en casa? Formulando estas preguntas, está mostrando una disposición y una apertura a la escucha, a aprender de ellos y a reconocer sus sentimientos. No está cediendo su poder ni dándoles autoridad en su casa, sino creando una conexión y un espacio para buscar soluciones y para expresar sentimientos, lo cual puede frenar la negación, el repliegue y el mal humor. Creemos que las conversaciones de este tipo son especialmente importantes para los adolescentes en riesgo porque el suicidio de adolescentes crece.
Tenga paciencia con estas conversaciones y baje sus expectativas o sus apegos a un resultado específico. Confíe en que, con una mayor conexión, su hijo se sentirá cada vez más seguro. El enojo y la rabia mal dirigidos tardan en sanar. Es posible que su hijo también necesite ayuda profesional para poder adquirir algunos nuevos talentos que le permitan lidiar con sus pensamientos, sus emociones y experiencias en la escuela. Verifique algunas de las opciones que ofrecemos para padres y adolescentes.
Sienta la tranquilidad de que las bases que usted sigue sentando para sus hijos nunca son en vano. Sin importar qué edad tengan, los hijos miran a los padres y su comportamiento como un ejemplo y ansían conectarse con ellos y tener su reconocimiento, Haga todo lo posible para asegurarse de que su lenguaje y su comportamiento sanen en vez de herir. Comprométase a validar la relación que tiene con su hijo adolescente y a seguir invirtiendo en ella. Usted puede hacerlo.
