La menopausia es diferente para las mujeres de color
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Algunos estudios han revelado que las mujeres negras tienden a iniciar esta transición
Por: Alisha Haridasani Gupta
La carcajada de su ginecólogo es lo que Dannette Fogle, una maestra jubilada de 65 años de Nueva York, recuerda con mayor claridad cuando entró a la menopausia.
Fogle tenía 34 años cuando notó algunos cambios en su ciclo menstrual que solía ser regular, lo cual es un síntoma característico de la perimenopausia, la transición que lleva hacia el final de la ventana de fertilidad de las mujeres.
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La mayoría de las mujeres no comienzan la perimenopausia sino hasta los cuarenta y tantos años, pero algunos estudios han revelado que las mujeres negras tienden a iniciar esta transición antes que las de otras razas. Fogle, quien es de raza negra, también comenzó a experimentar sudores nocturnos, que es otra señal de que sus hormonas estaban cambiando. Así que fue al ginecólogo para buscar respuestas, consuelo y tal vez algo que la ayudara con los sudores, mismos que estaban empezando a provocarle trastornos del sueño.
“Cuando le dije ‘Creo que estoy entrando en la menopausia’, soltó una carcajada como si fuera la cosa más ridícula que hubiese oído. No solo eso, sino que literalmente llamó a su enfermera y le dijo: ‘¿Usted puede creer lo que dice esta mujer?’ como si yo ni siquiera estuviera en la habitación”.
Se desmoralizó tanto por esa interacción, que decidió que le iría mejor si “improvisaba” sin contar con ayuda médica, comentó. La perimenopausia dura de cuatro a diez años en promedio. Para Fogle, duró más de quince años y llegó a la menopausia (que se define como la ausencia de menstruación durante doce meses consecutivos) cuando cumplió 50 años.
La transición a la menopausia es confusa para gran parte del millón de mujeres estadounidenses que cada año enfrentan decenas de síntomas (entre ellos, bochornos, resequedad vaginal, pérdida de cabello, ciclos menstruales irregulares y de mucho sangrado y aumento de peso) y que no cuentan con mucha orientación médica y tienen pocas opciones que les proporcionen alivio.
Pero para las mujeres de color, esta transición puede ser todavía más complicada. Las investigaciones han revelado que la duración, la frecuencia, la gravedad e incluso los tipos de síntomas pueden ser diferentes de una raza a otra.
Cuando las mujeres de color buscan atención médica, casi siempre se topan con médicos que no están al tanto de esas diferencias y no tienen la formación suficiente para ayudarlas a atravesar esa transición. Tal vez eso se perciba como un menosprecio a sus malestares, una experiencia que es habitual para las mujeres de color cuando acuden al médico. Las consecuencias pueden ser considerables: algunos síntomas de la menopausia no atendidos se asocian con un riesgo mayor de desarrollar enfermedades crónicas a largo plazo, como las cardiopatías coronarias y las enfermedades neurodegenerativas. También pueden convertirse en años de malestares que afecten la salud mental y la calidad de vida de la paciente.
En los últimos años, ha habido una creciente conciencia cultural sobre la menopausia en general y una gran cantidad de empresas emergentes respaldadas por celebridades se han enfocado en el manejo de los síntomas, pero casi siempre se habla de las mujeres blancas, cuyas experiencias son consideradas “la norma”, comentó Omisade Burney-Scott, presentadora del pódcast “Black Girl’s Guide to Surviving Menopause” (Una guía para que las mujeres negras sobrevivan a la menopausia), que inició en 2019. “Y lo que suceda fuera de la norma se considera distinto o es excluido”.
Esto significa que las mujeres de color casi nunca cuentan con una atención adecuada durante la menopausia, lo cual les dice que su sufrimiento es irrelevante, comentó Stephanie Faubion, directora médica de la Sociedad de la Menopausia y directora del Centro para la Salud Femenina de la Clínica Mayo. “Lo que les estamos diciendo es que en realidad no importa si no duermen bien en la noche y que en realidad no importa si faltan a trabajar debido a estos síntomas. Estamos ignorando el sufrimiento de este grupo de mujeres más de lo que ignoramos el sufrimiento de todas las demás mujeres menopáusicas”.
‘Ningún tipo de orientación’
En 1994, dio inicio un estudio histórico sobre las diferencias raciales en la menopausia, el Estudio de la Salud Femenina en todo el País (SWAN, por su sigla en inglés). Los investigadores han seguido a un grupo de más de 3000 mujeres en la perimenopausia y la menopausia durante décadas y han descubierto algunas diferencias importantes: las mujeres negras y latinas llegan a la menopausia antes que las mujeres blancas, chinas y japonesas. También experimentan ciertos síntomas de la menopausia durante diez años o más, casi el doble que las mujeres blancas, chinas y japonesas.
