Víctor Jara, un cantante comprometido con su entorno político y social

Vida
/ 28 septiembre 2017

Para 1970 publicó “Canto libre”, “El derecho de vivir en paz” y “La población”, creaciones de gran belleza y fuerza poética que lo convirtieron en uno de los máximos exponentes del resurgimiento y la innovación de la canción popular en Latinoamérica

Fuertemente comprometido con su entorno político y social, el músico, cantautor y director teatral chileno Víctor Jara alcanzó el éxito con sus reflexivas letras, mismas que le acabarían costando la vida.

Jara nació el 28 de septiembre de 1932, en la ciudad de Chillán, en el seno de una familia de origen campesino. De su madre, Amanda Martínez, heredó la afición por la música.

De acuerdo con el sitio “biografiasyvidas.com”, luego del abandono de su padre, la familia se trasladó a la población de Los Nogales, en la capital chilena.

A los 15 años quedó huérfano, por lo que ingresó al Seminario de la Orden de los Redentores de San Bernardo, lugar en el que permaneció durante dos años. Así, su incursión en la música comenzó en 1953 cuando se incorporó al coro de la Universidad de Chile.

Cuatro años más tarde entró a la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, donde estudió actuación y dirección, periodo en el además conoció a la cantautora chilena Violeta Parra (1917-1967), quien lo convirtió en su discípulo.

De acuerdo con el portal electrónico de la Biblioteca Nacional de Chile “memoriachilena.cl”, durante los años 60, se consolidó como uno de los mejores directores de la escena chilena, pues en 1960 recibió el título de director teatral y pasó a formar parte del directorio del Instituto del Teatro de su alma mater.

Dirigió varias obras de teatro y obtuvo el Premio Laurel de Oro como mejor director del año, para 1967 fue invitado a Gran Bretaña, donde recibió otro premio por su dirección teatral y donde paralelamente con su labor musical, compuso una de sus canciones más conocidas, “Te recuerdo Amanda”, dedicada a sus padres Amanda y Manuel.

Destaca además su participación en el grupo Cuncumén, con el que trabajó entre 1957 y 1962, años en los que su evolución musical tendió al rescate de la tradición popular y la reivindicación social de las clases desposeídas de su país natal.

Incursionó también como director artístico del conjunto Quilapayún entre los años 1966 y 1969, cuando también colaboró con el conjunto Inti Illimani y fue número estable de la reconocida Peña de los Parra.

En 1967 fue cuando llegó su primer álbum homónimo y en 1969 su producción “Pongo en tus manos abiertas”, la cual coincidió con el respaldo que prestó a la candidatura de la Unidad Popular de Salvador Allende (1908-1973) como militante de las Juventudes Comunistas.

Ese mismo año obtuvo el triunfo en el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, con su composición "Plegaria a un labrador", al lado de Quilapayún, una de las razones que lo consagró como uno los principales símbolos de este movimiento musical.

Para 1970 publicó “Canto libre”, “El derecho de vivir en paz” y “La población”, creaciones de gran belleza y fuerza poética que lo convirtieron en uno de los máximos exponentes del resurgimiento y la innovación de la canción popular en Latinoamérica, recuerda el portal “memoriachilena.cl”.

Con Salvador Allende al mando de Chile, Jara fue nombrado Embajador Cultural del gobierno, en cuyo cargo desarrolló una amplia labor hasta la fecha de su muerte.

Periodo en el además estuvo casado con la bailarina inglesa Joan Turner (1927), quien fue su profesora de expresión corporal en la Universidad de Chile. Fue en 1971 cuando ingresó al cuerpo de artistas estables de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad Técnica del Estado.

Con una carrera fructífera como solista y compositor, su gran compromiso con su entorno político, acabó costándole la vida, pues el 11 de septiembre de 1973, luego del golpe de estado del general Augusto Pinochet, se encerró con otros universitarios en la Universidad Técnica del Estado, en Santiago, para mostrar su repudio y voluntad de resistir.

En su último poema “Somos cinco mil”, Víctor Jara escribió “cuánta humanidad con hambre, frío, pánico, dolor, presión moral, terror y locura", el 15 de septiembre de 1973, un día antes de su asesinato, señala el portal electrónico “bbc.com”.

El ejercito tomó pronto las instalaciones y lo llevó prisionero al Estadio Chile, donde fue brutalmente torturado y asesinado el 16 de septiembre, fecha que quedó en la historia de aquel país.

Luego de 30 años del golpe militar, en septiembre de 2003, el gobierno chileno renombró aquel estadio con el nombre de Estadio Nacional Víctor Jara, y para mediados de 2008 se reabrió la investigación judicial sobre su asesinato, entonces el teniente coronel Mario Manríquez fue acusado del homicidio.

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