Roncagliolo hace un recorrido por el terror
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Santiago Roncagliolo es un escritor que respalda el género del terror, el cual se ha visto menospreciado por algunos sectores de la cultura como una expresión inferior de arte; el autor abordó a los grandes exponentes del tema en el continente
El terror es una emoción primitiva, proviene del instinto, de nuestro más recóndito pasado. Es una señal de alerta frente a las amenazas en su aspecto más natural. Como arte ha ido cambiando de temas pero su propósito es el mismo, provocar esta sensación, la incomodidad, el miedo, darle rienda suelta a la parte de la imaginación que modifica la realidad para crear imágenes espeluznantes y pesadillas.
La tesis que Santiago Roncagliolo presentó en la FILA 2017 ilustró prácticamente toda la historia del género del terror, tanto en literatura como en cine y explicó dos teorías. La primera, que los temas del terror evolucionan de acuerdo a la sociedad y sus propios temores. La segunda, que la naturaleza visceral de esta emoción ha sido abordada por grandes escritores latinoamericanos.
“¿Alguien conoce una historia de terror medieval?” Preguntó al público mientras se paseaba por el Salón Alejo Carpentier. Nadie contestó, mas esta reacción no le sorprendió, pues en esta época el terror no era ocio, era parte de la doctrina de la religión. El infierno, las posesiones demoníacas y las brujas eran una realidad.
Fue con la ilustración, cuando la humanidad comenzó a alejarse de los conceptos relacionados a Dios, que estas historias pasaron de ser canónicas a ficticias. El público buscó entonces estos contenidos atraídos por el aspecto lúdico de ellos, como un mero entretenimiento.
Pero no fue sino hasta el siglo 19 que las primeras grandes novelas de terror fueron publicadas. Roncagliolo mencionó, por supuesto, a los clásicos de “Drácula” y “Frankenstein”, de Bram Stoker y Mary Shelley respectivamente, además de otros menos considerados dentro del género pero que igual incluyó “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” de Robert Louis Stevenson y “El retrato de Dorian Gray” de Oscar Wilde.
“La historia de terror explota un miedo cotidiano. Aristóteles definió el miedo como una alarma de la imaginación que ocurre cuando las personas se acercan a lo que no conocen”. Debido a esto, Roncagliolo expuso cómo, con los ejemplos anteriores, se podía deducir un miedo a la maldad oculta en el ser humano, en una época de cambios acelerados, de ciudades en crecimiento y de verdadera tensión psicológica al respecto, donde ahora los locos eran más y peores, y podían tanto merodear en la calle como ocultarse detrás de un rostro amable y aristocrático.
Durante los 50’s la cultura del miedo en Estados Unidos tuvo como antagonista de sus obras a los extraterrestres. Seres ajenos a los valores nacionales, conquistadores y extraños, igual que sucedía con los comunistas durante la guerra, que despertaron el mismo tipo de incomodidad en el pueblo estadounidense.
Posteriormente se volvieron populares los zombis. Pero hay dos épocas con ellos. En la primera los zombis eran de ultratumba, resurgían de entre los muertos gracias a magia negra. La oleada más actual adjudica este estado a un virus. El miedo ahora radica en la fragilidad del cuerpo humano ante las amenazas virales como el ébola o la influenza.
Al llegar a territorio latinoamericano, el escritor mencionó la aparente falta de autores del género de terror. Pareciera que nuestros narradores prefieren hablar sobre política, dictaduras, la izquierda y temas relacionados a los problemas de esta región del mundo. Sin embargo, la realidad es que hay grandes exponentes entre nuestros más importantes escritores.
El más relevante y el primero de ellos es sin duda Horacio Quiroga. Él le hizo cuestionarse al lector la seguridad de lo más convencional. Un almohadón de plumas que alberga una criatura capaz de chuparte la vida por la nuca y otras historias en “Cuentos de amor, de locura y de muerte” no es considerado un libro de terror, pero dentro del argumento de Roncagliolo contiene los elementos de tales historias.
Julio Cortázar, Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes con “Aura” y otros escritores latinoamericanos que suelen hablar de temáticas sociales también incluyen el aspecto del terror en sus textos. Rulfo en particular llenó de fantasmas una historia entera y te hace dudar de quién está vivo y quién no.
Llega después Roberto Bolaño. En “Estrella distante”, por ejemplo, hay un asesino en serie, escribe sobre las muertas de Juárez y retoma el terror pero dentro de un ambiente más “pop”. Le siguen más escritores, mujeres en su mayoría que han retomado también los temas góticos.
De ellas mencionó a la mexicana Guadalupe Nettel, quien convirtió el metro de México en un infierno subterráneo y juega mucho con la oscuridad. La argentina Samanta Schweblin cuyo realismo tétrico mantiene la realidad al filo de convertirse en pesadilla. Y Mariana Enríquez, argentina también, “hasta ahora los escritores se quedan al borde del terror, pero con Mariana es terror terror, y monstruos. No tiene pudor”.
Y todas ellas, así lo dio a entender Roncagliolo, hablan de los miedos de sus naciones, de los asesinatos, la constante violencia, desaparecidos, muerte. No es una persecución gratuita de temas relacionados al horror, son horrores reales, metaforizados en las páginas de estas historias.
“Estas historias están hechas para poner en escena nuestros miedos, las cosas que nos asustan en el mundo que nos rodea, contra lo que creemos, lo que nos han contado. Hay una vergüenza hacia el género pero tenemos una gran tradición que ha sido cultivada por algunos de sus grandes escritores”, culminó.