Uno de los síntomas más molestos para todas las razas, que es común en la menopausia, casi siempre son los bochornos, los cuales ocasionan sudores nocturnos que pueden provocar trastornos del sueño y episodios diarios que pueden afectar la capacidad de concentración o de trabajar de las mujeres. Pero los investigadores han descubierto que las mujeres negras tienen mayores probabilidades de experimentar bochornos más intensos y frecuentes; además, las mujeres negras los padecen durante más años que las mujeres de otras razas. Hay pocos estudios de calidad sobre las mujeres asiático-estadounidenses (un grupo que incluye a las mujeres de ascendencias china, coreana, sudasiática y filipina), pero algunos han revelado que es más probable que estas experimenten dolor crónico y ansiedad, más que bochornos.
Cuando Anjum Shah, una urbanista de 55 años de Orlando, Florida, comenzó a tener bochornos a los 48 años, sabía que estos estaban relacionados con la menopausia, pero su ansiedad repentina la tomó totalmente por sorpresa.
“Me voy a dormir y, de repente, estoy levantada y totalmente despierta con el corazón latiéndome rapidísimo y digo ‘Pero ¿qué me ocurre?’”, nos contó Shah, una mujer sudasiática.
Fue al mismo médico de atención primaria que había visto durante años. “Le dije ‘¿qué debo hacer?’”, recordó. Este le respondió preguntándole qué le gustaría a ella que él hiciera al respecto. “No obtuve ningún tipo de orientación”.
Un sistema deficiente
Hay un consenso cada vez mayor entre los especialistas en cuanto a que la salud de referencia de la paciente, cuando entra a la menopausia, puede afectar de manera significativa su experiencia al respecto, afirmó Sherri-Ann Burnett-Bowie, profesora adjunta de Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
En un artículo que se publicó en febrero, los investigadores concluyeron que la diferencia en los síntomas de la menopausia entre las mujeres negras y blancas se podía explicar por un “racismo estructural” que dio lugar a “una mayor carga de enfermedad” para las mujeres negras. Según el estudio, las mujeres negras del SWAN, tenían una mayor tendencia que las mujeres blancas a reportar inestabilidad económica, situaciones de discriminación, “problemas con la policía, experiencias de violencia, así como enfermedades o fallecimientos de familiares cercanos”. Ese tipo de experiencias pueden minar la salud general de una persona y acelerar su envejecimiento, comentó Burnett-Bowie, coautora del artículo, un proceso que se conoce como “desgaste”.
Pero según Faubion, esos hallazgos casi nunca llegan a los profesionales de la salud que interactúan diariamente con las mujeres. Una encuesta de la Clínica Mayo de 2019 para médicos residentes reveló que, durante su formación, el 58 por ciento había recibido una clase sobre la menopausia y que el 20 por ciento no había recibido ninguna capacitación en absoluto.
Varios estudios, entre ellos uno publicado en diciembre pasado, revelaron que cuando las mujeres de color encuentran a un especialista en menopausia, tienen menos probabilidades que las mujeres blancas de que les prescriban terapia hormonal, que no es la panacea, pero puede tener beneficios para la salud general y la calidad de vida de las pacientes. Esa diferencia en cuanto a las prescripciones podría deberse a “tendencias raciales inconscientes” que hace que los médicos piensen que los síntomas de una paciente no justifican el tratamiento, señaló Monica Christmas, directora del Programa de la Menopausia de UChicago Medicine y coautora del estudio. También es posible que afecte la falta de acceso a los profesionales de la salud y el costo de las alternativas de terapia hormonal, explicó.
Consecuencias a largo plazo
En un cruel giro biológico, algunos síntomas no atendidos de la menopausia pueden asociarse con efectos negativos a la salud a largo plazo. Por ejemplo, un estudio de 2021 reveló que las mujeres que padecían bochornos frecuentes o persistentes que no usaban un tratamiento de terapia hormonal tenían un mayor riesgo de desarrollar alguna enfermedad cardiovascular, como embolias e insuficiencia cardiaca, que las mujeres que tenían menos bochornos o no los tenían, señaló Rebecca Thurston, directora del Programa de Salud Biocomportamental de las Mujeres en la Universidad de Pittsburg y autora principal del estudio. Tener más bochornos, sobre todo en las noches, también está asociado con una disminución de las habilidades cognitivas.
Tal vez todo pueda reducirse a trastornos del sueño, aseveró JoAnn Manson, directora de medicina preventiva en el Brigham and Women’s Hospital y la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard. “Si los síntomas están afectando el sueño, el trastorno del sueño en sí podría constituir un factor de riesgo para las cardiopatías”, explicó. El insomnio que puede ser causado por los sudores nocturnos y que no recibe tratamiento durante años también puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de demencia más adelante en la vida.
Es posible que la edad en que se llega a la menopausia, misma que puede variar de una raza a otra, también esté relacionada con la longevidad en general; en algunas investigaciones se vio que viven más las mujeres que llegan a la menopausia a una edad mayor.
Pero hay muchas cosas que aún no se saben con claridad. Los bochornos podrían ser un indicador de problemas de salud subyacentes y no la causa de ellos, afirmó Thurston. Según ella, aún no se establece una relación causal directa entre los bochornos frecuentes e intensos que experimentan las mujeres negras y el riesgo de que tengan problemas de salud a largo plazo, así como tampoco la relación que hay entre los síntomas; además, casi no se han estudiado los resultados en materia de salud en otras razas.