Pianista invade las calles
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El proyecto de Joel busca arrancarle a la cotidianeidad unos minutos para llenarlos de música en vivo con su piano
Donde menos espera oír música la gente, es donde Joel quiere ir a tocar, y es gracias a su proyecto ‘Música sobre ruedas’ que comienza a llegar a los oídos de los saltillenses.
Son las 11 de la mañana y es la hora de prepararse para salir. Con la ayuda de un carrito de cuatro llantas hecho a la medida de su piano, Joel García Almaguer y otros dos hombres se encargan de montar el instrumento de entre 150 y 200 kilogramos peso.
Con algunas dificultades, el piano llega a su destino, la Plaza de San Francisco, específicamente frente a la fuente que marca justo el centro de aquel lugar.
Es ya mediodía y los niños comienzan a salir de la escuela. Sus padres, sus abuelos y sus hermanos los recogen y atraviesan la plaza para acortar camino y llegar lo más pronto posible a sus casas.
Pero aquél día es diferente, porque un voluminoso piano con su músico están en medio del camino, y hay algo acerca de aquel sonido que los hace permanecer en el lugar, como doña María Guadalupe, quien en medio de su interpretación le pregunta si se sabe María Bonita y él, improvisando, la complace.
Joel no está seguro de ser un músico en su totalidad, pero se dedicaa la música desde los 18.
“Decidí que la música sería la manera de vivir mi días. Tras estudiar la universidad empecé a vivir muchos encuentros con distintas áreas de la música, que aunque hoy ya no están muy marcados, pero que son parte de la evolución de encontrar el lugar y el momento para lo que uno sabe hacer”, aseguró.
Uno de esos encuentros fue con la maestra francesa Marie-Astrid Arnal. “Ella se dedica a hacer esto.
Transporta su piano de media cola por todo el país donde ella vive. Ha ido desde Francia hasta Grecia. Cuando estuve tomando clases con ella se me ocurrió hacer lo mismo sólo que un poco más pequeño”, aseguró.
Surgió en él el deseo de llenar una ausencia que no es tan evidente, compartiendo un momento dentro del ajetreo diario.
“Quiero compartir un momento en el cual si bien no pueden detenerse porque están desplazándose de un lugar a otro, esperando el camión, saliendo de la escuela y van para sus casas, si engancharlos un momento y que escuchen lo que se está interpretando”, mencionó agregando que en dos semanas ha llegado a lugares como paradas del camión, la calle de Victoria, la Gran Plaza, los biblioparques y los mercados.
“Si bien no es el entorno ideal si es interesante cómo las personas reaccionan a ello. Hay quienes están muy concentrados en sus pensamientos, pero la gran mayoría sí tiene ese interés de quedarse a ver qué es lo que está sonando”, mencionó.
Enfrentarse a un público no siempre es sencillo, mucho menos cuando la gente no está enterada de que va a formar parte de uno porque a alguien se le ocurrió ir a tocar gratis para ellos en un lugar inimaginable, aunado a que la oportunidad de dañar el instrumento está en cualquier momento.
Aunque su piano ya ha sufrido algunos raspones, para García son como cicatrices de guerra, y cuando alguien pregunte por ellas, él va a tener una historia que contar.
“Tenía mucho nervio de que le fuera a pasar algo al piano. Ha tenido sus detalles pero el proyecto tiene intenciones de salir incluso con los conflictos que esto implica. Yo me siento muy bien, es muy gratificante el hecho de poder compartir lo que regularmente haría en una sala. Sacarlo al sol es algo que me da un momento muy feliz”.
El impulso final para llevar a cabo este proyecto surge cuando García se convierte en uno de los ganadores del Programa de Estímulo al Fomento Artístico y Cultural 2014.
Asegura que esta es una actividad que ayuda a las personas que no van al teatro por motivos económico o de distribución, para que tengan acceso a un concierto.
Entre María Grever, Estrellita, Bésame, Chopin y Philip Glass, el repertorio ideal para un público tan variado lo decide el momento.
“Hay momentos en los que llego y digo, qué voy a tocar. Una vez estaba con unos niños y empecé a tocar Harry Potter. Trato de buscar el lado para conectar con las personas y establecer un lazo”, aseguró.
Joel asegura que para él la música es un alimento emocional y físico. Además está seguro de que sin importar su género, tiene la capacidad para ayudar a la gente a salir adelante, como un remanzo. “Un momento en el que disfrutas como un genial caramelo musical que te lleva directo a un estado musical”.
Y en eso coincide una de las personas que se detuvo a escucharlo con emoción aquel día. Ella, una señora grande que vive cerca de la Plaza sola, porque su hermana acababa de fallecer, reconoció que la música era para ella una forma de animarse, sobre todo aquel día en el que un pianista se le atravesó, cuando había olvidado la grabadora que carga a todas partes.
“Por ahora estoy en Saltillo, pero sí me gustaría llegar a más municipios, o a todo el estado. La intención es que además la gente tenga una experiencia sensible, donde al terminar de tocar se acerquen a tocar el piano y hacerlo sonar, creando una intimidad con un elemento que genera arte como lo es el instrumento”, finalizó Joel.